"La visita papal no sanará los corazones heridos de Ciudad Juárez"

Esta semana el Papa Francisco traerá fe, esperanza y caos a Ciudad Juárez, Chihuahua, su último destino en su gira por México. Eligió esta árida frontera porque es la más lastimada de México.

Juárez fue la ciudad más peligrosa del mundo durante varios años, donde ocurrieron más de diez mil asesinatos en la llamada Narcoguerra y tres mil mujeres desaparecieron desde la década de los 90.

El Papa permanecerá nueve horas en la frontera con 1.5 millones de habitantes. Pisará el Juárez que en 2010 tuvo una tasa de 191 homicidios dolosos por cada 100 mil habitantes, y que la convirtió en una ciudad doblemente mortífera que San Salvador: torturados, descuartizados, colgados, masacrados y un desierto en el que se vertió la sangre de muchas mujeres fue el pan de cada día.

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El 17 de febrero, Francisco oficiará una misa binacional en el predio 'Antigua Feria Expo', justo en la línea que divide a México y a los Estados Unidos, donde dará un mensaje de aliento a 20 mil migrantes y víctimas de la violencia.

Habrá un espacio preferencial para los padres de los 16 jovenes que murieron en la masacre de Villas de Salvarcar, en 2010. Son unos boletos de color rojo que la Diócesis de Ciudad Juárez les ofreció para que puedan estar más cerca del Sumo Pontífice. Algunos declinaron la oferta y otros cedieron su entrada. Están muy heridos.

En esa misma área estarán sentadas las madres de las muertas y desaparecidas de Juárez, así como familiares de torturados y desaparecidos. Algunos están desencantados y otros ansiosos de que llegue "el día del consuelo".

Así lo considera la residente norteamericana, María de Jesús Márquez, quien perdió a su hijo desde el 2 de octubre de 2012. Adrián Favela Márquez, de 28 años, y un amigo suyo, Adriel Alonso Ávila Barrios, de 30, fueron privados de la libertad al interior de su casa en Ciudad Juárez, por un grupo de hombres armados que se identificaron como agentes estatales. Desde entonces comenzó el viacrucis de la señora María.

Será voluntaria para custodiar las hostias consagradas y compartir las comuniones durante la Santa Misa. "Va a ser un día difícil, de mucho sacrificio pero de mucha bendición también. Ese mero día tengo que salir de mi casa a las tres de la mañana para abordar un camión y llegar hasta donde va a ser la misa con el papa a las 4 de la tarde", cuenta.

"Mi lugar lo tengo reservado como víctima, pero como soy ministro extraordinario de la comunión, me fui por el lado del servicio. Yo no tomo el lugar de víctima pero mis seis familiares sí. La bendición es para todos los que estaremos ahí como víctimas de la violencia", dice.

Este fin de semana tuvo un entrenamiento. Ya tiene todo listo: una blusa blanca, pantalón, chamarra y calzado negro, y también compró bolsitas ziploc para los burritos y jugos que ingresará a la misa, ya que no se permiten botellas de plástico ni de vidrio.

"Espero que con sus palabras toque los corazones de los juarenses y nos de ese abrazo que tanto necesitamos", platica.

Para otras personas lastimadas, como la activista Norma Ledezma, quien comenzó su lucha hace 14 años tras el feminicidio de su hija Paloma, la visita del líder espiritual no significa un cambio para esta ciudad.

"En el estado van tres mil mujeres desaparecidas y asesinadas de las cuales, en un gran número, sus casos no han sido judicializados. Se desaparecieron, se encontraron los restos de algunas y nunca vamos a saber quién las mató. Hay que ser realistas, la visita papal no va a solucionar y tampoco va a sanar los corazones heridos", sostiene la directora de la organización civil Justicia para nuestras hijas.

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En los últimos días, el Centro de Derechos Humanos Paso del Norte y la Red Mesa de Mujeres A.C. se pronunciaron para que se eviten esconder los problemas sociales que enfrenta esta frontera.

El documento Bienvenido Papa Francisco al epicentro del dolor, de la esperanza a la resistencia, sostiene que del 2008 al 2012 se asesinaron a más de 11 mil personas, 14 mil niños y niñas quedaron huérfanos, 200 mil personas desplazadas abandonaron 110 mil viviendas, cerraron miles de negocios y se generó una crisis de empleo.

Ante este Juárez, donde prevalece la violencia y la inseguridad, se exteriorizará el mensaje de aliento de Bergoglio, el primer papa latinoamericano que visita México.