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Música

Al interior de un cuarto diseñado para alcanzar el silencio total

En el interior de una cámara anecoica una experiencia tan pasiva como la de acostarse en la oscuridad y en un silencio casi perfecto se convierte en algo hipnótico, casi existencia.

*Este artículo se publicó originalmente en VICE

Desde que se inventó la amplificación, los fanáticos del sonido han intentando estallar cabezas y romper los tímpanos a través de un volumen muy alto en el nombre del arte. Pero el paradigma está cambiando: el silencio parece ser el nuevo sonido.

"Ha habido un dramático aumento en el uso del sonido en el arte "refinado", usándolo y pensándolo de nuevas maneras", explica Mike Wyeld, un instructor técnico de sonido que trabaja en el departamento de animación del Royal College of Arts. "La ausencia de sonido te da una experiencia a la que nunca antes habías podido acceder".

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Hablé con Wyeld un par de días después de visitar la cámara anecoica de la London South Bank University (LSBU), la más grande de la ciudad. Pese a que fue diseñada para llevar a cabo investigaciones acústicas y la enseñanza, estos cuartos son el fetiche de un grupo de músicos y artistas de vanguardia que están interesados en las dinámicas sónicas: desde el viaje inaugural de John Cage a la cámara de Harvard, como inspiración para su hito 4'33'', pasando por la instalación ambisónica de Mark Fell,"64 beautiful phase violations" en la universidad de Salford, hasta llegar al nuevo doctorado colaborativo entre la LSBU y el Royal College of Music.

La cámara anecoica de esta universidad ha sido utilizada recientemente por estudiantes de la RCA (Radio Corpotarion of America) en un intento por grabar sonidos textuales "puros" y sin adornos, como encender fósforos, pelar naranjas y reventar globos, en un intento por entender los extremos de la percepción sensorial.

Las cámaras anecoicas, en caso que se necesite aclarar, están diseñadas para crear un silencio total.

"En las artes visuales tenemos el espacio negativo", explica Wyeld. "En el mundo real, no existe el espacio negativo para el sonido, sin embargo, dicha condición sí puede existir en una cámara anecoica, lo cual significa para un artista una nueva forma de interpretar lo que hace".

80 horas antes, estaba reunido con Stephen Dance y Luis Gomez-Agustina del Centro de investigación acústica de LSBU, quienes accedieron a darme acceso a su cámara para experimentar el silencio total.

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El silencio, el verdadero silencio, es una anomalía en la vida diaria, simplemente no existe. Lo más cerca que puedes llegar, explica Gomez-Agustina, es estar en un campo vacío, sin vida animal y en un día completamente quieto. El volumen ambiente, en ese momento, podría estar cerca de los 25 decibeles. Una cámara anecoica, cuando está ocupada, tiene un volumen que está a 16 decibeles. El cuerpo hace demasiado ruido para que pueda estar más bajo volumen. "Se llama respiración", dice Dance.

Al ingresar, me sorprende la intensa sensación de presión. El aire se siente denso, como si mi cabeza estuviera siendo oprimida levemente. "Es una ilusión", explica Gómez-Agustina. Todo el mundo lo siente cuando entra por primera vez, pero aún no sabe por qué. Entonces saca un barómetro digital de su bolsillo: "Igual que afuera", me dice mientras encoge los hombros.

El cuarto está completamente cubierto por cuñas de espuma que apuntan hacia adentro, el piso es una reja de metal suspendida sobre estas cuñas. Es arcaico y de otro mundo, una escena retro futurista color marrón opaco. Cuando Dance cierra la puerta tras nosotros, la atmósfera se amortigua. Cualquier onda de sonido es desviada por la espuma multifacética y es absorbida por las paredes. Es una sensación opresiva; mucha de nuestra conciencia espacial está definida por la ubicación del eco e incluso con los ojos abiertos la desorientación es irrefutable. Nos pusimos de acuerdo en que yo estaría dentro de la cámara por una hora con las luces apagadas, para no tener otra distracción sensorial. Me acosté en las cuñas de espuma como si fuera una cama improvisada; los académicos salieron, el técnico apagó la luz y cerró la puerta.

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Suena paradójico, pero una experiencia tan pasiva, como acostarse en la oscuridad y en un silencio casi perfecto, es extraña e intensa. El contexto poco natural rápidamente forzó mi oído. A medida que pasaban los minutos mi respiración y los movimientos internos de mi cuerpo fueron más evidentes.

Cosas que antes eran sensaciones (la digestión, la relajación de los músculos) ahora eran audibles. Oí el roce de mi cuerpo con la ropa y un débil sonido cuando levantaba las cejas y el cuero cabelludo se desplazaba a través del cráneo. Tal y como me me explicó Dance, luego de 45 minutos comencé a escuchar cómo la sangre se movía a través de los capilares alrededor de mis oídos. Eventualmente escuché otro sonido, era la sangre que bombeaba alrededor de mi cabeza. La experiencia es hipnótica, incluso existencial. Nunca me sentí tan consciente de mi cuerpo, una maquina orgánica en movimiento.

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Internet está lleno de historias de personas que visitaron las cámaras anecoicas y no tuvieron una buena experiencia. Las encontraron tan perturbadoras que sufrieron alucinaciones y ataques de pánico (John Doran visitó una cámara anecoica el 2013 para entrevistar a Mark Fell y dijo que estuvo "cerca de la histeria"). Yo no experimenté nada de eso. Lo que sentí fue una mezcla de relajación profunda y desorientación temporal; la hora que pasé adentro podrían haber sido 10 minutos o la mitad de un día.

Todavía no estoy seguro qué esperaba obtener de esta experiencia. Un excesivo interés en el silencio suena como una invitación a la decepción, incluso si la intención es intelectual. El deseo de aislarnos de nuestro alrededor parece un impulso poco natural e insincero (sin ánimo de ofender a John Cage). "Esa es una de las características que todos quieren escuchar: silencio absoluto" dice Dance. "Pero ¿Para qué?".

"La cámara anecoica", dice Wyeld, "es una herramienta seductora para artistas y diseñadores trabajando con el sonido. 'Imagina un espacio sin sonido' es todo lo que tengo que decir y los estudiantes hacen fila para entrar. Es un lugar mágico".

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