Desde que Pol Rodellar hizo su guía para comer en Barcelona por menos de dos pavos, no ha pasado semana en la que algún colega no me haya mandado una review de uno de los locales que incluía. Y eso me hace pensar que somos una generación pobre. Algo que, por otra parte, hacía tiempo que sospechaba.En algún momento de nuestras vidas, nos inculcaron que la pobreza daba más vergüenza que rabia, y que teníamos que tragar con ella, no combatirla y disimularla, eso también. Nunca tendré una casa o un coche propio porque prefiero gastarme la pasta en tostadas de aguacate.
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Convivimos con teléfonos de ochocientos pavos y zapatillas de doscientos. Pagar quince por una ensalada ecológica nos parece normal. Pero el día 15 de cada mes llega siempre demasiado pronto. Y entonces maldecimos el teléfono de ochocientos pavos y nos damos cuenta de que las zapatillas de 200 sirven para petarlo muy fuerte en Instagram pero no se comen, y nos vemos obligados a consultar la guía de la comida infrabarata de (gracias) Pol Rodellar. Porque tampoco queremos renunciar a comer fuera de casa y/o necesitamos llenar el buche antes de bebernos unas cervezas un viernes por la noche.
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Inspirada por la utilidad pública de esta guía culinaria súper low cost, me vi forzada a replicarla en Madrid. Respeté, por supuesto, las reglas de su creador genuino: nada de franquicias, nada de alimentos dulces o comprados en el súper y nada de garitos take away en los que comer en la calle sea una opción estética más que un imperativo.La premisa era, pues, comer fuera de casa algo mínimamente manufacturado y por dos euros o menos. Y, después de descartar los barrios más periféricos (porque Barcelona tiene 180 estaciones de metro pero en Madrid hay 289 y tampoco es plan pasarse hora y media en transporte público para comerse un bocata), este es el resultado. Esta es la guía de la comida infrabarata en la capital del reino.
El paraíso del Jamón
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No solo el olor y el aspecto del lugar parecen congelados en el tiempo: también sus precios. Además de menús del día y platos combinados muy asequibles gracias a los cuales tienen una clientela que Almodóvar ficharía como extra sin pensarlo, en El Paraíso del Jamón ofrecen bocatas a 1,70 euros. Poco más de 280 pesetas, señores.Los hay de lacón, de chorizo, de salami y, por su puesto, de jamón. Y, aunque ciertamente la cantidad de embutido entre rebanada y rebanada no es comparable a la que te echaba tu abuela cuando merendabas en su casa, estos bocatas son una apuesta segura para los presupuestos más exiguos.
Don Oso
Fundada en el año 73, esta hamburguesería con sede en la calle Donoso Cortés es un clásico en la vida precaria estudiantil de Moncloa para varias generaciones. Además del original, tienen dos locales más: uno en la calle de la Cruz, 26 y el otra en el 55 de Meléndez Valdés. Y en todos ellos ofrecen una delicia apta incluso para las economías más jodidas: su hamburguesa de 1,90 euros.Evidentemente no es como la de la imagen: este negocio familiar que se ha expandido, según me cuenta orgulloso el dependiente cuando le pregunto si son una cadena, también maneja el marketing que da gusto. En la hamburguesa de 1,90 del Don Oso no hay ni rastro de ese bacon reluciente del cartel que la anuncia, y su grosor no es todo lo inabarcable que hace ver la foto.
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Pero, siendo justos, no está nada mal. La burguer de un euro del McDonalds tendría que tomar nota de su deliciosa carne, de su pan tostado y crujiente en la justa medida y, sobre todo, de su ausencia de olor a McDonalds ¿Alguna vez os habéis preguntado por qué la carne, las patatas e incluso el helado del McDonalds huelen igual? Pues eso.
Royal Kebab
Takos Al Pastor
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Llegué a esta conclusión durante los 50 minutos de cola que tuve que hacer para pagar dos euros y meterme entre pecho y espalda dos tacos. Fue en Takos Al Pastor, una de las paradas obligatorias en la ruta de la comida infrabarata por Madrid y la razón por la cual, en la esquina de abajo de la Plaza del Carmen hay siempre una aglomeración de peña que da lugar a conjeturas de todo tipo por parte de los viandantes.Hay tacos de cerdo, pollo, champiñones o nopales por el módico precio de un euro cada unidad, para consumir en el local. La espera merece la pena solo si vas en buena compañía y te aseguras de que no te sobrevengan pensamientos relacionados con la desigualdad y la justicia social. De lo contrario se te amargará el bocado: caerás en la cuenta que el tiempo también es un valor de cambio. Repararás en que unos pocos privilegiados disfrutan de una vida sin colas. Poco se habla de ello.
El Palentino
Se habla mucho de sus más de 100 años de historia, de su capacidad para seducir a los jóvenes sin decepcionar a los mayores o de que es un túnel espacio temporal, pero no se incide lo suficiente en sus precios, insólitos para el barrio en el que se encuentra: Malasaña. Pepitos de ternera a 2,50, bocatas a 2 euros y copas por debajo de los 8 hacen de esta taberna un lugar de referencia para tiesos.
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Si eres de los que prefieren invertir el presupuesto del fin de semana en cerveza en lugar de en comida ya conocerás sus bocatas de beicon —escribir bacon en referencia a este local sería una infamia— : bocadillos de los de toda la vida, con sabor a plancha que no está precisamente recién lavada y que te hacen olvidar para siempre los baos y los bagels de aguacate que venden en las calles colindantes a precio de caviar ruso.
Bar Padrao
Es famoso por sus montados (del tamaño de media barra grande de pan) a 3 euros, pero como mi presupuesto era de 2, opté por pedir una botella de agua y poner mi mejor sonrisa a ver si me obsequiaban con una de esas tapas enormes que, según cuenta la leyenda, acompañan cada consumición.Y sucedió: el camarero me agasajó con un plato de paella del que podría comer una familia del Opus. Cuando me lo hube terminado, no fuera a ocurrir que me lo retirara a medias, le pregunté por un cartel que presidía la barra y rezaba: "La consumición no incluye tapa". "Hace dos semanas, un vegetariano se quejó porque le pusimos bocadillo de chorizo de tapa. Era la tapa del día, así que no se la cambiamos, y para evitar historias hemos colgado ese cartel", me aclaró el camarero.Si eres vegetariano o poco amante de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, aléjate de este local. Pero si no es así, o si tu cuenta tirita y te vendes barato (mi botella de agua con plato de paella incluído costó 1,50), no lo dudes.