medio ambiente

Qué hacer si la ansiedad ecológica está arruinando tu salud mental

Con un futuro impredecible por delante, la Generación Z aún se las arregla para encontrar esperanza en un mundo que arde ante nuestros ojos.
Protesta en favor del clima
Fotografía por Lincoln Lute

Artículo publicado originalmente por i-D Reino Unido.

Cuando eres joven, miras hacia el futuro con dosis iguales de temor y optimismo: temiendo las consecuencias obligatorias que conlleva envejecer, pero ansiando responsabilidad de todos modos. Hace 30 años, a la generación de los baby boomers la amenazaba la posibilidad de que la guerra causara una especie de apocalipsis nuclear. Hoy en día, esa sensación de incertidumbre en se genera por algo diferente.

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La crisis climática ha moldeado drásticamente el destino del planeta. Ya conocen este asunto. Los científicos han afirmado que tenemos solo doce años para salvarnos de la fatalidad inminente, pero la avaricia corporativa y quienes niegan la crisis climática y se encuentran en posiciones de inmenso poder político nos están impidiendo hacer cambios cruciales y globales. ¿Cómo procesamos esa información?

Fred tiene 20 años y es de Sídney. "Leí en alguna parte que el cambio climático es un concepto demasiado grande para entenderlo completamente, y creo que mi relación con él también es así", dice. “Es demasiado grande, aterrador y confuso para entender cómo enfrentarlo, o incluso cómo está provocando mi ansiedad. Sé que es real y catastrófico”. Fred es uno de los muchos jóvenes cuya visión del futuro se ha visto nublada por la posibilidad de que la crisis climática nos lo arrebate. Un pensamiento oscuro, pero que no se puede ignorar si tenemos alguna posibilidad de detenerlo.

Las palabras de Fred hacen eco de los pronunciamientos de Greta Thunberg en su discurso en la Cumbre de Acción Climática de las Naciones Unidas, un momento revolucionario para aquellos que miran con ignorancia el desastre climático. "Han robado mis sueños y mi infancia con sus palabras vacías", dijo Greta. “Sin embargo, soy una de los afortunadas. La gente sufre. La gente se está muriendo. Ecosistemas enteros se están derrumbando. Estamos ante el comienzo de una extinción masiva, y de lo único que pueden hablar es de dinero y fantasías sobre un crecimiento económico eterno”. El pesimismo como punto de partida es importante, porque proporciona un camino para un viaje hacia la redención y necesitamos eso con urgencia.

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Los vínculos entre la salud mental y el cambio climático son un tema de estudio relativamente nuevo, con el primer informe completo publicado en marzo de 2017 por la Asociación Americana de Psicología (APA). Uno de sus capítulos analiza la "solastalgia": esa sensación de angustia que experimentamos cuando perdemos algo que es importante para nosotros debido a la crisis climática. También se conoce como "ansiedad ecológica": un término que captura sentimientos similares de pérdida y miedo a medida que las especies se extinguen, los mares se elevan por encima de los hábitats de las criaturas y la vida de las plantas se ve arruinada por los desastres climáticos.

Gabriela tiene 24 años y es de Puerto Rico. Su isla todavía está lidiando con las secuelas del huracán María. "No había suficiente aceite o comida para todos", dice. “Me gradué este verano y decidí tomarme un año fuera de la universidad, pero las noticias sobre qué tan rápido avanza el cambio climático me han mantenido estancada aquí. Originalmente, quería ser guionista, pero eso parece muy lejano ahora. Es difícil conceptualizar un futuro”. Planea mudarse pronto a la parte continental de Estados Unidos; no por deseo, sino por la necesidad de sobrevivir.

La doctora Julie Scheiner es una psicóloga que trata con jóvenes que sienten los efectos de la ansiedad ecológica. "Les digo a todos los jóvenes que asisten a terapia: tienes una voz, así que úsala", comenta cuando le pregunto cuál es el remedio más eficaz para la ansiedad ecológica. “Protestar es la única forma de hacerse oír, y si no te sientes lo suficientemente fuerte para decirlo tú mismo, puedes sentirte más seguro si lo haces dentro de un grupo. Reúne a las personas que están de tu lado y que entenderán cuáles son tus motivos. Es importante, porque están sucediendo muchas cosas que hacen que los jóvenes se sientan mal, pero involúcrate y asegúrate de tener una voz también”. Ella sabe que las actitudes de las personas mayores podrían estar dando forma a la narrativa dominante en este momento, pero eso cambiará: "Nuestro tiempo ha terminado", dice de los adultos del mundo. "¡Ustedes son la próxima generación!".

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El reporte antes mencionado de la APA señala cuatro formas con las que podemos controlar colectivamente nuestra propia salud mental en un momento de crisis como este: debemos fortalecer la creencia en nuestra capacidad de recuperación, fomentar el optimismo, cultivar las habilidades de superación y autocontrol, mantener prácticas que ayuden a proporcionar un sentido de significado y promover nuestros lazos con la familia, el lugar, la cultura y la comunidad.

Para Gabriela, es simple: "Películas, música, literatura y mis amigos", comenta. "No siempre funciona, pero alivia mi mente por un tiempo". Ella también cree que la catarsis proviene de las cosas pequeñas. “Limito la cantidad que leo sobre el cambio climático y trato de mantenerlo en uno o dos artículos a la semana, y también hago todo lo posible por vigilar mis propias emisiones, desde no usar plástico hasta limitar mi uso del agua cuando me ducho. En realidad, lo más útil es encontrar formas de ayudar, incluso si sabes que no tienen un gran impacto y desvían tu atención a otras cosas".

"Tengo mucha ansiedad sobre el futuro", dice Sagan, habitante de Ontario, de quince años. "Por ejemplo, el viernes hay una huelga climática en el lugar donde vivo, y no puedo ir porque tengo una carrera campo traviesa, y me está carcomiendo. ¿Por qué no puedo ser intempestivo y asistir?". Estas decisiones son difíciles de tomar para jóvenes como Sagan porque, a pesar de que existe presión para rebelarse, también existen las exigencias que la Generación Z se impone para avanzar en un mercado laboral cada vez más despiadado. Para escapar de todo Sagan corre, hace arte y toca música: "Solo trato de desconectarme de internet y hacer cosas en la vida real".

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"Tenemos que hacer una distinción entre la ansiedad y la ansiedad ecológica", dice el psicólogo infantil Rafael Dupré. “La mayoría de las formas de ansiedad se basan en un miedo irracional a un peligro que es poco probable. Sin embargo, la ansiedad ecológica se basa en un peligro que es muy real y está demostrado que es una amenaza para la vida humana".

Rafael explica que si bien la ansiedad ecológica es comprensible en el clima actual, debemos adoptar no solo el activismo y las acciones, sino también los mecanismos de afrontamiento y el autocuidado: formas de concebir un futuro que no nos llene de pesimismo y esbozar posibles maneras de salvarlo. "Podemos orientarnos hacia un pensamiento menos catastrófico si somos objetivos en lugar de permitir que el miedo se base en mitos o creencias", dice Rafael. Por ejemplo: "Creencia: el mundo está llegando a su fin. Hecho: El mundo está en riesgo, pero existe la posibilidad de cambiar las cosas si todos nos unimos y hacemos cambios drásticos".

"Es importante utilizar hechos en lugar de consignas o creencias", dice. "No negamos que haya un problema masivo —eso es un hecho—, pero tampoco debemos creer que el problema no tiene solución, porque no es un hecho".

Hannah es una estudiante de veintiún años que cursa su último año en la Universidad de Nueva York (NYU) y sufre de una forma de "solastalgia". "Me parece interesante que cuando fui al centro de asesoramiento de mi universidad no tenían ninguna información sobre cómo lidiar con la ansiedad climática a pesar de que todos mis amigos dicen que es lo que los pone ansiosos", cuenta. Para calmar sus episodios nerviosos, medita. También la consuela el hecho de que tiene derecho a votar; eso le permite hacer la diferencia de alguna forma, así parezca insignificante por un momento.

"Necesitamos alterar por completo nuestras prioridades y nuestra forma de vida para reducir esta crisis", insiste Hannah. “El cambio del sistema es posible, pero requerirá perder la fe en una clase política que dice 'las cosas correctas' pero no lleva a cabo ninguna medida. El capitalismo está matando a nuestro planeta. No es la primera vez que se produce un cambio [como este]. La gente alguna vez pensó que era imposible vivir sin un rey… y miren ahora. Podemos hacer esto".