Comimos bandeja paisa con George FitzGerald

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Música

Comimos bandeja paisa con George FitzGerald

Durante su primera visita a Colombia, compartimos con el DJ y productor británico, su primer chicharrón, arepa, patacón y hasta opiniones sobre Falcao.

Finalizaba la tarde fría del sábado 21 de noviembre, acompañada de esos atardeceres psicodélicos que con tanta frecuencia nos ofrece Bogotá. Mientras tanto, a falta de tener un arrocito en bajo, mi única compañía para calentar la llegada de la álgida noche era el Rinse: 21 de T.Williams. Un mix que abarca con creces esos géneros que los ingleses han sabido entrelazar tan bien: house, UK garage y bass.

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No fue una elección al azar. El haberlo desempolvado se debe al personaje con el que me iba a encontrar una hora después. George FitzGerald, el productor y DJ británico, aquel que supo brillar en los mejores días de Hotflush y Aus Music. Un talentoso de la misma camada de Joy Orbison y Jamie xx, pero al que la prensa, los intelectualoides de los foros, o simplemente la vida lo ha mantenido con un perfil bajo. Formó parte del movimiento al que llamaron "post-dubstep", forjando un sonido en el que el UK garage y el dubstep iban de la mano, con sonidos frescos y no tan predecibles. Al igual que Scuba, otro de sus buenos amigos, sus producciones y sonido en general fueron tomando otra dirección. Su actualidad se remite a un house con un espectro más amplio, en parte debido a su llegada al importante sello inglés Domino, donde artistas como Animal Collective, Four Tet, Hot Chip y Junior Boys han plasmado algunas de sus creaciones musicales.

Siendo así, me pongo la percha y salgo para la zona G de Chapinero, con la intención de invitarlo a probar uno de los platos más celestiales y majestuosos que se han parido dentro del campo gastronómico terrenal: la bandeja paisa. Pasadas las siete de la noche llego al Restaurante La Herencia, una casona antigua ubicada en plena carrera novena, con una decoración bastante cálida pero moderna, ideal para acompañar los platos típicos que ofrecen. Recién entro, me encuentro con Karen, integrante de la agencia que maneja a FitzGerald en Suramérica; Pablo, tour manager del club donde se presentaría más tarde, y un inglés bastante alto, algo tímido de entrada, pero con un sonrisa que al menos preveía un rato agradable.

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"Ya pedimos unas entraditas: arepa de chócolo con queso, patacón con hogao y arepa con guacamole y chicharrón. ¿Está bien?", me preguntaban Karen y Pablo, mientras mi cerebro trataba de procesar la idea de que comería chicharrón con alguien que ha sido remixeado por Bonobo, John Roberts y Paul Woolford.

Tras darle la cálida bienvenida a George, y preguntarle por esas primeras horas en Bogotá, lo primero que se me ocurrió decirle fue que desde aquel sublime Sub:stance mezclado por Scuba lo venía siguiendo, y que Fading Love, su último álbum, me había parecido bastante apacible, por ciertos tramos inclusive relajante. Su reacción –como suele ocurrir con la mayoría de artistas que llegan a Colombia contaminados por series de narcotráfico y con el ideal de encontrarse con un río de Mowglis recién civilizados– fue de total sorpresa. "Hey, qué bueno escuchar algo así. Eres la primera persona que me lo dice, en verdad te lo agradezco mucho".

Justo después llegan con las entradas, con un par de arepas y patacones que abarcaban todo el plato. Una belleza. Mientras George degustaba el patacón, le pregunté por su llegada a Domino. Ahora sos un artista de Domino, compañero de gente como Artic Monkeys, Franz Ferdinand, Hot Chip y Junior Boys. ¿Ha cambiado en algo tu rutina de vida? ¿Todavía puedes salir a caminar tranquilo por la calle?. "Jajaja, claro que sí. En realidad sigo siendo el mismo. Simplemente pensé que por el rumbo que andaba tomando mi música, sería interesante en un sello con tanto bagaje como el de ellos".

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Pero, ¿te siguen ligando con frecuencia a ese sonido dubstep/UK garage con el que te diste a conocer? El hombre contesta: "suele pasar, pero a medida que la gente escucha mis nuevos discos, asisten a mis sets, se dan cuenta que el sonido es otro. Aunque a veces desempolvo esos discos viejitos". Los platos se iban vaciando, y así las caras satisfechas casi que dieran por terminado el encuentro, faltaba la estrella de la noche. Mientras traían el plato principal, le pregunté por la reciente subasta que hizo con su Roland Juno 106, destinando la totalidad de los fondos a la organización humanitaria Médecins Sans Frontières, quien entre sus labores se encuentra la ayuda a los inmigrantes que se embarcan a la deriva en el mar Mediterráneo. FitzGerald me contesta que si hay algo de lo que se ha vuelto adicto, ha sido a comprar sintetizadores. Con el paso de los años, y sus movidas entre Londres y Berlín, ha ido acumulando variada cantidad de máquinas, por lo que no le encuentra razón a dejar aquellas que no usa guardadas en un closet.

Finalmente, desde la distancia, vemos el destello de aquella bandeja del paraíso. El mesero llega con una bandeja paisa post-moderna, en la cual además del plato sopero con frijoles, el aguacate, las tajadas de plátano, el chorizo, el chicharrón, la morcilla, la carne molida, el arroz y el huevo venían detalladamente enfilados en un plato alargado. Una presentación bastante cosmopolita, pero que igual se veía rico. Mientras le metía mano a los frijoles, le pregunté al hombre por su sello, Man Make Music. Me dice que ahora que ha terminado su álbum, vuelve a ser una de sus prioridades, siguiendo con la idea de exhibir ingeniosos artistas sin tanto renombre en el circuito, como fue el caso de Leon Vynehall, quien contribuyó con uno de los primeros discos del sello.

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Con la bandeja a medio paso, y seguramente algo fatigado por el degustar ingrediente por ingrediente, traté de darle un respirito y preguntarle por el concepto que tenía de Colombia, si pensaba que era como nos muestran en Narcos o si en verdad se encontró con algo más. "Sinceramente, venía sin ninguna clase de expectativas. Solo con la mente abierta y esperando encontrarme con un paisaje ameno. Medellín realmente me sorprendió, es una ciudad muy linda, con un clima increíble. Inclusive me encontré un amigo que estudió conmigo en la universidad, pero lamentablemente esos son los contras de este trabajo, el que las visitas sean tan efímeras. En un punto estás disfrutando con gente increíble, y en un abrir y cerrar de ojos estás sentado solo en la sala de espera de un aeropuerto. Ojalá pueda volver con más tiempo, no solo a Medellín, sino a Colombia en general".

Terminada su primer bandeja paisa, le pregunté si tanto él como su estómago se sentían bien. Sonriendo me dice que sí, que a pesar de parecer interminable, logró comérsela casi en su totalidad. "Todo estaba delicioso, pero ahora lo único que me falta es reposar, ¡fue mucho!". Para ser alguien que tiene 111.000 seguidores en Facebook, su sencillez todavía lo hace ver como aquel universitario gomoso por la música, quien por el fiel amor a la misma logró hacerse un camino entre los mejores de una escena tan rica como la inglesa.

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A punto de despedirme, quise tirarle una última pregunta…

- ¿De quién sos hincha? "Manchester United".

-¿Y cómo te pareció Falcao? "Terrible. ¡Nos lo vendieron con las rodillas puteadas!''.

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Cristian Cope anda echando los perros por Twitter, arriésguese acá.