FYI.

This story is over 5 years old.

Cultură

Siempre te amaré, Tony Soprano

La genialidad de Gandolfini, sus escritores y directores, fue crear a un personaje tan real, tan completo que te hacía sentir que vivías con él.

Una imagen de Los Sopranos.

Últimamente es como si estuviéramos en una carrera por anunciar la muerte de celebridades, para después contar algún chiste al respecto. Tras la muerte de Thatcher, personas que llevan años esperando al fin pudieron sacar sus armas. Mandela todavía no está muerto, pero eso no evita que la gente se adelante con las bromas.

No los voy a sermonear sobre esta forma de humor negro moderno, es una reacción muy natural en un mundo donde las noticias llegan rápido, y las carreras se forjan dependiendo de quien pueda contarla más rápido. Estoy seguro que yo lo he hecho. Pero antier por la noche, en las últimas horas de una noche pegajosa de verano, recibí la noticia de la muerte de una celebridad sobre la que nadie estaba haciendo bromas. Una muerte que se sintió más como una muerte en nuestra familia colectiva que una noticia para hacer chistes.

Publicidad

James Gandolfini, actor y símbolo estadunidense, murió a sus 51 años. Estaba de vacaciones con su familia en Italia cuando sufrió una paro cardiaco, dejando atrás a su esposa Deborah Lin, su hija Liliana y su hijo adolescente Michael, a quien tuvo en su primer matrimonio con Marcy Wudarski. Para los comediantes en internet no parecía haber una broma que valiera la pena contar. Twitter se convirtió en un escenario solemne de absoluto respeto; mi página de facebook se transformó en una serie de fotos de grandes momentos en Los Sopranos. Parecía que la inesperada muerte de una ser humano tan fantástico y talentoso, tan joven, había bloqueado nuestras tendencias humorísticas en las redes sociales.

Creo que la gente reaccionó de este modo por varias razones. Primero que nada, por todo lo que logró con Los Sopranos. Estoy seguro que en los próximos días se hablará mucho sobre cómo Gandolfini logró hacer que un monstruo nos resultara tan agradable, sobre cómo logró hacer de un asesino un personaje tan encantador. ¿Pero era Tony realmente encantador? No estoy tan seguro. Definitivamente tuvo sus momentos encantadores, y momentos en los que resultaba agradable. Pero si algo era Tony, era cognoscible. Y creo que es eso lo que hizo que su personaje fuera tan amado.

Es muy fácil para un actor ser agradable con un poco de estilo, algunos trajes elegantes y un buen guión. Los Sopranos tenía todo esto en exceso. Pero la genialidad de Gandolfini, sus escritores y directores, fue crear a un personaje tan real, tan completo que te hacía sentir que vivías con él, ya sea que estuviera de malas comiendo huevos durante el desayuno en el bar de su casa, o esperando solo en su auto a las 3AM esperando a su objetivo. Todo sobre el personaje era tan perfecto. Su forma de respirar cuando estaba enojado, los trajes horribles que usaba, el chaleco a la hora de tener sexo, su terrible hipocresía y su maldito sentimentalismo. La forma que tenía Gandolfini de expresar una serie de emociones usando sólo los hombros, transmitiendo más información sobre los sentimientos del hombre con ese tronco enorme cubierto de poliéster, de lo que podrían muchos actores usando sus bocas imparables, sus brazos excesivamente gesticuladores y un ceño fruncido.

Publicidad

Tony era alguien a quien conocíamos. No necesariamente alguien que me cayera bien o con quien quisiera pasar mucho tiempo, pero se sentía como una persona en mi vida y no alguien con quien compartía una hora en mi laptop.

Sin duda, esto se debía en parte a que Gandolfini era una persona tan normal. Claro, golpeaba periodistas, pero tú y yo también lo haríamos si fuéramos güeyes de dos metros hasta la madre de sus pendejadas. (En especial si, como señala este increíble perfil en Vulture, fuéramos tan tímidos como Gandolfini.) No estaba lleno de sí ni obsesionado con su persona como pasa con muchos actores y celebridades. Parecía un hombre de clase trabajadora con mucho talento, la clase de persona famosa que nos gustaría ser. Alguien que llega a trabajar, hace un gran papel y se la pasa bien sin alardear al respecto.

Me tomo unos meses ver Los Sopranos durante una etapa de mi vida en la que dejé de ir a la universidad y me dediqué a preparar sándwiches a altas horas de la noche. El programa, poco a poco, se convirtió en mi vida. Afectaba mi forma de hablar, mi dieta, mi evaluación del día a día. Si hacía algo malo, me preguntaba si Tony o Paulie estarían enojados. Cuando moría uno de los personajes principales, me ponía de malas durante días.

Debo decir que Gandolfini fue el primer ícono en el box set o la caja de DVDs. La llegada de los box sets, y su predominancia a lo largo de la última década, no ha permitido tratar nuestro programas favoritos como si fueran libros; devorándolos a nuestro propio paso, para poder navegar todas sus profundidades. Gandolfini no era sólo el primer ícono en el box set, también fue el primero en morir y, en mi opinión, también el mejor personaje en surgir de todas esas series que han cambiado la forma en la que la gente ve televisión: The WireMad MenBreaking Bad, etcétera. No sería ridículo decir que Gandolfini cambió la actuación estadunidense, pues era el Rey de la programación de HBO, el hombre estelar que definió un molde para otros como Don Draper, Walter White y Jimmy McNulty.

Antes de él, parecía que actuar en televisión involucraba hacer un trabajo pasable y consistente con los bajos presupuestos que llegaban tan rápido como se esfumaban, y agradarle al público lo suficiente para mantenerlo entretenido durante algunos meses. La crema y nata de la actuación estaba reservada para las películas, pero incluso cuando un actor era suficientemente talentoso para habitar a su personaje, las películas siempre han sido demasiado breves para que el público se de cuenta de ello. La habilidad de Gandolfini como actor era poder combinar ambas cosas para producir un efecto glorioso, y adaptar la genialidad de los mejores actores de la pantalla grande a la profundidad y familiaridad que la televisión hace posible. Después de su papel como Tony, la actuación empezó a ser cuestión de magnetismo, matices y absoluta encapsulación. Era una nueva escuela de actuación entre el teatro experimental y el reality, y cambió nuestra manera de absorber la cultura para siempre.

Podría hablar durante horas sobre mis momentos favoritos en Los Sopranos y lo brillante que era James Gandolfini. Si no has visto la serie, deberías. En mi opinión, se trata de la mejor crónica de la vida en el siglo XXI. La perfecta evaluación de sus decadencias y dificultades, sus tragedias cómicas y sus comedias trágicas. Es un show sobre dinero, sexo, poder y familia, y está allá arriba con cualquier cultura jamás creada. En el fondo se trata de James Gandolfini, un ex bartender de Nueva Jersey que logró callar a los trolls al convertirse en una verdadera leyenda de la actuación; y quizá porque creíamos que existía la posibilidad de que nos hiciera esto si no agarraba riéndonos de él.

Sigue a Clive en Twitter: @thugclive