FYI.

This story is over 5 years old.

Música

La noche en que Laurent Garnier politizó la música electrónica

"Fue una noche mágica. De esas que suceden una vez cada década".

El primero de agosto de 1971, George Harrison y Ravi Shankar armaron una recaudación de fondos para la crisis de los refugiados de Bangladesh. Eric Clapton, Ringo Starr, Bob Dylan y Billy Preston, además de 40.000 aficionados se reunieron en el Madison Square Garden de Nueva York, para un evento que fue pionero en el concepto de conciertos benéficos. La filantropía se encontró con el pop, y este nuevo formato floreció como un baño de jabón burbujeante para causas benéficas. Por esos días, la guitarra accedía a las mentes y billeteras de las masas.

Publicidad

Bob Geldof era Harrison con esteroides. Conscientizando al planeta de la hambruna etíope con Live Aid, el hombre encabezó una campaña que catapultó el concierto benéfico al prime time de la conciencia pública . Mediante la movilización de su red de estrellas pop, logró en parte paralizar al espectáculo del pop con las realidades mórbidas de África. Visualmente era un espectáculo esquizofrénico; iconos pop estilizados se presentaban ante sus devotos, la gula del estrellato en pantalla completa, intercalados con imágenes de la hambruna de niños muriendo tortuosamente en un mar de polvo implacable en África. Un poderoso contraste que toca el corazón - y corta los cordones del bolso. Live Aid se convirtió en el mayor evento musical de la historia, y produjo el disco con mayores ventas en la historia.

Además del remix de David Guetta de "Feed The World", la música electrónica nunca ha sido parte de esa ecuación caritativa, algo así como la hermana más fea de la música pop, siempre tras las puertas, fuera de peligro. Rechazada por los medios de comunicación populares como una manada de paganos drogados, la mayor parte de la fraternidad de la música electrónica absorbe esta profecía negativa y se consideran parias. Ciertamente, durante los años noventa en el Reino Unido, cuando el gobierno pisoteaba el movimiento rave, los asistentes a la fiesta se vieron obligados a una mentalidad contracultura; sus vidas se dividieron entre la normalidad de lunes a viernes y el sucio secreto de fiesta subversiva del fin de semana. La política y la economía no fueron sujetos masticados en la pista, donde la difícil situación del mundo estaba bordeada encima con apretones de manos con éxtasis y mandíbulas retorcidas.

Publicidad

Con ustedes, Laurent Garnier, interminable maestro musical y tomador de riesgos extraordinarios. Electric Chair de Manchester fue el anfitrión, y el clima exterior era pesado con el sentimiento contra la guerra tras la invasión a Irak del Reino Unido en 2003. Aprovechar el ambiente político no es la norma para un DJ de circuito; el territorio del club generalmente ofrece un oasis de escapismo de la monotonía de los grandes temas que la prensa masiva incrusta en nuestras mentes. Pero Laurent tenía otras ideas, y valientemente cortejó una potencial carrera manchada soltando "War", la canción protestante de disco de Edwin Starr. El resultado, Garnier denunciado por un coro de lloriqueos quienes lo tildaban como un francés pretencioso. Todo lo contrario, de hecho.

Garnier programó el truco a la perfección, haciendo que el club diera un giro de 90 grados. La letra "War, what is it good for", formaron un poderoso coro. La frenéticareacción en cadena que atravesó el club era parecido a un gol en la final de un Mundial, con hombres mayores gritando y aullando, desquiciados por completo.

Los DJs residentes y promotores de Electric Chair, The Unabombers, recuerdan la escena. "Fue una noche mágica. De esas que suceden una vez cada década. Esa sincronía perfecta cuando todo se junta bajo el pavimento. Un momento sublime cuando todo el mundo es uno solo. Solo lo he visto un par de veces. Es una cosa rara y hermosa que nunca puede ser artificial o diseñada, simplemente sucede y todo explotó, y el ruido y la emoción era ensordecedor. Horas de discos espirituales de todos los rincones de la tienda tocados como un maestro. No hay trucos ni ganancias con los controles, no hay partes superiores descubiertas alimentando ese ego EDM, simplemente una perfecta elaborada sesión de un subestimado DJ, explorando a través de sus discos traídos del espacio exterior. Como lo dije, una noche mágica".

Era como un brebaje sin precedentes de activismo político y hedonismo de éxtasis. Gurnivism se fraguó, respuesta improvisada de la música electrónica a Live Aid. La escena club del Reino Unido rara vez se había conectado a cuestiones socio-políticas, pero en esta ocasión fue activado por un galante selector. Laurent Garnier, por un breve momento, asumió el papel de jefe supremo humanitaria. El Geldof electrónico.

***

Puedes seguir a Mantis por aquí.