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Música

Una carta de amor a Burial, el productor que cambió –y salvó– mi vida

"En una época en la que quería desaparecer, encontré música que era disociadora y exquisitamente anestésica".
benredikfyfasan

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Este artículo se publicó originalmente en THUMP Reino Unido.

Un juego divertido para un domingo deprimente: haz que un montón de fans de Burial cambien sus escuálidos porros por plumas y pídeles que dibujen lo que escuchan. Aparte del bromista con ojos enrojecidos del paquete que todavía piensa que dibujar enormes penes es de hecho muy gracioso, con gusto te apostaría mi copia japonesa de Untrue en digipak a que el resto de ellos hará (eventualmente) variaciones de un tema. Lo que los chicos pálidos habrán producido invariablemente incluirá el autobús nocturno, restos de huesos de pollo y una señal que apunta hacia algún lugar de Thornton Heath. Burial es el John Betjeman de los borrachos post-fiesta del sur de Londres; un cronista de lo gris, de fantasmas y de la aflicción.

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Burial, a su manera turbia, escribe cartas de amor. Ésta es una carta de amor para Burial, una oda a los sentimientos que este extraño y singular productor, este poeta impersonal de lo profundamente poético, evoca y engendra. Él es un cartógrafo, un geógrafo, un antropólogo, y hace discos muy, pero que muy buenos.

Mi experiencia personal con él es lo opuesto a la de muchos de sus fans. Fue sólo después de ver su ahora infame selfie que publicó después de años de que la especulación sobre su identidad se colgó sobre él como la neblina sobre los arbustos de Telegraph Hill Park, que escuché su disco debut homónimo. Eso lo cambió todo para mí. La dispersa sensación sublimemente urbana del trabajo de Burial no puede ser exagerada. Para mí, es el sonido de tomar el autobús N68 de vuelta a Croydon, pero para ti, podría ser el sonido de tomar el N3 de vuelta a Bromley North. En su trabajo, en su música, encontré no sólo el sonido del propio Londres, sino el sonido de crecer y de caer de bruces en lo desconocido.

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Burial, de ahí en adelante, fue esencial en mi dieta musical, pero como una comida de seis alitas BBQ y papas a la francesa de un Morleys pirata, es mejor disfrutarlo al final de la noche. Hay cosas que sólo cobran vida cuando nos envuelve la oscuridad; cosas como la sensación de benevolencia por tus amigos comunicada por mensajes de texto machacados; cosas como el deseo abrasante de ver How It's Made por horas. Cosas como Burial. Después de que la noche ha caído, las voces encantadas que se deslizan por temas como "U Hurt Me" o "Endorphin" parecen que han sido desenterradas de algún lugar en lo más profundo de la tierra, abajo en lo profundo, antes del subsuelo. Sienten dolor y añoran perpetuamente algo que ya desapareció, se perdió, se esfumó.

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Ahora, sin querer ir aún más profundo, terminé asociando ese tipo de oscuridad con la oscuridad y vacío que yo mismo sentía en ese tiempo. Al caer más y más en un bajón de depresión y soledad nocturna –en este punto de mi vida quería perderme por completo– me llevó a pasar interminables noches tardías y mañanas tempranas escuchando a Burial en mis audífonos de mala calidad. Había algo especial en su uso de ritmos y percusiones específicamente –esos patrones recontextualizados de 2-step, esos ecos de las ya perdidas raves de Londres, ese nerviosismo ansioso– que hacía que su música se sintiera casi trascendental para mí. En una época en la que quería esfumarme, encontré música que era ensoñadoramente disociadora y exquisitamente anestésica.

Tal vez su anonimidad fue también seductora para mí, o al menos fascinante. Claro, el periódico Sun, como un Grinch periodístico, le pidió a sus lectores "desenterrar al verdadero Burial" (#contenido aquí mismo, amigos) en 2008, destruyendo así algo de la magia. Pero, aparte de declaraciones o entrevistas ocasionales, una o dos fotos, y su supuesto nombre –William Bevan– no hay tanto que procurar. Significativamente, contrario a los rumores que circularon en el Unsound Festival 2015, nunca se ha presentado en vivo. En algún lugar, justo ahora, un estudiante está soñando despierto con las comparaciones entre él y Banksy, pero la anonimidad de Burial va más allá de una táctica de shock de secundaria, y, de alguna manera, sólo aporta a la potencia de sus producciones.

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Por más sencillo que sea deslizarse directo a Pseuds Corner al escribir sobre Burial, el globo de las pretensiones siempre es ponchable, y hay una honestidad genuina en su música. A pesar de las selfies pensativas, de la mezcolanza de puntos de referencia y de las publicaciones hiperbólicas en foros, Burial en su mejor momento es un artista capaz de escurrirle emociones a la vida diaria. Piensen en "In McDonalds" por un segundo. Ese track, que aparece en Untrue, es una pieza de música increíblemente hermosa, bautizada con el nombre más (intencionalmente) desechable que se pueda imaginar. Lo sublime y lo mundano se encuentran en la noche de Norwood, agarrados de mano. Hacia la oscuridad, nuevamente. Hacia lo desconocido.

Por sobre todo, la música de Burial es el sonido de estar embrujado. Mi canción favorita es el villancico de Navidad alternativo "Come Down With Us", con sus voces escalofriantes que te llevan a un cementerio de voces. Es el resumen perfecto de la esencia de Burial y encesta cualquier estúpida farsa de brostep en tu bote de basura Lewisham por la eternidad. Pero, aunque antes me fijaba en la oscuridad de las voces, ahora me atraen más los momentos de euforia –"No le tengas miedo a adentrarte en lo desconocido… No estás solo… Conviértete en uno". Eso debe contar para algo.

15 años después de que Burial comenzara a hacer temas, su música todavía suena igual de futurista, y, en un año que ha estado lleno de algunas decisiones que parten el alma (los estoy viendo, partidarios del Brexit), nunca ha sido más sanadora. En estos tiempos de la chingada, no hay mejor forma de cerrar esta pequeña carta de amor que con el final de la nota más reciente de Burial: "Un saludo al Reino Unido y a todos los demás. Saludos y respeto a todos… Cuídense".

Kyle está en Twitter.