Ha nacido un nuevo deporte festivalero, un nuevo riesgo, un nuevo chute de adrenalina para los asistentes asiduos a los macroconciertos, se trata de colar bebidas alcohólicas dentro de los festivales. Esta gente no busca ahorrarse un poco de dinero (maldita sea, si pueden pagarse la entrada de un festival pueden pagarse también las copas en las barras) lo que buscan es el subidón que supone pasar a través del control de seguridad con el cuerpo abarrotado de botellas de alcohol o la recompensa intelectual que supone engañar al sistema festivalero. Si todo sale bien se llevan la espada de Excalibur pero si las cosas se tuercen seguramente terminarán apaleados y tirados en la calle con el pase del festival roto. Es la misma sensación que sienten los actores cuando hacen carreras ilegales en carreteras comarcales: sentir la muerte cerca, hacer algo prohibido. Señores, bienvenidos al nuevo deporte del siglo XXI.
Consultándolo con varios despojos humanos hemos descubierto los métodos más populares. Allá van:
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