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Drogas

Este estudio ha revelado una pista para prevenir la adicción a la coca

La desventaja es que la solución es genética.

¿Quién entre nosotros no ha deseado en secreto meterse todas las drogas sin que haya consecuencias adictivas?

Espera, mejor no respondas. Porque eso no es lo que los científicos de la Universidad de Columbia Británica pretendían hacer cuando crearon genéticamente ratones que no muestran señales de adicción, incluso después de varias inyecciones de cocaína.

De hecho, la investigadora principal Shernaz Bamji dijo a VICE que su equipo pretendía crear lo contrario: un cerebro de ratón con tendencias adictivas amplificadas. Sin embargo, Bamji terminó con un grupo de roedores curtidos por los excesos que, al parecer, no ansiaban su próxima dosis.

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El estudio de la UBC, publicado esta semana en Nature Neuroscience, arroja nueva luz sobre qué parte de la adicción se aprende y cuál es genética. También se suma a un largo y célebre historial de joderle la vida a los ratones en nombre de la ciencia.

Para los propósitos de este artículo, digamos que "aprender" es algo inequívocamente malo. La única habilidad que estamos discutiendo cómo aprender aquí es cómo convertirse en un personaje triste y derrotado de Réquiem por un sueño. Bamji explica por qué: "Los investigadores hoy en día piensan que la adicción no es más que un tipo de aprendizaje que se ha vuelto caótico en una zona particular del cerebro", dijo.

Parte de ese "aprendizaje" tiene que ver con un grupo de proteínas llamadas cadherinas. Bamji dice que la cadherina actúa como un pegamento que refuerza las conexiones entre células cerebrales.

"Para aprender algo hay que fortalecer estas conexiones sinápticas. Cuando se agrega más pegamento a la sinapsis, se hace más fuerte", señaló la investigadora.

Investigaciones anteriores han demostrado que las personas con problemas de adicción tienden a presentar mutaciones genéticas que producen "pegamento" adicional en los circuitos cerebrales de recompensa asociados con la adicción. Es el área donde ciertos tipos de conexiones pueden hacer que las personas actúen como idiotas, o incluso que pierdan la capacidad de buscar desesperadamente otro subidón de dopamina.

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Una vez más, Bamji quería estimular malos hábitos en algunos ratones. "Hemos modificado genéticamente animales para que tengan una gran cantidad de cadherina en esas sinapsis. Creímos que si había más pegamento, habría sinapsis más fuertes, más aprendizaje y más adicción. Pero observamos exactamente lo contrario".

El equipo les inyectó solución salina y cocaína en días alternos a todos los ratones en una parte de la jaula con características reconocibles. Luego dejaron que vagaran por donde quisieran.

Los ratones normales se mostraban muy nerviosos y fueron de cabeza hacia a la zona donde consumieron su última dosis. "Cuando dejas deambular a los ratones normales, siempre tenderán a ir hacia el sitio donde consumieron la droga, lo que indica que quieren colocarse", dijo Bamji.

Por su parte, los ratones con cadherina adicional no parecían estar interesados. Fue un hallazgo significativo y sorprendente, según Bamji.

En última instancia, los investigadores encontraron que un exceso de pegamento en realidad detiene la formación de nuevas conexiones cerebrales. "Es como un atasco. Básicamente no puedes hacer que el tipo correcto de receptores de neurotransmisores llegue a la membrana, por lo que no consigues aprender; no hay fortalecimiento de la sinapsis, ni aprendizaje, ni adicción".

Por supuesto, aún no está claro si los ratones mutantes realmente sentían los efectos de la droga, o si estaban alterados genéticamente para odiar el placer.

"No podemos entrevistar a los animales para determinar cuál es la respuesta correcta", dijo Bamji. "O bien no está aprendiendo que ese es el lugar donde recibió el delicioso colocón, o el animal realmente no se sentía tan drogado, no estamos totalmente seguros".

Lo que podemos decir es que nuestros genes podrían estar más relacionados con nuestros hábitos de consumo de sustancias de lo que suponíamos. Con el tiempo, quizá podamos ser capaces de determinar si existen indicadores genéticos en los seres humanos que son propensos a la adicción.

Sin embargo, la investigadora dice que tampoco debemos descartar las elecciones personales o los factores ambientales. Además, Bamji no planea diseñar un cerebro humano resistente a las adicciones en un futuro próximo.