FYI.

This story is over 5 years old.

Cultură

Cómo es vivir en el Delta de Buenos Aires: la comunidad contra el cierre de sus escuelas

Intereses cruzados entre gigantes inmobiliarios, el poder político y los vecinos que habitan uno de los ecosistemas más particulares del mundo
Gentileza del Frente de Docentes Isleños

Artículo publicado por VICE Argentina.

El día de María del Rosario empieza en una lancha escolar. Casi siempre hay un bote que avanza roncando, un laberinto de ríos selváticos y un jardín, el 920 del arroyo Las Cañas, como el muelle del sueño. Ella duerme mientras afuera clarea; se adivina la nube verde de los árboles que no terminan nunca, el agua mece. Va en brazos de su maestra. Y ambas en los mil brazos del Río Paraná.

Publicidad

La simbiosis humanidad-naturaleza tiene en este delta de 14 mil kilómetros cuadrados una expresión milagrosa. Entre más de 200 ríos, arroyos y canales que fluyen por dos provincias —Buenos Aires y Entre Ríos— se enmarca una comunidad que creció y crece arriba de botes. Un día tendió la electricidad, otro día hizo llegar Internet, abrió la selva para despejar la tierra y plantó para comer, vender y construir, hasta que un buen día comenzó a abrir escuelas.

'

Sin embargo, para la Dirección General de Cultura y Educación (DGCE) de Buenos Aires puede que no sea una prioridad: con el pretexto de "optimizar recursos", el ente regulador de las escuelas bonaerenses las cerró. Los isleños se movilizaron, evitaron los cierres y expusieron conflictos de intereses e inmobiliarias cuando declararon que "no les interesa la vida en las islas".


Relacionados: Fuimos a una escuela para personas trans en Buenos Aires


El inicio: un mundo y un derecho

Todo comenzó con un papel. Quince días antes de empezar las clases, la DGCE envió un comunicado a ocho directoras del distrito de San Fernando y les notificó la "clausura temporal" de sus escuelas. Eso para los isleños afectados significa mucho, Estela Álvarez mamá de María del Rosario, quiso llorar cuando terminaba de leerlo. Estábamos a dos horas y media en lancha del puerto de Tigre junto a maestros del Frente de Docentes Isleños en la única biblioteca popular de las islas. Con el microclima selvático como marco, se discutió qué hacer.

Publicidad

"Si cierran el jardín no voy a mandarla a otro hasta que vaya a preescolar", contaba Estela. Y explicaba: "Hay chicos que solo se pueden adaptar en este jardín. Es su mundo y es su derecho. Mi hija a sus dos años ya es más independiente debido a ese contexto. Lo quiere y lo pide, y si le gusta la voy a apoyar. Ahora estábamos por festejar sus tres años. Ella, sin jardín, sólo lo festejaría con gente grande.

Marisa Negri, referente del Frente de Docentes Isleños, amplió la perspectiva: "En un lugar como este, depende del agua, del combustible, de la madre, de la noche para salir y de los arroyos, las escuelas tienen una razón de ser más complejo de la que tienen en la ciudad ".


Relacionados: El remo como una forma de resistencia


“Los pibes lloran cuando las clases terminan porque van a estar todo el verano sin verse" contó Negri. Los chicos que aprobaron todas las materias se suben a la lancha porque van a ver a sus amigos que rinden exámenes de verano. La escuela es el espacio, acá no hay plazas o parques. Además, las lanchas escolares son los únicos servicios de las personas sin bote o con bote roto para poder llegar al arroyo donde pasa la lancha de transporte público de pasajeros. Entonces si la escuela cierra, el arroyo muere”.

El medio es el problema: la naturaleza del conflicto

Luis Andreotti es intendente de San Fernando y casi arranca el ciclo lectivo 2018 con ocho escuelas menos. Cuando VICE le preguntó por qué la DGCE cerraría escuelas en una zona rural, el mandatario municipal argumentó: "Desconocen el funcionamiento de una escuela de la isla, donde no hay solo educación sino que tiene todo para trasfondo social y productivo. Porque si la gente no tiene escuelas para los hijos, sencillamente no viene a vivir al Delta. También creo que subestimaron a la población, que tiene un sentimiento muy arraigado por este modo de vida. No se entiende una medida asÍ, creo que es un error por desconocimiento y desidia. Una cosa es decir que la educación es la clave para el desarrollo futuro del país, y otra cosa es poner eso en el presupuesto y ejecutarlo ".

Publicidad

Por su parte, desde el arroyo Las Cañas, el vecino Telmo Berho empezaba a intuir algo más que un error inocente. Nadie echa raíces, forma familias o planifica su vida en lo profundo de la selva bonaerense porque sí. No hay moda o capricho en la vida del islero: lejos de los servicios y las seguridades de la ciudad, la vida río adentro puede ser áspera como una espina y mansa como un atardecer desde el muelle. “Hay cosas acá que son difíciles, uno depende del bote, del combustible… pero cuando yo salgo a trabajar a la mañana salgo al río y veo cruzar a las garzas. Y voy con ese paisaje al trabajo. Esas cosas son impagables”, resumió Telmo.

Acerca del conflicto, Berho fue taxativo. “Es como si fuéramos un número. Como si no fuéramos personas. Se nos castiga para que abandonemos este lugar. Acá mandaron a clausurar en la Isla Martín García, un lugar que está literalmente en el medio de la nada. Si cerras un jardín o una escuela ahí, estás abandonando a la gente. Sigo sin entender cuáles son las ventajas, si hay un negocio inmobiliario. Pero sea cual sea ese beneficio, no es para nosotros”.

Gentileza del Frente de Docentes Isleños

Lejos del verde salvaje de las islas, en el Juzgado Federal Nº1 de San Isidro, la jueza Sandra Arroyo Salgado tiene a su cargo una causa contra Colony Park, un emprendimiento inmobiliario enorme que propone convertir a una porción del Delta en un country naútico de lujo. En 2011 la empresa fue denunciada por organizaciones ambientalistas y sociales de dragar arroyos y desviar sus cursos en connivencia con funcionarios provinciales y del municipio de Tigre. Además, denunciaron amenazas e incluso incendios en propiedades de isleños que no querían a venderle sus terrenos a Colony.

Publicidad

Lo que sí siguió su curso fue la investigación, que terminó con el procesamiento en 2016 de los empresarios Hugo, Sergio y Adrián Schwartz —embargados cada uno en 35 millones de pesos— junto a los socios del proyecto Eduardo Carrasco y José Billoch. Asimismo, por parte del Estado provincial fueron procesados los ex directores ejecutivos del Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible, José Molina y Ana María Corbi. En el caso de los funcionarios de Tigre, la jueza procesó a Antonio Grandoni, Carlos Vitto y Eduardo Cergnul. Todos con una carátula judicial de “abuso de autoridad y violación de los deberes de funcionario público” y un embargo de cinco millones de pesos.


Relacionados: La vida en un placard (o cómo recorrer tu casa en cinco pasos)


A pesar del avance en la causa, Colony Park continúa publicitándose en Internet. “Nuestro Master Plan busca mejorar la calidad de vida de sus habitantes combinando la vida urbana con la seguridad y tranquilidad de una isla privada y para ello le ofrecemos 900 lotes”, promociona su sitio.

Diego Domínguez, uno de los fundadores de la cooperativa Isla Esperanza —organización de trabajadores isleños que denunció a Colony Park— advirtió : "Desde hace años pareciera estar llevándose un plan para deshabitar la zona que ya de por sí tiene pocos habitantes. Primero nos sacaron los surtidores de gasolina en el arroyo y ahora nos quieren cerrar las escuelas. Si a eso le sumamos que el sistema de salud es sumamente precario, que no hay propuestas educativas terciarias que inviten a los pobladores a permanecer en las islas, que el suministro de energía es deplorable, que el transporte es lento y caro, y encima hay cada vez más emprendimientos para loteos de barrios cerrados, muchas veces en conflicto con el territorio y el ambiente, el mensaje es que a nadie le interesa lo que pasa con los isleños".

Publicidad

Gentileza del Frente de Docentes Isleños

El fondo: algo va a traer el agua

Uno de esos isleños de tradición es David Ricciardo, vecino del arroyo Caracoles y padre de un niño pequeño que inauguró la tercera generación de su familia en criarse y educarse en el Delta. A David le costaba poner en palabras lo que significa vivir ahí. La escuela a la que asiste su hijo y que intentaron cerrar es la misma a la que fue él. “Tengo muy naturalizado vivir acá" sintetizó Ricciardo. "Tuve la suerte de conocer a una mujer que no era de la isla y que se arraigó mucho porque le gustó la manera en la que vivimos: la tranquilidad. Los chicos acá no tienen contacto con muchas cosas de la ciudad que pueden ser complicadas. Es el estilo de vida lo que nos gusta y nuestro miedo es que un día tengamos que levantar el ancla e irnos”.

David hace una pausa, las ramas se mueven, unos pájaros rayan el cielo. Si hay algo común al isleño, como lo escribió Roberto Arlt en sus Aguafuertes, es "esa peculiar dignidad de los hombres del Delta que han absorbido durante muchos años la serenidad del agua y de los árboles”. “Pero esta vez —prosiguió David— nos tocaron una cosa muy importante. El Estado está acostumbrado a que la gente de la isla no haga ruido, pero una escuela es algo más que lo educativo y lo sentimental, es una herramienta. Con una escuela en la orilla podemos pedir que saneen ese arroyo, por ejemplo. Puede que el islero sea tranquilo, pero esta vez nos tocaron a nuestros hijos y a nuestro amor propio”.

Gentileza del Frente de Docentes Isleños

Y eso es lo que trajo el agua a las casas de hombres, mujeres y niños responsables de que esta geografía bruta pueda denominarse, por su voluntad de vivir acá, Argentina: una conciencia de que la simbiosis con el entorno es tan importante como la simbiosis con el otro.

Así como la naturaleza enlaza la vida entre las islas, la conciencia empodera el destino de estas familias. "Tuvo que pasar esto para tener un grupo de Whatsapp con los padres, para que nos encontráramos con vecinos de lejos, pero sí pasó para que estemos unidos, entonces tenga sentido"; concluyó Berho. Con la madre del conflicto en la baja y los recién nacidos del jardín navegando en brazos de sus maestras, la vida en el Delta sin desviar su curso. Al menos por ahora.