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Música

¿Cómo se hace la distribución física de la música electrónica?

Antes de la revolución digital en la industria de la música, se tenía como único medio de reproducción los formatos físicos que cargaban el sonido. ¿Cómo se hacía para que estos llegaran a las tiendas de todo el globo?

La industria musical vivió en un paraíso financiero durante gran parte del siglo pasado. Las disqueras firmaban a los artistas que consideraban prometedores, los grababan, imprimían el material y lo distribuían. Cómo se vendía la música en un medio físico era posible mantener registro preciso de la cantidad impresiones (LPs, discos o casetes) distribuidas y vendidas. Es durante este periodo que la industria discográfica logra ingresos astronómicos gracias a contratos abusivos con los artistas y al monopolio de todos los medios de producción.

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Realmente lo que vemos y hemos conocido como la industria musical viene de estas épocas. Antes de entrar a ver en detalle cómo funciona (¿o funcionaba? la distribución física de la música hay que entender el rol que jugaban las disqueras en el proceso de creación del disco.

En muchos casos la disquera contaba con estudios en donde grababan a sus artistas y les financiaban los equipos y las horas de producción necesarias para lograr el sonido que el artista considerara. Internamente se encargaban de la mezcla, la masterización y mandarlo a las plantas de prensa donde manufacturan el producto del formato deseado, ya fuera vinilo, casete o CD. Una vez impreso el material, se encargaban de distribución a almacenes de música, las tradicionales cadenas de venta como: Tower Records y Virgin Megastore, ahora quebradas o cerca estarlo, y a las tiendas especializadas en diferentes géneros.

Así funcionó la industria disquera durante décadas, pero con la llegada de internet y los diferentes medios virtuales se produjo un cambio radical en la forma de repartir música: los medios físicos dejaron de ser rentables al poderse repartir el archivo digitalizado de manera gratuita o sin el costo de impresión y repartición de los formatos físicos.

La primera década del milenio se caracterizó por dejar el medio físico a un lado, apenas se vendían CDs, los casetes se usaban más que todo para mixtapes y las plantas de vinilos alrededor del mundo cerraban por bancarrota. Lentamente se fue apagando la industria conocida para dar paso a esta nueva era digital. Pocas plantas fueron las que quedaron pero ya entrados a los 2010s comenzó a resurgir la industria del vinilo y a estas les tocó volver a operar 24/7 para poder surtir la demanda que había de LPs a nivel global. La industria se está reorganizando por el boom en ventas de vinilos. Ninguno de los demás formatos demostró llegar a la calidad de este medio, lo cual garantizó la subsistencia y regeneración de la industria vinilera.

El rol de la música electrónica fue crucial en este resurgimiento, en Discogs (La Meca online del vinilo) se reportan más de un millón de títulos en la categoría Electronic. Eso en cuanto a lanzamientos. La música electrónica realmente mostró su influencia en este proceso con la valoración que da a mezclar con vinilos. Los primeros DJs podían hacerlo solamente en este formato, por lo cual se volvió en un patrón de calidad en este tipo de arte. Para los sellos imprimir vinilos se volvió en una forma de demostrar su peso, de decirle a la escena del género que representan "aquí estamos pero no para todos", tanto es así que hay sellos que solo manejan sus lanzamientos en vinilo. Recientemente se ha creado toda una simbología respecto al vinilo en la música electrónica: tiendas como Hard Wax en Berlin, Dusty Grooves en Chicago y Phonica en Londres se han vuelto emblemas de géneros y escenas musicales completas por curadurías internas, por tener dentro de su ex-personal a DJs de renombre como es el caso con Marcel Dettmann.

La industria musical vivió un cambio generalizado en la última década pero los medios físicos que, aun así, demuestran tener el encanto que nunca logrará un archivo reflejado en una pantalla. Como diría el gran Giorgio Moroder en el prólogo del libro Extraordinary Records: "Nada puede compararse con la sensación de sujetar un disco de vinilo, extraerlo de su funda, soplar quitarle el polvo y colocarlo debajo de la aguja."