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Música

No más filtros que promuevan la segregación

Es hora de que algunos clubes colombianos replanteen sus políticas de ingreso.

El pasado martes, el club bogotano Octava publicó el siguiente post en Facebook: "No es solo un 'nos reservamos el derecho de admisión', en Octava nos tomamos en serio la fiesta y le rendimos culto a la música, es por esto que apreciamos cuando das lo mejor de ti para entrar en este espacio que creamos para que vivas una experiencia de calidad de principio a fin". Anexa al mensaje aparece una imagen de un hombre blanco, de pelo mono y ojos claros en el club, acompañada de otro texto que dice: "Tu cara al ver el casting del club".

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De inmediato, algunos seguidores del fanpage expresaron su desacuerdo con esta visión. "¿Qué es dar lo mejor de ti? ¿Ir a bailar techno en zapatos de oficina?", comentó uno de ellos. Otro fue más duro y dijo que "le rinden culto a la música y no dejan entrar a quien va a escucharla, sino a quien va a posarla. Y así es que le rinden culto a la música, más bien le rinden culto al pedante".

Más allá de que esto haya podido ser un simple error de un community manager demasiado creativo, o de que se trate realmente de una postura del club, el post de Octava nos ha puesto a reflexionar en THUMP Colombia sobre cómo entienden hoy los clubes ese tema tan delicado que suele ser el famoso filtro.

Lo primero que hay que decir es que no podemos ser ingenuos. Por seguridad, un filtro siempre será necesario, pues los dueños deben garantizarla dentro de sus establecimientos. Seamos realistas: en Colombia las requisas lamentablemente nunca sobran. Todavía en demasiadas ocasiones la gente en los sitios a lo largo y ancho del país está en peligro de que le vulneren su integridad física y psicológica.

Ahora bien, usar los filtros como un arma de segregación es un error. Y esto convierte al mensaje de Octava en un desacierto lamentable, a pesar de que este club, por supuesto, no sea el único que mete la pata de esa manera.

El elitismo no puede ser un método comercial, más aún en una escena como la electrónica que precisamente surgió como un espacio inclusivo, diverso, cobijado por el respeto a la diferencia. Como hace en febrero del año anterior nuestra periodista Nathalia Guerrero: "¿Por qué llenar de obstáculos algo que tiene derecho a escuchar todo el mundo? La música es de todos. No hagamos de ella algo que genere y alargue las brechas sociales, tan anchas y largas en nuestro país".

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"…le rinden culto a la música y no dejan entrar a quien va a escucharla, sino a quien va a posarla".

Ahora, hay ciertos clubes en el mundo que han optado por una medida drástica: implementar un filtro muy estricto, el cual les permite cumplir con su visión sobre el dancefloor. Para no ir muy lejos, veamos el caso más famoso: el de Berghain en Berlín.

Allá diseñaron el filtro con el fin de generar un ambiente de liberación absoluta, y en esto, en parte, radica el éxito del club: por ejemplo, ninguno de los presentes se escandaliza si ve a un hombre haciéndole sexo oral a otro en la pista. No se trata de que todos los que logran entrar al sitio sean unos eruditos techneros, sino más bien de que conocen, así sea por encima, la filosofía que quiere defender Berghain.

Esto permite la siguiente reflexión: la falta de un filtro abre la puerta a la inseguridad, la inseguridad afecta el negocio, y si no hay negocio no hay club.

Pero ojo, el filtro no debe discriminar por clase social, raza o pinta, aunque sabemos que varios clubes colombianos montan el filtro justamente para esto. Por ello, queremos proponer una iniciativa para replantear los filtros en Colombia y para que los parámetros para entrar o no a una discoteca, al menos, se revisen.

Que no sea el dinero, sino que sean las ganas sinceras de vivir la cultura electrónica lo que define los filtros. Nuestra visión sobre estos no segrega, más bien unifica y fortalece movimientos abiertos a cualquier persona que desee experimentar y respetar las tradiciones: sean las techneras o las hardcoreras o, si quieren, hasta las reggaetoneras. Que entre el que quiera, pero sabiendo que adentro nadie es más que nadie y que, eso sí, hay unas reglas básicas que debemos cumplir para que la magia, sea cual sea, ocurra.

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