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Música

Génesis: 12 momentos en los que la electrónica nos sonó a Sur

¿Qué momentos en nuestro continente partieron la escena electrónica latinoamericana en dos? El día de hoy recordamos algunos de ellos.
Imagen: Daniel Senior.

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Determinar en qué momento el sonido electrónico se mezcla con sonidos identitarios de nuestro continente es imposible. Lo más probable es que haya sido un proceso paulatino, de asomo de nuestras raíces en sonidos mucho más universales, y que simplemente haya sido un proceso natural de mutación.

Sin embargo, es innegable el hecho de que han ocurrido puntos claves en el recorrido de este camino sonoro desde hace décadas que marcaron un hito en la historia musical reciente y abrieron la puerta para bandas que tomaron estos momentos como referentes de sus carreras musicales posteriores. Por eso valía la pena escarbar en décadas anteriores y sacar unos cuantos momentos que fueron determinantes para lo que se vendría después.

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Cuando el Caribe se puso Atómico con Aterciopelados

Producido por Andrés Levin en Kampo Center, Nueva York, el cuarto álbum de Aterciopelados vio la luz en el año de 1998, después de un éxito masivo con su anterior álbum La Pipa de La Paz, que los llevaría a ser la primera banda colombiana nominada a un Grammy como Mejor Álbum Rock Alternativo Latino.

Caribe Atómico se llamó este nuevo álbum, una apuesta mucho más arriesgada que dejó a un lado el sonido rockero anterior y se sumergió en un mundo de loops, computadores, experimentación, voces suaves, acid, tropicalia electrónica y discurso ambiental, algo que, para la época, fue una movida adelantada. A pesar de esto, el álbum vendió más de 400,000 copias en Colombia y más de 500,000 copias alrededor del mundo, algo que les hizo ganar varios discos de oro y platino, aparte de volverlos a nominar a los Grammy. Canciones como "Caribe Atómico", "Maligno" o "El Estuche" sentaron intrépidamente el precedente sonoro de lo que se vendría años después en el país, ese bonito matrimonio entre el computador y los sonidos del caribe colombiano.

El Grammy Latino que en 2003 premió el tango electrónico de Bajofondo

En 2001 el compositor Gustavo Santaolalla junto con el uruguayo Juan Campodónico, sintieron la necesidad de ilustrar sonoramente la cotidianidad del Río de la Plata. Para esto, se reunieron con Luciano Supervielle, Verónica Loza, Martín Ferres, Javier Casalla, Adrián Sosa y Gabriel Casacuberta y empezaron Bajofondo, conocido anteriormente como Bajofondo Tango Club. Entre violinistas, DJs, bandeonistas, contrabajistas y VJs sacaron adelante un proyecto que se basa en el tango y la milonga para retratar al Río de la Plata, pero con influencias electrónicas experimentales.

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La agrupación fue haciéndose dueña de un sonido que tanto los críticos como el público empezaron a denominar "tango electrónico", un estilo que fue merecedor de un Grammy Latino como mejor álbum instrumental pop en 2003 y un Premio Gardel al mejor álbum de música electrónica en Argentina, aparte de ser influencia de artistas como Nortec o Zuker, que reinterpretaron a su modo el primer álbum de esta banda.

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La pionera colombiana de la música electrónica

Durante los 60 en Colombia era raro que una mujer ingresara a la carrera de piano en el conservatorio de la Universidad Nacional, que se graduara de esa carrera y que aparte quisiera ser compositora. Jacqueline Nova, nacida en Bélgica pero criada toda su vida entre Bucaramanga y Bogotá, logró ser una de las pioneras de la música electrónica en nuestro país.

Y como en esa época había poca cabida para eso en Colombia, Nova tuvo que moverse a Buenos Aires, siendo becada en el Centro Latinoamericano de Altos Estudios Musicales (CLAEM), donde pudo estar a sus anchas entre instrumentos electroacústicos y acústicos, para crear capas mixtas de un sonido experimental que quizá sonaba por primera vez en nuestro país. El aporte de Nova fue aplicable para toda la historia musical que vendría después en el país, electrónica y no electrónica también, y el discurso a través de su obra ayudó a que incorporáramos la tecnología como algo bueno dentro de nuestros procesos creativos.

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Discos Fuentes y sus Cumbias en Moog

En 1979 el compositor barranquillero Rafael Mejía, junto con el Trío Serenata publicó a través de Discos Fuentes Cumbias en Moog, un disco compuesto por "Cumbia de Sal" y "Cumbia sobre el Mar", dos creaciones donde confluyen los sonidos de la cumbia colombiana con los de la psicodelia chichera peruana con el sintetizador moog como base. Este podría ser uno de los atisbos del sonido de la cumbia electrónica que conocemos hoy en día.

Cuando Proyecto Uno creó el merenhouse

¿Cuántas fiestas de 15, primeras comuniones, grados y matrimonios acompasamos al ritmo de Proyecto 1? ¿Cuántas veces iniciamos nuestros primeros pasitos tímidos de baile con la música de esta agrupación, o hicimos nuestros primeros levantes?

A Proyecto 1 le debemos mucho, muchísimo. Iniciado en Nueva York en 1989 por Nelson Zapata y Ricky Echavarría, este grupo siguió los pasos de gente como Wilfrido Vargas, al que le dio por unir el merengue con el hiphop, y decidieron abrir una senda que nadie había abierto: la del merenhouse o techmerengue, como muchos conocen a este sonido. Esta fusión entre sonido electrónico, hiphop y merengue se llevó por delante las pistas de baile del mundo, haciendo muy famosos a los Proyecto 1 en países europeos, latinoamericanos y norteamericanos. El grupo fue luego la inspiración de artistas como Fulanito o Los Ilegales, grandes conocidos de las fiestas de salón comunal y sala de casa.

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El primer álbum de Nortec

En 1999 emergió en México una banda que también fundó una movida musical en el mismo territorio donde estaban ubicados, Tijuana y Baja California. Nortec era el nombre. El género describía el sonido de esta banda, que se volvió la fusión de la música norteña con la música electrónica, donde la mezcla, más que los vocales, era lo predominante. Uno de los cerebros de la banda, Pepe Mogt, fue el que empezó a experimentar samples sacados de discos norteños con influencias como Tangerine Dream, Aphex Twin y Kraftwerk.

Por eso Sampler, su primer álbum, es tan importante, porque es una primera expresión que engloba toda esa movida musical salida de Tijuana, el "último rincón de Latinoamérica".

Cuando Richard Blair se topó con Colombia y parió a Sidestepper

Entre música caribeña, dub, dnb, dancehall y muchos más beats electrónicos nació Sidestepper, en el año de 1997, como una prueba más de lo que sucede cuando los ingleses se encantan con el universo musical colombiano, y lo reinterpretan en nuevos sonidos. Después de haber trabajado con grandes como John Paul Jones, Brian Eno o Sinead O Connor, Richard Blair conoció una parte del sonido colombiano con Totó la Momposina, y decidió viajar a nuestro país con la intención de quedarse algunos meses, pero se terminó quedando a vivir.

Y una vez acá, Blair empezó una nueva carrera, esta vez siendo productor de artistas como Aterciopelados y Carlos Vives. Esta experiencia, la de allá y la de acá, le dio a Richard Blair la cancha suficiente para crear esta agrupación, que empezó sonando a salsa y dnb, pero que fue mutando y añadiendo fusiones, sobre todo con sonidos del Caribe. El final de la década de los 90 vio álbumes como Southerns Star y Logozo, pero la llegada del nuevo milenio conoció More Grip, y tres años después estuvo el 3 AM: In beats we Trust, los álbumes que catapultaron el nombre de Sidestepper por todas partes. Incluyendo artistas como Andrea Echeverri y Goyo de Choquibtown en sus trabajos, Sidestepper empezó a recorrer el mundo con su sonido fusión, dando paso a una nueva oleada de producciones de este corte sonoro en nuestro país.

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Cuando la champeta se convirtió en la electrónica del Caribe

Pocos saben que antes de ser un género musical, champeta o champetúo era el término con el que denominaban peyorativamente a la gente de las barriadas pobres de Cartagena, o mucho menos que así le decían al cuchillo que un gran porcentaje de esta población cargaba a diario. Y estos champetúos, por allá en los 70's y 80's, empezaron a recibir casetes de música africana y caribeña que llegaban esporádicamente al puerto de Cartagena, y empezaron a escucharlos a todo taco y a bailarlos bien pegadito en discotecas improvisadas y móviles: los famosos picós, los booths del Caribe colombiano.

De pasar a ser un término social, la champeta pasó a ser un baile y un sonido específico en los 80 y 90, que empezó llamándose "terapia criolla" y que se caracterizaba por mezclar ritmos africanos, sonidos antillanos y música folclórica de nuestro país. Sin embargo en los 90 a la champeta le llegó el estalle digital: efectos en el ritmo añadidos por la Casio SK-5 inundaron las canciones de referentes como Charles King o Elio Boom, precursores de este sonido. Toda esta población cartagenera adoptó la champeta como su ritmo insignia, incluso hasta hoy, con el surgimiento de la ahora "champeta urbana".

Cuando Soda Stereo se despidió de Latinoamérica con un poquito de electrónica

Después de Canción Animal, Soda mandó a la mierda su línea sonora y se metió en un rumbo totalmente distinto con Dynamo. En 12 canciones es claro un sonido shoegaze latinoamericano y una experimentación electrónica muy trabajada, en canciones como "Claroscuro" y "Sweet Sahumerio". Este estilo marcó trabajos posteriores como Sueño Stereo, álbum con el que se despidió la banda.

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Cuando nació el Funk Carioca

DJ Marlboro es un DJ que empezó a tocar en su natal Brasil desde 1989, al que se le atribuye el nacimiento del funk carioca. Según él, este es el "género y la expresión de la gente del común", gente que iba a los bailes (fiestas) a bailar estos ritmos, la actividad más importante de esta movida musical. Anterior a este género, en los bailes sonaba el funk que conocemos normalmente, el disco e incluso el soul. Pero con la llegada de artistas como DJ Marlboro, que introdujeron sonidos brasileros, portugueses y rap, los bailes cambiaron de pista sonora, y el funk carioca empezó a esparcirse por todo Brasil.

Escucha: Bastardos 009, Quixosis

Los primero pasos del perreo en Panamá

La mayoría de gente sabe que el reguetón nació en Puerto Rico, pero muy pocos saben que nació de manos panameñas, con el productor Michael Ellis a finales de los 80. Y Ellis tenía la fórmula porque en realidad ese sonido ya se había escuchado y bailado en Panamá en la década anterior, producto de la mezcla entre el reggae jamaiquino (que venía de la comunidad de integrantes jamaiquinos en el país), el dancehall y el hip hop.

Sin embargo en esa época tenía otro nombre, reggae en español, y luego en Puerto Rico pasó a llamarse reguetón, que significa "reggae grande", siendo proliferado por referentes primarios como El General, Chicho Man y Calito Soul. Con una pista electrónica construida por un disc jockey, y unas letras que muchas veces se rapen o recitan en vez de cantar, el reggaeton y sus derivados han sido de las revoluciones musicales latinoamericanas más importantes de los últimos años.

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Señor Matanza de Mano Negra

Formados a finales de los 80, el grupo francés Mano Negra, integrado por Manu Chao, su hermano Antonio y su primo Santiago Casariego lanzaron en 1994 Casa Babylon, su último álbum antes de separarse. Con este trabajo llegaron canciones como "Señor Matanza", con Manu Chao como protagonista, hablando en Bogotá sobre los señores matanza en forma de conflicto armado, narcotráfico y Gobierno. Detrás de la letra se escucha una pista electrónica producida que, si se analiza de cerca, consiste en una cumbia electrónica con loops y otro tipo de efectos en el sonido. Es una obviedad mencionar la importancia del sonido de Mano Negra para este país, pero en esta canción, demuestran cómo pueden darle la vuelta a una cumbia electrónica y volverla urbana.

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Esa es nuestra palabra del mes, "sudaca". Un proceso de reapropación social y cultural que también lleva sucediendo desde hace años en la música electrónica latinoamericana, en algunos países más que en otros. Entonces nos planteamos la pregunta: ¿Qué estamos haciendo acá desde los sonidos electrónicos para explorar nuestra identidad sudaca?

Es por esto que durante el próximo mes nos vamos a amarrar bien las botas para recorrer nuestra cordillera, de Ushuaia hasta Punta Gallina, subiendo por picos, bajando por valles y playas y adentrándonos en las selvas para escuchar los sonidos que de todos estos sitios emanan y que están generando un tapiz sonoro que necesita ser escuchado, porque es lo que nos está dotando de identidad frente al resto del mundo. Artistas reconocidos, productores emergentes y personajes clave para esta escena latinoamericana se nos unirán en este recorrido, ayudándonos a entender qué significa la electrónica sudaca hoy en día y a reconocernos en este sonido.