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2018

Tendencias de 2017 que deberían desaparecer en 2018

Esperemos que para 2018 todo esto se haya quedado obsoleto.
fidget spinner
Imagen vía Wikimedia Commons

Ha sido un año duro. Hemos tenido que aguantar mucha tontería, mucha tendencia de usar y tirar. Si 2017 ha sido un año de mierda, gran parte de la culpa la tienen estas modas de cinco minutos de cocción. Esperemos que para 2018, todo lo que vais a leer a partir de ahora se quede más obsoleto que la Blackberry, los cupcakes o el caloret.

Los hilos de Twitter

Que sí, que este verano Manuel Bartual nos tuvo a todos con el esfínter prieto con el famoso hilo de sus vacaciones sobrenaturales en Twitter. El tipo reinventó de forma genial este subgénero y lo convirtió en un adictivo folletín por entregas. Muy bien.

Lo que resulta inaceptable es que a partir del bartualazo, la táctica del hilo se haya convertido en el refugio de incontables tocapelotas. Si algo nos ha enseñado 2017 es que nuestra vida y opiniones de mierda ya producen suficiente vergüenza ajena en un simple tuit: no nos hace falta un hilo kilométrico para demostrar que somos patéticos.

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Ropa oversize

La moda nos volverá locos a todos. Hemos pasado de unos pitillos capaces de reventar varices a presión a unos pantalones gigantescos que parecen sacados del ajuar de Don Pimpón.

Chaquetas inmensas, acolchadísimas, por las que asoman cabezas humanas empequeñecidas por el efecto óptico. Kanye West con unos hoodies que parece haber robado de un Humana en la que donan solo personas con obesidad. Propongo un acto subersivo: ¿por qué no volvemos a la talla correcta? No escondamos nuestros cuerpos, por muy espantosos que sean, en el refugio de la XXL, que ya no sé si estoy hablando con mi prima la moderna o con un miembro de Kriss Kross.

Imagen vía Wikimedia Commons. Subida por Árni Dagur

El puto spinner

Drogas no. ¿Por qué le has comprado un spinner a tu retoño? Has truncado un futuro prometedor con este objeto espeluznante. La hora del recreo, antaño avivada por el jolgorio de la chiquillada, es ahora un desfile de pequeños autómatas con la mirada perdida en la espiral que ruge sobre sus dedos. El eterno movimiento de este bicho giratorio no es excluyente, engulle a todos por igual en un vacío lovecraftiano. Quítale esa mierda de las manos a tu hijo, antes de que un día no muy lejano decida rebanarle el pescuezo al gato “porque así se lo ordenó el tito Spinner.”

Usar palabras en inglés

Tengo que ir al soft opening del pop-up smoke house de unos bros que empezaron con un foodtruck de zumos cold pressed y han llevado el street food a un nivel top. El brand ambassador de esa marca de specialty coffee, ahora trabaja en un flagship store de ropa y le han salido haters porque come healthy con su bae, que es curator… Stop it!

En 2017, la gente se ha pasado con lo de inflar su discurso con palabras en inglés para molar mucho. Si no empezamos a recuperar el castellano para referirnos a términos perfectamente traducibles, acabaremos convirtiendo nuestro venerable idioma en una shit como una casa. ¿Dónde está la fucking RAE cuando se le necesita?

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El pollavieja

El pollavieja ha tenido una campaña de duro trabajo. El auge imparable del feminismo, el caso Weinstein, el caso de La Manada, la generación trap, los izquierdosos de internet, Cristina Fallaràs, Barbie Japuta, la CUP, Gloria Fuertes… Dejemos descansar al pollavieja en 2018 o le dará un patatús, ¿os parece?

Hipotecas a tiro fijo

Dejemos a Silvia Charro en paz. Paremos ya con los chistes sobre hipotecas para referirnos a “otra cosa.” No más Engels & Vuelca. Solo espero que esta nochevieja, España no implosione por concentración inusual de juegos de palabras estilo “hipotecas a tiro fijo”. Ah, y es triste que tenga recordar esto cuando estamos a punto de alcanzar el 2018, pero allá va: de toda la vida, lo que pasa en un mañaneo se queda en un mañaneo.

La carne madurada

En 2017 no hemos tenido suficiente con devorar toneladas de rumiantes muertos… también nos los hemos zampado putrefactos. Carne madurada, eufemismo de carne podrida, dicen algunos. Exquisitez, aseguran otros. La era foodie nos acabará sumiendo el delirio, de hecho yo mismo he caído en la dichosa moda de la podredumbre bovina. Un día me dio por zamparme un tocho de buey madurado que llevaba criando malvas casi un año y era más caro que un videjojuego. No pude sacudirme la inquietante sensación de estar masticando la nalga de un zomby.

Politólogos y expertos en lucha antiterrorista

Ha sido un verano de Jack Bauers de pacotilla. El atentado en La Rambla de Barcelona ha traído consigo una curiosa revelación: en la charcutería de la esquina, en la cola del badulaque…, en todas partes hay expertos en lucha antiterrorista. Básicamente, son cuñados que se han flipado viendo 24 y Homeland, y se dedican a dar lecciones en las redes sobre protocolos de actuación, células terroristas, yihadismo, lo que sea. Ellos lo harían mejor que los Mossos, la Policía y El Capitán América.

Y que el mismo toque de atención sirva para la oleada de politólogos de bolsillo que se han paseado también por Facebook y Twitter con motivo del Procés. Qué brasa. O paramos esto, o el cuñadómetro nos explota en la cara antes de Semana Santa.

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“El trap es el nuevo punk”

Hace ya tres años que el trap es el nuevo punk y servidor sin enterarse. ¿Dónde está la revolución prometida? Si reprobamos las invectivas retrógradas de los pollaviejas, también tenemos que poner firmes a los intensitos del trap. El trap es el nuevo punk, el trap ha cambiado el negocio musical, el trap es la voz de la calle, te presentamos a la trap queen doscientos millones… ¿No lo veis? Se nos rompió el trap de tanto usarlo.

Poke vía Pixabay

Poke bowl

Que nadie os haga creer que meter comida a cascoporro en un recipiente semicircular es el súmmum de la modernité. La generación healthy ha perdido las enaguas por el poke, una suerte de ensalada de pescado crudo con verduras, algas, arroz blanco, semillitas raras y aliño que se introduce a cascoporro en un bol.

Como si dos facciones ultraviolentas de sushi se hubieran hecho pulpa en el recipiente y te comieras los restos del campo de batalla. Esperemos que no sobreviva a 2017; es tan aburrido, que creo que ya ha pasado de moda antes de que lo pida en este artículo.

Napapijri

Si la multiplicación de anoraks Napapjri sigue en modo exponencial, no tardaremos en recibir visitas de agentes del futuro, dispuestos cambiar esta línea temporal y frustrar la invasión de chaquetones italianos que acabó con la raza humana.

Algo pasa con esta prenda polar, pero todos los adolescentes españoles se la han comprado y abrochado hasta la nuez, como si fueran escaladores a punto de perder la vida en la cima del Kanchenjunga. Napapijri ha trascendido la simple moda y se ha propagado como un herpes agresivo en un after de Magaluf. La juventud nacional vestida de alpinista. Sudadas extremas ahí dentro. A los chavales pongo por testigo de que no volveré a pasar frío.

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Una riñonera vía Wikimedia Commons

La riñonera

Quién le diría a los yonquis ochenteros que su inseparable riñonera (no confundir con mariconera, dos mundos distintos) se convertiría en objeto de deseo entre la gente sobria en 2017. Donde antes se almacenaban jeringas, gramos y mecheros, ahora se guarda el DNI, el iPhone y las llaves de casa.

Gurús del orden

Marie Kondo bajó de un OVNI para decirnos cómo tenemos que organizar nuestra casa, y desde entonces, el filón de La Magia del Orden ha creado una horda de gurús que te ordenan el hogar por el precio de una mariscada. Basta. Se hacen llamar organizadores y te venden la moto de que no solo te ponen en orden la casa, sino también el espíritu. No tuvimos suficiente con la pejiguera de la japonesa, que ahora tenemos que soportar a sus discípulos patrios con excedentes de TOC. Además, España no se chupa el dedo: para decirnos que tiremos los anoraks indies del 97 y enrollemos las camisetas como churros, ya están nuestros padres.

Top knot

Cuando parecía que habíamos superado la boñiga capilar llamada moño masculino, el 2017 nos ha sorprendido con una variante que produce más espeluzne. El top knot. Algo así como la fusión del moño masculino y la moda de los laterales rapados. El peinado de Matías, el coctelero de First Dates, sería un ejemplo ilustrativo. Te rapas los costados, te dejas la pelambrera de la cocorota bien larga y te la recoges en una coletita de yupi farlopero de los 80. Hay enajenados que hasta se embadurnan de gomina el estropicio: el trabajo que tendrán borrando las fotos del móvil dentro de un par de años.

James Rhodes

Muy fan de James Rohdes. Nada en su contra. Pero deberíamos dosificarlo, hombre. Este año le he visto más que a mi novia y eso es un mal síntoma. No convirtamos al bueno de Rhodes en el Love Of Lesbian de la música clásica por favor. Hala, ya podéis matarme.