Prendiendo el alma de Nicolá Cruz
Foto: Gabriel Perez MoraBowen​

FYI.

This story is over 5 years old.

Música

Prendiendo el alma de Nicolá Cruz

Una conversación a fondo con el ecuatoriano que tiene al mundo bailando a ritmo de andes step y que hoy, por fin, estrena su esperadísimo LP debut.

Sin duda, Nicolá Cruz es una revelación. Nacido en Francia hace 27 años, pero criado e identificado como ecuatoriano, es quizá uno de los artistas suramericanos que mayor expectativa ha generado en el mundo electrónico contemporáneo. Parte de esto tiene que ver con su procedencia, una tierra que jamás había hecho presencia en el dancefloor internacional; también, porque su música, en efecto, tiene denominación de origen y suena a ritual electrónico del sur, a "andes step", como él llama a su sonido, a esas tierras de mística montañosa y páramo mágico, a ese baile de ojo cerrado que es medio viaje en ayahuasca y revela misterios cosmonáuticos del otro lado de los párpados.

Publicidad

Cruz también ha adquirido rostro de promesa por su pasado en el desaparecido sello Clown & Sunset de Nicolas Jaar (con quien también giró por Estados Unidos), casa en la que sacó cortes como "Say It Out Loud", y por su presente en ZZK, sin duda el sello más visible de la vanguardia electrónica sudaca. Otros releases previos en Multi Culti, giras por varios continentes y toques en escenarios de altura como el Oslo World Music Festival, lo han consagrado, incluso antes de haber lanzado su primer larga duración, como el secreto mejor guardado del este lado del parque.

Resolviendo una larga e intensa expectativa por parte de la crítica y el público, hoy 30 de octubre por fin sale a la luz Prender el alma, primer disco de Cruz, en una preciosa edición en vinilo, en CD y en digital. Un trabajo que desde todo punto de vista enaltece lo que venía haciendo: una exploración y ejecución minuciosa en donde, capa por capa, se siente una búsqueda que quizás también sea una pregunta por su lugar en el mundo, y en el camino la apertura de un nuevo portal hacia otro tipo de panoramas sonoros, más cercanos a los latidos de estos paisajes. En esta expedición de electrónica andina, introspectiva y voluptuosa, Nicolá nos induce un estado mental profundo, con una estética que siempre suena gorda, en el mejor sentido análogo, convergiendo casi que a modo ritual, la máquina y el instrumento, orquestados con precisión y mucha alma por este nuevo chamán ecuatoriano.

Publicidad

Aprovechando la reciente visita del hombre al festival Hermoso Ruido el pasado mes de agosto, me senté a hablar con él en una banca de madera roñosa en un hostal en Chapinero, Bogotá. Luego seguimos la conversa vía mail, esperando la luz verde del lanzamiento de su opera primera para presentarla como es: en profundidad.

Con ustedes, en sus propias palabras, Nicolá Cruz.

En tu formación musical, ¿cuál fue ese primer momento en el que comienzas a hacer tracks completos y a encontrar una identidad?

A los 16 años me metí en el mundo del sonido, de la ciencia física, la acústica… comencé a aprender de maestros mexicanos que estaban muy clavados en el tema de la síntesis sonora. Esas fueron un poco mis bases en la música electrónica, sobre todo con el techno, que fue abordar la música electrónica desde un punto de vista más tecnológico.

¿A quién tenías como influencia?

Cosas extrañas como Schönberg, que habla del dodecatonismo, música de doce tonos. Siempre me gustó Matthew Herbert por su enfoque hacia la experimentación. De repente es esa comparación la que me gusta, porque el tipo perfectamente puede manejar una orquesta y a la vez hacer un tema bien clavado de house o de techno. Yo creo que comencé por ahí, fijándome bien de dónde provienen los sonidos y cómo los podía recrear. Más adelante regreso a Ecuador después de vivir un tiempo en México y recuerdo que por ahí en el 2011 estaba un día escuchando una canción muy importante, típica de allá, "La vasija de barro", se llama, y empecé a jugar un poco con ella. Siempre he sido de grabar muchas cosas. Pero bueno, digamos que ese track fue como el primero de lo que yo llamo "andes step". Ese fue un momento crucial para mí porque venía de hacer mucho house o techno.

Publicidad

¿Pero antes sacaste algo de techno o house?

Sí sacaba pero muy poco. Cosas re experimentales. Pero llega este momento, doy un paso para atrás, veo la cuestión y digo: "¡Puta!".

¿Sentiste orgánico ese cambio de chip?

Creo que la línea siempre fue la búsqueda. Nunca paro de buscar nuevas experiencias, influencias, creatividad, sonidos. Creo que esa es la línea que ata lo que hago. En el momento que deje de buscar quizá se extinga lo que estoy haciendo. Y claro, hubo un giro de perspectiva y en ese momento comienzo a trabajar con tiempos más lentos. Comencé a manejar las cosas técnicamente más análogas, con instrumentos análogos, y me ha encantado. Digamos que el dominio digital no me gusta mucho.

O sea, ¿no usas ni un plug-in?

Lo más básico de lo básico. Tengo la compu como medio de grabación y secuenciación (con Live y Logic), pero no me gusta estar pegado a la pantalla. En algún momento estudié mucho Reactor y todas esas cosas que también te enseñan cómo funciona la cosa. Pero sí, tal vez soy purista en ese sentido. Me gusta que el sonido sea cálido y envolvente.

Pero Nico, ¿de un Korg MS20 se puede sacar un sonido sudaca?

(Risas) De alguna manera, cada máquina cumple una función específica. Yo no tengo una 808, pero sí me he preguntado si una 808 es compatible con lo que estoy haciendo ahora. Y algo se podrá hacer, ¿no? Pero, por ejemplo, ese tema que se llama "Colibria" tiene una 909. Es raro porque el track suena a techno de jungla. Ese balance siempre se puede hallar.

Publicidad

¿Cómo se dio lo de Jaar con Clown & Sunset (su sello)?

Para mí, 2011 y 2012 fueron años que cambiaron un poco la perspectiva. Yo nunca hago temas pensando en la pista, y aquella vez estaba en un tema bien oscuro, en plan ritualístico porque me encanta la brujería detrás de la música. Colaboré con un amigo que es saxofonista, se llama Gabriel Marcel. Hicimos un tema, "Hex me", bien lento. Me acuerdo que la noche que lo terminé lo mandé a Clown and Sunset antes de acostarme a dormir. Quizá les interesaba.

¿Tu no conocías a nadie allá? ¿Lo mandaste como cualquier mortal?

Sí, ni contactos ni nada. Simplemente en dos líneas les conté quién era. Me acosté a dormir y al día siguiente ya tenía respuesta de ellos diciéndome que les había encantado, que si tenía más. Yo en el momento no tenía nada entonces me encerré una semana a hacer otro y salió ese track que se llama "La mirada", que también explora tiempos lentos, y bueno, comenzamos a colaborar durante un año, más o menos. Hice conciertos en Nueva York y en Los Ángeles con él (Nicolas Jaar). Ya más adelante, como sabes, se extinguió la disquera y hasta ahí llegó la cosa. Fue una colaboración corta pero muy interesante. De igual manera yo quería hacer mi camino. Siempre tuve mi camino.

¿No querías depender del sello de él?

No quería ajustar mi sonido a lo que el sello quisiera.

El estudio de Nicolá a las afueras Quito. Foto: Gabriel Perez MoraBowen.

Para ti, ¿cuál es la relación entre música y espiritualidad?

La relación es muy directa, la creación de uno es reflejo de muchas cosas: pensamientos, predicciones, experiencias…

Publicidad

Hablando de la narrativa circular del rave o de la fiesta electrónica, en la versión de Nicola Cruz se siente más asociada hacía un ritual medio chamánico. ¿Encuentras una relación entre estos dos mundos? ¿Te inquieta conectar estos puntos entre las dos culturas?

Me gusta que pueda ser un punto intermedio, en donde las cosas se perciban con más consciencia, sin pretender que sea una ceremonia chamánica, porque ciertamente son dos cosas totalmente diferentes. Con esto me refiero a que la música pueda ser escuchada y apreciada verdaderamente, a manera de concierto. Y bueno, el punto convergente o ritual dependerá del lugar, la comunión de todos, el baile…

Cuando estás en una fiesta, ¿sientes que se tergiversa el mensaje que quieres comunicar?

Algunas personas llegan al show conociéndome, otras se topan con mi trabajo ahí mismo. Pero en general, cuando hago live es muy envolvente y me doy el lujo de improvisar en vivo, creo que esa sensación le causa a la gente otra respuesta y por eso no está esperando siempre ese golpe durísimo, fuertísimo. Es diferente tocar en un festival a tocar en un club chico. Ninguno es mejor que otro, todo depende del espacio y de la gente. En el DJ set soy ecléctico, me encanta tocar house y techno, me gusta esa línea, pero también me puedo mandar un DJ set un poco mas cumbiero, si el lugar lo amerita. No creo que en una noche siempre deba sonar lo mismo. Desde el 2006 soy un DJ versátil. Voy recolectando y guardando lo que me va gustando.

Publicidad

¿No crees que es importante cierta coherencia?, o digamos, ¿en el live manejas una línea clara y en el DJ set te das el lujo de experimentar?

Por supuesto que es necesaria la coherencia, ¡claro! Pero dentro de ese caos la coherencia soy yo. Volvamos al caso de Matthew Herbert. El tipo compone un techno bien dañado, después está en orquesta, después haciendo house y sin ningún alias. Siempre es Herbert. A veces me dan ganas de hacer techno bien arriba y pienso, ¿será que hago un alias? Pero a la misma vez siento que me gusta liberarme como productor y solo abarcar lo que me gusta, sin tener que disfrazarme bajo ningún otro nombre.

Por pura curiosidad, ¿cuál es un track o sello de house o techno que te esté volviendo loco y te mueras por poner pronto?

Hay un tipo de Islandia, Ilija Rudman. Mete bastante guitarra, es bien funk, house a 115. De techno todo lo de DJ Koze o su Pampa.

Hablemos de tu álbum, que ha generado muchísima expectativa. ¿Cuál dirías que es esa pregunta de fondo que exploras? ¿Y por qué?

Justo hoy día pensaba en eso al levantarme. Creo que es bastante complejo, tal vez todavía no está muy claro pero creo que tiene que ver con mi desarrollo personal como compositor, ¿sabes?, como una ambición de músico. El porqué, no sabría decirte, lo que hago es algo que ha estado en mi inconsciente. Así que seguiré explorando hasta saberlo.

El álbum sale en formato vinilo, CD y digital, son diez tracks. Es una buena representación para decirle al mundo "este es mi sonido, esto es lo que hago". Se basa bastante en lo que yo llamo andes step, pero te lo digo así medio en joda porque no me gusta estar categorizando la música. Lo de andes step es por echar algún tag, pero me gusta como van las dos palabras juntas. De alguna manera es una buena especie de tarjeta de identidad. Este sonido que viene de los Andes, ¿crees que es algo natural de tu entorno o a veces sales a las montañas en busca de inspiración?

Publicidad

Tendrías que ver donde vivo. Prácticamente en la montaña. Entonces sí, siempre estoy en busca de inspiración pero de alguna manera donde vivo ya está ahí. Entonces, estoy trabajando en algún tema y si veo que me falta un sonido de lluvia, o de pájaros, saco la grabadora y me voy a caminar y ya, ahí lo consigo. Todo es idea. Yo digo que el momento de composición en el estudio es muy ritualístico y por eso es que los temas terminan así. A mi me gusta tener una imagen detrás de todo lo que estoy creando. Ya no es como antes, cuando estaba aprendiendo y experimentando, y sacaba un loop y de ahí algo salía. Ahora todo sale del concepto.

¿Dentro de tus ideales o razón de ser como artista está decirle al mundo como "¡Miren, esto es sonido latino, cabrones!"?

Sí. Siempre reconociendo mis orígenes latinoamericanos pero sin ningún sentido como de patriotismo. Simplemente es como "Miren, esto es lo que escuchamos y esto es lo que yo hago". Es influenciado por una pequeña parte de todo lo que hay en el continente porque tienes… ¡puta! 800.000 ritmos en Colombia, Brasil, puff… ¡cantidades! Si haces un tema inspirado en un ritmo andino, o haces algo afro o del pacífico, hay mucho con qué trabajar.

Siento que, contrario a otros lugares como la playa del caribe, hoy día hay una pregunta fuerte por el sur y por la selva y su misticismo como escenario de preguntas y respuestas musicales. Desde Chancha Vía Circuito, pasando por Dengue Dengue Dengue, hasta los experimentos de Héctor Buitrago, Mucho Indio, Sidestepper, e incluso Rionegro, el proyecto nuevo de Matías Aguayo. ¿Quién te ha inspirado en esta dirección? ¿Has sentido esta especie de shift también?

Publicidad

He sentido que la mira se ha puesto sobre estos lugares que tu mencionas, la amazonía, el Pacífico, el sur… justamente por los colores que aporta su música. La inspiración más próxima ha sido toda esa música creada en estos lugares, una vez más con ese color, con esa sonoridad particular del lugar que aportan estos instrumentos "endémicos". Un buen ejemplo tal vez es el grupo Uakti, quienes hacen música desde el corazón de Brasil con instrumentos creados por ellos mismos. Otra persona que ha sabido manipular el sonido de la región de una manera muy particular es Quantic. Me impresiona cómo logra interpretar tan bien géneros que probablemente sean muy ajenos a él. Los adopta y los hace únicos.

¿Hay un sonido electrónico sudaca? Para vos, ¿quiénes son los que mejor están representando esa estética sónica?

Hay cada cosa huevón, ¿no? Hay varias propuestas y hay que equilibrar la balanza, porque también hay cosas muy feas, bien digitales, terribles de escuchar. Pero bueno, yo creo que Suramérica está viviendo un momento de magnetismo. La gente está volteando la cabeza para acá. Claramente está pasando algo y hay que aprovechar ese momentum. No sé si hay una sola representación sudaca porque hay bastantes. Lo que hace Chancha Vía Circuito es bien bonito y es muy estilizado, están estos chicos de Matanza, que es más techno pero muy folclórico también. Lo importante es hacer algo con esto que estamos viviendo.

Publicidad

¿Tienes algún referente colombiano que te haya marcado?

¡Ah! A mí me encanta lo que hace Petrona, Los Gaiteros, Totó… básicamente toda la música de tambora y de gaitas. Me gusta muchísimo la chirimía. Digamos que conozco más por zonas y ritmos, pero sí, soy fan de la música colombiana.

Deambulando por el entorno de Nicolá. Foto: Gabriel Perez MoraBowen.

Con este ascenso que estás teniendo con tu música, ¿te ves viviendo fuera de Suramérica? ¿Cuál es tu proyección?

Yo creo que en estos tiempos se trata más de hacer base en un lugar y viajar por todos lados. No creo que Berlín sea la onda. De hecho fue mi decisión sacar el álbum aquí, precisamente porque fue hecho en Ecuador y el sello es de aquí, suramericano, y aunque no me encante todo lo que se ha hecho con ZZK, se han sabido parar por toda Sudamérica. Me parece muy importante impulsarlo desde acá, desde donde es. Los planes de moverme dependen más de mi vida personal que de donde me quiera radicar para conseguir más gigs. Ahora prefiero descansar los fines de semana, no me gusta joderme los oídos tanto.

¿Tuviste propuestas para sacarlo en otros lados?

No mandé a otros lados, pero creo que no hubiera tenido problema buscando sellos de por aquí o allá.

¿Qué proyectos tienes a corto plazo?

Ahorita se me raya la marimba, entonces quiero clavarme con géneros más específicos del Ecuador y colaborar con varios artistas. Hacer un poquito más de ese trabajo de raíz estando presente con estos artistas tradicionales y poder grabarlos y darle muchísima calidad a lo que hago.

¿Recomiéndame tres artistas ecuatorianos?

Hay una banda que me gusta, se llama Evha y tiene una onda interesante. Hay un conjunto muy tradicional de un género que se llama Grupo Marabú, que no son jóvenes necesariamente pero suenan muy bien, y está también La Máquina Camaleón, que hacen más rock, no es necesariamente mi línea pero ahí le están dando duro.

¿Has pensado en sacar un sello propio?

No lo he pensado. Tengo un colectivo que se llama Quetzalcóatl. Damos música gratis, justamente en contra de la idea de tanto sello digital que no tiene filtro. Mucha música se saca y no es esencial, sólo está saturando iTunes. De hecho, hay una estadística que indica que el 75%, creo, de la música en iTunes nunca ha sido escuchada. Se nota que hay abundancia en música pero no hay un filtro ni alguien que diga que esto es esencial o sí debería sonar. La idea con el colectivo es precisamente sacar dos o tres temas de gente que sí esté sacando cosas interesantes. Se saca y es de libre descarga.

El tema de la identidad del sur es inevitable en tu obra, como si estuvieras haciendo un manifiesto de tu lugar en el mundo como productor de electrónica suramericana. ¿Me equivoco? Si no, ¿a qué se deben estas inquietudes artísticas? ¿Salen naturalmente o hay algún tipo de instinto político ahí?

Sin duda ninguna relación con algo político. Puedo entender que mi música suene bastante al sur, no es sorpresa pues está hecha ahi, influencia directa de mi espacio. Las inquietudes artísticas salen por la curiosidad de explorar estos elementos musicales propios de Suramérica. Me llaman mucho la atención. Quién sabe, tal vez más adelante me embarque en otra búsqueda musical. Por el momento, esta es.

***

Ya pueden ordenar 'Prender el alma', el nuevo álbum de Nicolá Cruz en ZZK por aquí.