Buscando likes para tocar

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Música

Buscando likes para tocar

La carrera de algunos DJ's locales por tocar en el nuevo festival electrónico de Colombia despierta serias preguntas sobre el estado del consumo cultural en tiempos de dominio absoluto de las redes sociales.

El recientemente anunciado Storyland Festival, que se llevará a cabo del 2 al 4 de enero de 2016 en las siempre sobre pobladas pero sabrosísimas playas de Cartagena, ese mismo que conceptual y narrativamente hablando, arrancando por su mismo nombre, se ha proyectado como la versión colombiana de grandes extravaganzas EDM como Tomorroworld o Tomorrowland y que ya anunció a artistas como Hardwell o Jamie Jones entre sus líneas foráneas y al Freaky y a Julio Victoria entre las locales, abrió un particular concurso el pasado 4 de septiembre en su fan page oficial de Facebook.

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Denominado "Line Up Selektor", se trata de una convocatoria para talentos locales que aspiran a presentarse en el festival. En las comunicaciones publicadas, la organización pedía a los participantes registrarse al concurso enviando una fotografía, links de sus redes sociales, un set o track original, su logo, una reseña de máximo 350 caracteres, su lugar de residencia, la categoría en la que concursarían y sus datos de contacto. Hasta aquí, nada raro. Lo que llamó la atención de todo esto, sin embargo, fue la letra menuda: los términos y condiciones del concurso, en los que se hacía la siguiente especificación sobre su primera etapa: "Los participantes que posean producciones propias u originales, tendrán más posibilidades de ser seleccionados para participar en el concurso al igual que aquellas personas con fan pages superiores a 1000 personas".

Y ahí comienza lo particular.

Según comunicaciones de los organizadores, desde el inicio del concurso hasta el 17 de septiembre, se recibieron más de 500 registros. De ahí, el Storyland eligió 90 participantes para continuar en la competencia como "preseleccionados" y, paso a seguir, colgó las imágenes de cada uno de los aspirantes. Según la mecánica oficial de esta segunda fase, los finalistas serían "los 20 concursantes con mayor cantidad de likes en la foto al día 16 de Octubre". Acto seguido, un jurado de personalidades reconocidas en la industria de la música, según el Storyland, evaluaría el material de los finalistas, eligiendo los diez nombres ganadores que harían presencia en el evento dentro de tres categorías: cinco 'EDM', cuatro 'Underground' y un 'Live Act'.

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En adelante, pues, no pocos muros de Facebook fueron bombardeados por fotos de todo tipo de DJ's, bandas y productores locales que, en aras de presentarse en la primera edición de esta fiesta, decidieron ponerse en la tarea de pedir likes para tocar.

Ahora, siempre es de aplaudir que un festival abra plazas de su cartel al talento local emergente. Lo que resulta curioso, en este caso, es la forma en que se hace.

Antes de entrar, no a cuestionar, sino a analizar las discusiones que esta práctica puede generar, es pertinente preguntarse por el tipo de intenciones que pudieron motivar el diseño de este estilo de concurso por parte de la organización del festival, pues claramente no se trata de una convocatoria sin más, sino también de una estrategia de mercadeo que se sirve de casi 100 artistas como multiplicadores de una campaña promocional; de un vehículo para determinar variables clave de mercado a partir del más puro data mining (qué artistas/nichos se mueven y cómo, cuánta gente pueden jalar…); y claro, también, como una forma hasta sensata de curaduría social: que sea el público quien elija, ya que el público es quien va a pagar…

Sin embargo, está claro que esta dinámica de concurso despierta varias polémicas, y no solo al interior de este consejo editorial…

¿Está bien medir la pertinencia de un artista en un festival por el número de seguidores que tiene o por el número de likes que pueda cosechar en una imagen? ¿Hablamos de un concurso de talento musical o de un concurso de popularidad? ¿Acaso en tiempos de emprendimiento cultural independiente, en plena era de las redes sociales y en un terreno difícil como el de la industria musical, puede considerarse el desempeño digital de un DJ o productor también como un talento clave, incluso a la hora de determinar su vitalidad artística?

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No hay que ser ingenuos…

Desde siempre, incluso antes de la existencia de Facebook, la industria de la música también ha funcionado como un concurso de popularidad. ¿Acaso la vocación de fama no ha sido también el gran talento de gigantes, desde los Beatles hasta Nina Kraviz? ¿Acaso en muchas ocasiones el éxito de un músico no ha estado también determinado por el músculo de mercadeo que tiene detrás? ¿Acaso muchos promotores de festivales no escogen también a un headliner basándose en su número de fans? ¿No es una práctica común entre mánagers y bookers servirse de herramientas como Trenderscope a la hora de vender y comprar?

Siempre es espinoso hablar de aquellas zonas grises en donde se cruzan negocios y cultura. Llama la atención, sin embargo, observar cómo las lógicas contemporáneasde consumo cultural han llevado a muchos artistas a contorsionarse de todo tipo de maneras, muchas veces distantes de la misma música y relegándola incluso a un segundo plano, para lograr el aplauso 2.0, el ambiguo medidor de éxito actual: el like, el RT, el share, el engagement… unos cuantos thumbs up que, a la larga, hasta también se pueden comprar.

En todo caso, hay que decirlo, siempre da como cosita ver a tu artista favorito pidiendo likes para tocar. Y a un festival estimulándolo.

¿Pero podremos hablar de degradación artística? No lo sabemos…

Por ahora, preferimos abrir la discusión, no sin antes pedirles que, POR FAVOR, compartan esta columna y, por supuesto, le den un like. ;)

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Para más información sobre el concurso, pueden entrar acá.