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Cultură

Emociones y low tech: hablamos con Juan Cortés y David Vélez los culpables de que RADAR esté en la capital

Hablamos con David Vélez y Juan Cortés, dos artistas sonoros que están cambiando la forma de presentar el video arte, inventándose nuevos circuitos, como salas de cine y espacios creativos en medio de museos como el MoMA.

Juan Cortés y David Vélez generando circuitos sonoros y emociones en el festival RADAR, en Fridman Gallery en Soho, NY.

David Vélez y Juan Cortés son dos amigos que aman jugar con cacofonías, ecos y sonidos itinerantes. En un mundo donde todo entra por los ojos, donde se tiene que ver para creer, estos dos bogotanos le apostaron al sonido y a la emoción pura que este despliega. Como luthiers visuales, este par de artistas sonoros están cambiando la forma de presentar y de apreciar el video arte, inventándose y dibujando nuevos circuitos, como salas de cines y espacios creativos en medio de museos como el MoMA, en los que este arte en estado de crecimiento, pueda florecer y brillar.

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Con varios proyectos encima, estos artistas trabajan con herramientas como sensores hechos de basura tecnológica y objetos basados en la percepción animal, los cuales planean presentar en el MoMA de NY junto al ingeniero Santiago Cortés a mediados de octubre de 2015, y los cuales se presentan en el festival RADAR, organizado junto al artista Camilo Salamanca, donde se quiere ir más allá en términos de proyecciones estéticas y críticas del arte sonoro . Quieren inmiscuirse en la ciencia y la producción de tecnología a partir de la renovación de la basura electrónica, de lo que desechas porque "ya no está de moda" o porque se volvió un poco más lento y obsoleto con los años.

Hablamos con Vélez y Cortés sobre cómo se está innovando en el arte sonoro en el país y en el marco del festival RADAR, a partir de proyecciones incluyentes que quieren presentarle este tipo de dinámicas artísticas a una audiencia más amplia. Nos hablaron además de la relación estrecha entre el low tech y la ideología colombiana de 'bandearse con lo que haya'. Finalmente, nos confesaron que tienen planes de conquistar el mundo bio-médico y hacer que ciertas prótesis sean más baratas construyéndolas con la basura tecnológica que recogerán en las callesy chatarrerías, transformándolas en sensores inspirados en la experiencia sonora de animales como el tiburón martillo o las arañas desérticas.

Juan Cortés experimentando con arduino y circuit bending, en Tonalá. Fotografía tomada por Lina María Velandia.

En una sociedad que se enfoca en la imagen, ustedes decidieron apostarle al sonido y a las experiencias que este genera, ¿qué les atrae tanto del arte sonoro?

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Juan Cortés: El culto a la imagen ha sido mucho más fuerte que el culto al sonido; sin embargo, el campo sonoro es muy rico y tiene mucha materia prima para explorar. La experimentación sonora ayudó a la creación del circuit bending , una técnica que consiste en alterar dispositivos electrónicos con fines creativos, y en crear sintetizadores inéditos. Además, la ruptura con la academia con lo que llamamos, tradicionalmente, "música", ha permitido que las posibilidades creativas se expandan.

David Vélez: El sonido en los últimos cincuenta años se ha vuelto un tema muy interesante, con el desarrollo de las armas sonoras, como el dispositivo acústico de largo alcance, y la psicoacústica, que estudia la percepción del sonido. Después de vivir en una sociedad enfocada en lo visual, aparece el sonido brindando una nueva realidad. Cuando trabajas en la experimentación sonora estás apuntando a lo qué sucederá, trabajando en la vanguardia y buscando cómo entender la realidad de una manera diferente. Cuando se aleja de las concepciones académicas, el arte sonoro propone una visión emocional e incluyente. El sonido permite hablarle a un público más grande a través de la emoción pura; y esa es, básicamente, la experiencia que estamos viviendo con RADAR.

RADAR, el proyecto en el que trabajan en este momento, es un festival que exige que sientas y vivas a través de tus oídos, propone experimentar el arte sonoro fuera del museo de paredes blancas y recorridos laberínticos.

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DV: Exacto. El valor agregado de RADAR es que se apropia del arte sonoro y lo presenta de una forma muy incluyente y cómoda. El video arte siempre ha tenido problemas a la hora de presentarse, siempre se ve en una banquita en un museo, de una forma muy incómoda o de mala visibilidad. Nosotros pensamos: "¿Por qué no metemos el tema del cuerpo y de la comodidad en medio de esta experiencia artística?". Lo mismo con el sonido pues cuando te sientes bien y estás muy relajado, captas mejor la emoción del arte sonoro.

JC: Esto nunca se había hecho en Colombia. Sacamos el video arte de la galería y lo pusimos en una sala de cine. Así todo el mundo tiene al alcance estas obras y no se sienten intimidados por unas paredes frías de un museo, la idea de un cubo blanco o lo solemne de una galería, porque creo que todo eso es basura. RADAR es para compartir, para que la gente viva y comparta el arte sonoro.

Still the Origen de Juan Cortés. Obra estrenada en la primera fecha de RADAR.

Esta vez es Cine Tonalá, pero otros de sus experimentos sonoros los han llevado a prender lugares legendarios como el Red Door, el último paraíso del rock y la anarco cultura de los 70 en Manhattan.

JC: En febrero del año pasado, cuando estuvimos en Nueva York, David y yo conocimos una organización que se llama Hyphen Hub, conformada por Asher Remy-Toledo y Mark Bolotin, que busca juntar el arte, la tecnología y el 'business'. Ellos hacen eventos en Manhattan en el Red Door pero, ahí va la historia que es interesante (ríe), este lugar esta cercano a su fin, debido a la gentrificación, es decir a la invasión de edificios por los yuppies en el mítico barrio de Chelsea recordada por ser, hace muchos años, la zona rosa de la ciudad. Tristemente el Red Door ya no es sostenible y debe ser demolido. Los de Hyphen Hub me llamaron para que hiciera un concierto de despedida para el lugar.

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Muy emocionado, propuse un performance in situ para el Red Door donde mediante un circuito construido para este concierto, amplifiqué con mi cuerpo las ondas electromagnéticas del lugar. Esa noche toque junto a Daniel Neumann quien en una tarea arqueológica desempolvó y manipuló los equipos abandonados de todas las bandas que habían tocado en el lugar, entre estos, aparatos de los Rolling Stones y Nick Cave que estaban guardados en el sótano.

Ese réquiem experimental dedicado al Red Door y toda su tradición de sexo, drogas y Rock & Roll, les trajo nuevos canales para seguir experimentando con lo sonoro. Y en ese marco ¿De qué se trata la exposición en el MoMA que les propusieron hacer después de este performance?

JC: Esa noche teníamos gran compañía. Estaba Barbara London, curadora de la colección de video del MoMA, junto a la curadora de nuevos proyectos de tecnología del museo. Se mostraron muy interesadas por mi trabajo, por ser un latinoamericano que experimenta con nuevas tecnologías y con arduino, una interface que conecta el mundo real con el computador. Me felicitaron y quedamos en contacto. Después de mucho tiempo, cuando yo ya estaba de vuelta en Colombia, me escribieron diciéndome que querían que planteara un proyecto que involucrara arduino y la tecnología para hacer un taller de educación y una presentación en el museo, en el mes de octubre. Entonces, le pedí a Vélez que trabajara conmigo y se encargara de lo que viene después de los talleres, es decir darle la cara artística al proyecto.

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La idea que tuve fue trabajar con basura y residuos tecnológicos, abriendo las máquinas en desuso para construir sensores basados en los animales. Por ejemplo, inspirados en el tiburón martillo que tiene la capacidad de escuchar a través de ondas electromagnéticas. Todo esto con el fin de resignificar la obsolescencia de las máquinas y la tecnología.

¿Por qué mezclar el arte sonoro con low tech,o residuos tecnológicos que se desechan por su simplicidad, en estos talleres del MoMA?

DV: En países como Colombia la tecnología es mucho más costosa e inaccesible que en otros países. Esto hace que la gente se vuelva más recursiva y se defienda con lo que haya usando, por ejemplo, elementos desechados en de la basura. Como Estados Unidos es la capital del consumismo, la idea es llevar esta ideología tan colombiana del reciclaje, de 'bandearse' con lo que haya, como una posición contracultural de fuerte impacto. Queremos cuestionar lo que sucede en este momento con la tecnología y retomar las cosas obsoletas.

Si te dicen: "Ese computador ya no sirve", tienes que preguntarte: "¿No sirve para qué?". El desarrollo de estos talleres y de la presentación propone una visión crítica y recursiva del uso y la vitalidad de las máquinas.

Pero, ¿y el sonido?

JC: Lo que se va a hacer es que se van a implementar estos sensores, inspirados en animales y en personas. Todo esto junto a Santiago Cortés, mi mejor amigo, un ingeniero electrónico que actualmente vive en Finlandia y está haciendo una maestría en señales electrónicas. Él estará a cargo de los talleres y Vélez se encargará de la presentación estética sonora, a modo de conciertos. Esto se va a hacer con artistas de Nueva York a quienes les pediremos que colaboren en el proyecto.

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DV: Todo va a girar alrededor de cómo el hombre, en un principio, tuvo una desventaja física; es decir que el humano era inferior a los animales en muchos sentidos. Después de un proceso de análisis, de observar cómo cantan los pájaros o cómo se comunican los animales, esta debilidad se transformó en superioridad. La línea curatorial es cuestionar cómo la palabra desventaja se convierte en una ventaja, porque en cada momento se exige ver más allá.

Performance de los artistas sonoros, David Vélez y Juan Cortés.

¿Qué otras reflexiones propone este proyecto, además de la crítica al consumismo y la condición humana y el sonido natural?

JC: Buscamos que esta tecnología que puedes hacer tú mismo, se convierta en una prótesis que supla las desventajas sensoriales de muchas personas. Todo esto a partir de los animales y de lo que está presente en la naturaleza. No solo habrá una aplicación estética, sino que se puede encontrar una aplicación en la medicina.

Además, se pensará en el precio de estos artefactos. Generalmente, este tipo de tecnología médica es muy cara pero nosotros la construiremos a partir de basura, o sea que saldrá más barato. La idea es hacer una obra sonora con mucho eco.

Conoce más del trabajo de estos dos artistas: David Vélez y Juan Cortés.

Sigue a Camila Tovar.