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Música

El festival Nómade lanza su crowfunding: cinco historias para que te decidas a ayudar

Si estás buscando una experiencia psicomística en un bosque oceánico al sur del mundo, pon tu mirada en este festival.
Foto vía Facebook

El Festival Nómade acaba de lanzar una campaña de crowfunding para encarar no sólo la organización de ediciones futuras, sino también todo lo que rodea al ecosistema de arte, ecología e intercambio cultural Nómade. Desde ediciones de álbumes y gestión de actividades culturales con pueblos originarios y hasta spin-offs del festival por el mundo, la crew Nómade ataca su blanco favorito: contribuir a una visión del mundo que promueva la unión consciente con el medio natural, respete la historia de los pueblos originarios y fomente su cultura e integre ambos planos al universo de la música electrónica.

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¿Y por qué tanto rollo con este festival? Aquí te presentamos 5 experiencias que se desprenden de la última edición, organizada en la Bahía de San Pedro, comuna de Manquemapu, a 50 kilómetros de la ciudad chilena de Osorno. 5 historias que engloban el espíritu del festival, para que puedas sumergirte en su vibra y sumarte s la cooperación para esta iniciativa.

"Todas las mujeres mayores de este pueblo se parecen a mi abuela. Mi abuela murió el invierno anterior. Ella me crío en ausencia de mi mamá. Por eso hago mucho esfuerzo por no llorar mientras la señora que me guía hacia la terminal de Purranque me habla en ese acento que nunca más oí desde que mi abuela se fue. Estas son callecitas vacías de veredas amplias donde el Sol cae amable y generoso en un pueblito amable y generoso de la X Región chilena, a 50 kilómetros de la ciudad de Osorno. Es la última escala antes de llegar al Festival Nómade -muchos latinos como yo abordaron un vuelo a Santiago y luego tomaron un bus (12 horas, 70 dólares) u otro avión (1 hora, 300 dólares) para llegar aquí, al pequeño pueblo montañoso que hoy ve pasar esta lluvia de gringos, connacionales y vecinos de países limítrofes. Se trata de la antesala del Festival Nómade, quizás la experiencia más profunda de música electrónica originaria/orgánica que puede tener un ser humano desde el Ecuador para abajo. Y no sólo por la música, pienso mientras llego a la terminal sencilla y pequeña: por todo lo que significa viajar para llegar al Nómade. Por todo lo que ni pensabas que te iba a suceder."

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"En voz alta, en el balcón de un piso 13, Eli se pregunta qué hacer con la educación que recibió en una de las principales potencias europeas. Afuera, Santiago de Chile le responde siempre con lo mismo: luces amarillas sin sentido aparente que titilan dispares, la presencia azul del edificio de La Moneda, una gran bandera chilena inclinada sobre un mástil. Hace dos horas que intentamos unir los puntos entre nuestras ideas alemanas-teutonas-europeas y argentinas-latinas-sudamericanas. Llegué caída la tarde; no me esperaba semejante abrazo. Estamos conociéndonos ahora y mientras habla veo que tiene un corazón que madre santa. No tenemos casi dinero y ya se pasa la medianoche. Pero soy bueno en la cocina y sé hacer bastante con poco. Eso, me dice, es importante en el festival. Es casi tan alta como yo y su intimidante complexión alemana no anticipa la dulzura tan bonita que lleva. Es editora de video y registrará buena parte del festival. Salgo al centro de Santiago a comprar sabiendo que ella, que se quedará editando hasta el amanecer, es la primera amiga que hice al venir."

"No sé quién demonios es el DJ que está tocando ahora en este enorme escenario construido en madera pero es el amo. Juro que no me metí nada y lo que está haciendo este cristiano es celestial. Tiene tacto, sensibilidad, un estilo personalísimo y un don para las texturas marinas. Y clase, muchísima y envidiable e innata clase. Es uno de los números principales de la primera noche y vaya si sabe abrir el juego. Al frente el escenario, el tendido eléctrico que se sostendrá en la intemperie, y el público. Atrás, unos buenos cientos de metros atrás, la zona de acampe, diez fogones diseminados por el camino, el filo oscuro de la Cordillera de la Costa chilena. A la izquierda, Dios: el océano Pacífico, la Bahía de San Pedro y toda su irrealidad ahogándote la cara de belleza. La marea subiente, kilómetros de arena disponibles para ti, la desembocadura del río Llaico y el mapa único de las estrellas. Este DJ es Spaniol, ahora lo sé. Y no lo olvidaré nunca."

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"¿Se puede repetir señora?" Santa y potente comida la de este festival. Buena para el frío, buena para la resaca, buena para aclimatarse al entorno salvaje, buena para educar estómagos sensibles. En este almuerzo hay cuatro o cinco nacionalidades, varios condimentos extraños, un aire de puerto recién despiertos y mucho hielo por romper. Así que ahí vamos, preguntemos algo que no tenga mucho sentido e inicie una discusión que se extienda por horas hasta que nos hayamos hecho amigos…
- ¿Y tú como llamarías a esta música?

- ¿No conoces a Beatriz Pichimalén?

No conozco a Beatriz Pichimalén y por eso me llevo harta sorpresa cuando la conozco. No es la joven música con alias indio que imaginaba. Es una histórica cantora mapuche cuya figura puede ser emparentada, por su rescate de las canciones originarias latinoamericanas, con Leda Valladares o Mercedes Sosa. También por esa aura de abuela sabia, tan grande y pequeña como el mundo, que humedece los ojos de cualquiera. Sobre todo cuando llevas un apellido mapuche como Relmucao y la última persona que te miró como con esa bondad ya no está para que le sintonices su programa de radio favorito…

Beatriz habla de la "alegría de estar aquí entre tantos jóvenes del mundo interesados por conocer la cultura y la naturaleza de este y otros lugares". Y agradece la oportunidad "de compartir escenario con los chicos en un sitio con tanta historia y belleza como Manquemapu". Dice que va cantar canciones mapuches, qom, tehuelches y selknam. Y no dice nada de esa canción de cuna que nos va a dejar llorando como niños. También dice que vive a 20 minutos de mi casa en la provincia de Buenos Aires. El mundo es pequeño, pensamos, mientras un sol rojo de tan naranja se hunde en la estática silverada del océano pacífico, la luna se levanta entera y gloriosa sobre la Cordillera de la Costa y la Selva Valdiviana; y el río Llaico empieza a desaparecer desde su desembocadura por acción de la alta marea.
Podemos pensar porque estamos en una casita construida sobre la cara de un cerro que mira la caída del Sol sobre el mar. Y porque Beatriz, Matanza y Maywa están por grabar una canción en esta casa-estudio. Y porque la vida es tan bonita desde aquí que…"

"Es el final. No es el final. Mi amigo Crussen está cerrando el escenario principal, el reflector lunar vuelve a la Bahía de San Pedro un mapping tridimensional y yo y Eli pensamos que es mentira, que si esto es la matrix, vaya que es bonita. Hemos andado los cerros y los morros que se clavan en el agua, hemos visto delfines y estrellas demasiado cercanas, nos hemos olvidado nuestros nombres mientras bailamos una música sueco-chilena-paraguaya-alemana de Nigeria y hemos charlado y compartido con la comunidad de Manquemapu una visión de este mundo que aquí gira mucho más lento. Los voluntarios lo han dado todo, los chicos de la organización lo han dado todo -sí que pesaban esos tablones, mi cuello todavía se acuerda, chamacos- y los más de 30 artistas en escena hicieron de este uno de los eventos clave para entender el espíritu de esta generación. Porque todos los aquí presente hemos tomado aviones y buses y el que menos se ha movido ha tenido que tomar un bus desde alguna ciudad chilena y después un transporte de dos horas para llegar a un bahía sin electricidad para dormir en tiendas y comer lo que haya. Y eso no se da porque sólo sí. Y los chicos que a las 6 AM empiezan a limpiar el terreno hasta dejarlo como un billar no lo hacen sólo porque sí. Lo que sea que esté detrás de eso, vale siempre la pena intentar conocerlo.

Hoy, antes de que llegue el bus que me llevará en un viaje de 12 horas hasta Santiago de Chile, antes de que tome un vuelo a Buenos Aires, antes de que aterrice y entre a un Mc Donald's a afeitarme y cambiarme para poder entrar al trabajo, voy a pasar tienda por tienda, a abrazar a los amigos y a mirar todo esto sin saudade alguna. Es el final. No es el final. El viaje sigue."