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IBIZA

El sueño noventero sigue vivo en este documental de MTV sobre Ibiza

En 1999, las raves sirvieron como portales hacia el aterrador y fascinante nuevo milenio.

Este artículo se publicó originalmente en THUMP, nuestra plataforma dedicada a la música electrónica y la cultura club.

Cualquier cosa parecía posible en 1999. Ese año, una emocionante sensación de technooptimismo mezclada con el miedo apocalíptico alcanzó su punto máximo. El enfoque del Y2K y la rápida expansión de la tecnología propiciaron la aparición de películas de ciencia ficción y realismo mágico como Magnolia, Eyes Wide Shut y Matrix, mientras que vídeos musicales como "All Is Full of Love", de Björk, y "Windowlicker", de Aphex Twin, hicieron que el futuro pareciera tan atractivo como intimidante. Por supuesto, el 11S y la burbuja de las punto-com estaban a la vuelta de la esquina, pero por un momento, la ola de tensión que se había acumulado a lo largo de la década creció en una explosión de cultura trippy.

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Una de las principales válvulas de presión a través de las cuales estos sentimientos se manifestaban era la música electrónica. Mirando hacia atrás en estas imágenes de 1999, se puede ver lo que quiero decir. En los vídeos de una rave libre en el parque Tompkins Square ese año —una explosión impetuosa de diversos mosh pits, la libertad y la vida de la escena underground es evidente. Pero no era solo un fenómeno de minorías; estos momentos extáticos también aparecieron en el ámbito más comercial.

Durante el verano de 1999, MTV lanzó una fiesta colosal en Ibiza al aire libre

Durante el verano de 1999, MTV lanzó una fiesta colosal en Ibiza al aire libre. Al final de la década, la música electrónica —y la isla blanca en particular— había surgido como una marca global dominante, mucho más allá de sus humildes raíces del Medio Oeste.

Con vídeos musicales de artistas como los Chemical Brothers, Fatboy Slim e incluso Darude en repetición, tenía sentido para MTV relacionarse directamente con la cultura. El canal presentó actuaciones de Paul Oakenfold, David Morales, Faithless, Orbital, los Jungle Brothers y Chicane para una fiesta toda la noche, que se convirtió en un especial de una hora.

Es un documento emocionante, notable para la representación del rave en su máxima, sudorosa, y hermosa gloria.

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Faithless, el legendario trío de trance legendario, presenta éxitos inmortales como "Insomnia" y "God is a DJ" ante un público entregado de miles de personas. Su durecto — al completo con guitarra, batería e incluso un carillón de viento— da vida a sus melodías edificantes, y el cantante Maxi Jazz lidera la noche con un magnetismo en bruto.

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Parece un profeta mientras mira genialmente a la multitud y recita la introducción de "God is a DJ": "This is my church, this is where I heal my hurts, it's in natural grace, watching young life shape". Hay una inocencia sagrada en el espectáculo, desde la postura beatífica de Jazz hasta las caras adoradoras de las multitudes a sus pies. Esto es rave como religión.

Nuestra anfitriona de la noche —una entusiasta judía israelí llamada Eden Harel, con trencitas noventeras y sombrero de vaquera— desempeña el papel del apóstol, recorriendo la multitud y recibiendo un alegre testimonio de los fieles. "¡Esto es lo más grande que he visto!", exclama un grupo de británicos querubines vestidos con togas. "¡Bestial!" dice una chica con los dientes apretados.

Es difícil imaginar algo como esto en la televisión hoy en día —las únicas veces que la música electrónica se menciona en alguna de las grandes cadenas es cuando sale Skrillex o Diplo en los Grammy

Es difícil imaginar algo como esto en la televisión hoy en día —las únicas veces que la música electrónica se menciona en alguna de las grandes cadenas es cuando sale Skrillex o Diplo en los Grammy. Una versión de 2017 de este vídeo se llevaría a cabo en un festival en el sur de California, con chicos con Converse de cuero hablando del "buen rollo" en un mix de Kygo, saltando en su lugar en un escenario patrocinado por una empresa de bebidas.

Por eso encuentro este especial de MTV tan fascinante: nuestra relación con la música ha cambiado. En 1999, las raves sirvieron como portales hacia el aterrador y fascinante futuro que parecía brillar en el horizonte. Ahora, estamos viviendo en ese futuro, y la idea de que la música electrónica comercial podría llevarnos del armagedón a una utopía rave socialista parece ingenua.

Más bien, es solo otra herramienta que tenemos para ayudar a distraernos de las guerras de drones no tripulados y la continua implosión de las democracias, impulsada por los medios de comunicación; en definitiva, el descenso mundano de nuestra civilización.

Después de los sets de trance y hardcore de Chicane y los Jungle Brothers, culmina con una increíble actuación de las leyendas británicas Orbital: teclados iluminados por sus características lámparas, aparecen a través de un conjunto de ácidos gritos y jungle, antes de terminar con un remix industrial de Butthole Surfers "Sweat Loaf". El estribillo de la canción —"SATAN SATAN SATAN"— suena como un eco invertido del éxito de Faithless. La religión y el éxtasis, lo sagrado y lo profano, se mezclaron en un potente cóctel de hedonismo idealista bajo el cielo mediterráneo.