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VICE Sports

El auge de las palomas mensajeras en Jalisco

Una paloma mensajera de competencia se valúa en miles de puntos o dólares a través de las victorias. Tal como Usain Bolt o maratonistas que al cumplir exitosamente con sus fatigantes justas alcanzan el olivo, se cotizan y entran en la élite del deporte.

Suelta de entrenamiento, Asociación Colombófila Mexicana

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"Vamos a hacer la subasta lo más rápido posible para que después comamos con calma y podamos convivir, pues es uno de los fines de este evento", apunta solemnemente Cleofas Casillas, anfitrión y presidente del Club Colombófilo Alas, en Capilla de Guadalupe, Jalisco. "El primero que tenemos, el 97778, es un macho, un Jan Arden Standard", hay un minúsculo silencio en la multitud y de pronto un niño levanta la mano: "¡Ahí están los tres mil!", replica Cleofas de inmediato.

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Estamos en una casa de dos plantas acondicionada como club y palomar. Decorada con herrajes de palomas que adornan la fachada ocre en la que se lleva a cabo la subasta de 300 animales pura sangre. El precio base es de tres mil pesos —o puntos— para quien los ofrezca primero y de ahí las cantidades ascienden. Son palomas, pero no de cualquier tipo. Son mensajeras del palomar de Mariano Palacios, ex gobernador de Querétaro y reconocidísimo colombófilo. Político de la vieja guardia, que con la actual administración federal, ha sido promovido como embajador mexicano en el Vaticano. "Es por eso que no puede hacerse cargo de su muy trabajada línea de sangre", me dice mi contacto. Aquí en Capilla se encuentra una buena parte de su pie de cría.

Mientras la gente levanta la mano frenéticamente, Casillas grita números con maestría de vendedor de antigüedades: "¡3,100! ¡3,200! ¡3,300!" Después de algunos segundos, al fondo del pasillo, un ranchero de amplia barriga y tez clara levanta el brazo con ánimo. Cleofas revira impulsivo antes de seguir la cuenta: "¡4,500!" Continua serio, pero enérgico: "4,600 a la una, 4,600 a las do…" Alguien más erige el brazo antes de que pueda terminar de pronunciar "¡4,800! ¡A la una!" Una meseta de silencio colma el garage, todo parece indicar que esta puja será la definitiva: "a las dos…", nadie alza un dedo. "¡A… las…tres!…¡Se fue!"

Un sujeto bajito en compañía de un niño compra un palomo, un cuarto Jan Aarden, tres cuartos De Lange, apellidos de dos de los criadores de palomas de raza más reconocidos a nivel mundial, que alcanzaría una de las cifras más aplaudidas: 14, 800 puntos. "¡A ése no le acepten cheque, eh!", repara humorísticamente mi contacto, que es de los más modestos, pues desembolsaría a la hora de pagar 39 mil puntos en palomas del embajador. La más cara de ese día "volaría" en 18 mil.

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Subasta en Capilla de Guadalupe, Jalisco

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Una paloma mensajera de competencia se valúa en miles de puntos o dólares a través de las victorias. Tal como Usain Bolt o maratonistas que al cumplir exitosamente con sus fatigantes justas alcanzan el olivo, se cotizan y entran en la élite del deporte. Algo similar ocurre con estos atletas alados.

Ya no entregan mensajes como en el siglo 19, época en la que el judío Reuters —fundador de una de las actuales agencias de noticias más poderosas— se valía de estos animales. En ese entonces, y ahora, lo que apuraba estas aves era el regreso a casa: su palomar.

Ha sido el hombre quien ha manipulado —y potenciado— esta maravillosa cualidad de ubicación de las aves, pero no es cualquier tipo de paloma. Es sólo una raza entre 310 la que posee dicho sentido magnético de orientar su regreso a casa. Curiosamente regresa al lugar donde nació.

Semental de origen cubano del Palomar Enrique Playán Tersol

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El escritor especializado H. Mackrott, en el libro Palomas de raza, revela que hay muchas teorías al respecto sobre el regreso de las palomas: "Si las palomas tuvieran una brújula interna, un reloj interno, y una sensibilidad para la posición del sol, entonces, sería al menos teóricamente posible la capacidad de encontrar el camino de regreso a casa".

El hombre ha hecho sistemática la resistencia y el performance de las palomas: la paloma fue el segundo animal en haber sido domesticado después del perro; se han convertido "atletas" que pueden llegar a recorrer hasta dos mil kilómetros sin parar, sea sobre tierra o mar. El "milagro de orientación" se ha probado al límite. La paloma mensajera ha representado múltiples significados a través del curso de la humanidad y ha sido objeto de adoración milenaria. En el Antiguo Testamento se cuenta de aquel valiente animal que, como emisario divino, trajo una rama de olivo a la embarcación de Noé en señal de esperanza en medio del diluvio, fue una paloma. A. Blechman, autor del bestseller Palomas, recuerda que fue una paloma la que trajo de vuelta los resultados de los primeros juegos olímpicos en el 776 antes de Cristo. La mensajera que 2,500 años más tarde llevaría las primeras noticias de la caída de Napoleón en Waterloo. Según estimaciones de Blechman, cerca de un millón de palomas sirvieron en las dos guerras mundiales y han sido condecoradas por haber salvado miles de vidas humanas.

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Paloma de velocidad juega con su entrenador, Palomar Enrique Playán Tersol

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Una paloma mensajera equivale a una libra de plumas, carne y huesos que poseen la capacidad de volar largas distancias. Blechman expone que las palomas mensajeras en estado salvaje tienen una expectativa de vida de entre tres y cuatro años, mientras que en cautiverio pueden llegar a vivir hasta dos décadas. Acerca de su depurada construcción física, Blechman describe: "Con huesos huecos, capaces de reservar grandes cantidades de oxígeno, un fuselaje ajustado o sumamente aerodinámico, gigantescos músculos pectorales que representan un tercio de su masa corporal, y la habilidad de trabajar indefinidamente sin la necesidad de dormir, la paloma de roca es un verdadero cohete alado, diseñado para la velocidad y la alta resistencia al vuelo".

Carlos Orendáin es un personaje célebre en la colombofilia mexicana, uno de los colombófilos de más prosapia en el medio nacional. Radicado en Francia en los 70, compitió en el Cercle Colombophille de Toulouse, donde ganó un campeonato de pichones. Lo que lo convierte en el único mexicano en ganar un campeonato en suelo europeo hasta la fecha.

Diferencia de tamaño entre palomas de velocidad

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"Un día en mi casa, mi primo vio unas palomas de fantasía que no eran mensajeras y me dijo: 'Yo te voy a regalar unas de verdad'. Pensé que era puro cuento pero un día, llegó y me dejó dos parejas de palomas. Les habían cortado las alas para que no se fueran. Cuando subí al cuarto de servicio, estaban escondidas debajo de la cama. Me asomé a verlas y observé los colores muy oscuros, con una narizota, y dije: 'Que feas están esas cosas'. Porque las mías eran de fantasía, ya sabes, blanquitas, bonitas, con su copetito. Total que un día tuvieron hijos, tanto unas como otras, y me las llevaba a la escuela, pero las únicas que regresaban eran las mensajeras. Entonces me empezaron a interesar y me dije: "No, pues éstas sí son listas".

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"Las de fantasía nunca regresaron", dijo Carlos Orendáin. "Mi primo, sin ser colombófilo, me empezó a explicar que esas palomas regresaban. Yo, siendo un niño, quedé maravillado, pero al mismo tiempo consideraba medio charlatán a mi primo. Entonces empecé a hacer mis pruebas. En la bicicleta llevaba a unas calles de mi casa a los pichones, hijos de las mensajeras, los soltaba y se regresaban. Luego más lejos y más lejos".

"Vivía en la colonia Roma e iba en la escuela primaria a Mixcoac. Estaba en tercero de primaria, llevaba mis palomas y las soltaba ahí, en el recreo, era medio show. Entonces me hacían bola todos los chavos. A mi mamá le mandaba mensajes como: 'No voy a ir a comer, voy a ir a casa de Saucedo'. Entonces soltaba la paloma. Cuando llegaba a la casa, mi madre iracunda preguntaba: '¿Qué pasó? ¿¡Dónde andabas!?' Le decía que le había mandado un recado con la paloma y no me creía. Subíamos al palomar y le comprobaba que sí era cierto. A los diez años empecé con mis primeras palomas", agrega alegre.

Eduardo Buenrostro, derecha

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Eduardo Buenrostro lleva más de 75 años compitiendo ininterrumpidamente, según revela. Aunque la colombofilia es una actividad deportiva y reconocida oficialmente en México por la Confederación Deportiva Mexicana (CODEME) y la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (CONADE), está disminuyendo en el la Ciudad de México. "En el DF ya no hay azoteas para tener palomas. Los jóvenes tienen departamentos, ahí ya no se pueden tener. Por eso la colombofilia es tan chiquita en el DF, ya no hay techos, la gente no tiene propiedad, es más fácil que lo tengan donde hay casas de interés social, que tienen techos planos. Si tienen techos inclinados se la pelan. Por eso la colombofilia ha crecido en pueblos como Capilla de Guadalupe, San Ignacio, Arandas o Tepatitlán".

"El colombófilo que no gana se desanima, porque para ganar hay que entrenar. Y salir de esta ciudad a la carretera a entrenar es mortal, pierdes el día", argumenta el septuagenario, ostentando un aire de sabiduría. "El repunte de la colombofilia en México es la provincia".