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¡Pacifista!: Carta de una mamá herida, víctima de la bomba de El Nogal

A raíz del asesinato de los once militares en Cauca la herida de muchas víctimas volvió a latir y a unirse para pedirle a la guerrilla que muestre humanidad, sea consciente y dé pruebas de su compromiso con la paz.

Hace 12 años Martha Luz Amorocho perdió a uno de sus hijos en el atentado de las Farc al club El Nogal en Bogotá. Hace 6 meses abrazó a un reinsertado de este grupo guerrillero en el mismo lugar donde su vida se partió en dos y, en enero de este año, viajó a la Habana para verse cara a cara con sus victimarios . Martha Luz perdonó. Ahora que el país se conmueve con los 11 soldados asesinados en Cauca, ella le dirige esta carta abierta a los miembros de las Farc:

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Un día, el 7 de febrero de 2003, las Farc me arrebataron lo que más amaba. Destruyeron mi familia. Me arrancaron de las entrañas del alma a mi hijo Alejandro, dejaron gravemente herido a mi otro hijo Juan Carlos, afectaron la salud de mi esposo y casi terminan mi matrimonio.

Han transcurrido 12 largos años, 12 años en los que lloré, oré y perdoné.

Perdoné para sanar mi alma y recuperar mi vida.

Perdoné para darle ejemplo a mi hijo sobreviviente.

Perdoné para dejarle un futuro digno en un país en paz a Juan Carlos y a mis nietos. Perdoné en honor a la memoria de Alejandro.

Fui a La Habana, los miré a los ojos, compartí la mesa con ellos y luego en el Club El Nogal me abracé, de verdad, con un exguerrillero de las FARC porque, como lo dije en La Habana, estoy segura que la vida es de decisiones y todos merecemos una oportunidad. Y di mi voto de confianza.

He dado testimonio de perdón muchas veces porque creo, también, que todos tenemos que invertir tiempo, esfuerzo, conciencia y fe para lograr ese país que anhelamos. Es un trabajo conjunto.

Y hoy, quiero que el país entero me escuche. Mi perdón no es aval para que sigan asesinando y delinquiendo. Mi perdón no es una patente de corso para que se derrame una sola gota de sangre más en Colombia, ya hemos sufrido bastante. Mi perdón no es un guiño para la incoherencia y el abuso en mi dolido país.

Mi perdón me dignifica, dignifica a mi familia y dignifica a mi país que merece la paz.

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Pero mi perdón no es un instrumento de lucha, ni es un instrumento de propaganda para nadie. Es una oración, una súplica, señores de las FARC. Lo que hicieron con nuestros soldados es un sin sentido, no tiene nombre.

En mi dolor por la pérdida de Alejandro, abrazo a cada madre, cada novia, cada hermana, cada padre, cada hijo que ha sufrido lo mismo que yo, que mi otro hijo, que mi esposo y toda mi familia. Es antinatural que una madre entierre su hijo. Desgarra lo más profundo del alma y no tiene reparación.

Por el amor de Dios, señores de las FARC, muestren humanidad, sean conscientes y den prueba de arrepentimiento y contrición. Colombia quiere creerles para aportar a la reconciliación. Lo que llevan haciendo en estos 50 años no ha dado resultado, solo han sembrado dolor y desolación, es su oportunidad de hacer algo distinto e inspirar a la convivencia y al avance.

La historia los reconocerá si aciertan, o les cobrará sus errores, si se equivocan,

Martha Luz Amorocho de Ujueta.