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Todas las fotos por Tanit Plana.
Identidad

Fotos que muestran un fresco de los adolescentes de Barcelona

La exposición ‘Púber’, de la fotógrafa Tanit Plana, retrata en 74 imágenes un momento clave en la vida de muchos jóvenes: aquel en el que dejan de ser niños y niñas para convertirse en adultos.

El origen de ‘Púber’, la colección de fotografías de Tanit Plana que actualmente se muestran en en el Palau de la Virreina de Barcelona, es el amor. Plana lleva un par de años recopilando materiales y tratando de averiguar, a través de diferentes fuentes de información, qué es ese sentimiento tan maravilloso, y a veces tan terrible, que llamamos amor. 

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“Una de las tesis que más me interesa respecto a esto es que el amor es una estrategia para la reproducción de la especie”, comenta Tanit desde su estudio en Barcelona. “Toda una bioquímica que se despliega para conseguir que dos personas se junten y puedan seguir manteniéndose unidas durante el tiempo suficiente que requiere la cría de una persona”.

La palabra púber, que da título a la exposición, designa a una persona que está justo en el momento de comenzar la adolescencia, el momento en el que se producen las modificaciones corporales propias del paso de la infancia a la edad adulta. “Pensé que sería muy interesante ver cómo son los cuerpos en el tránsito de convertirse en seres capaces de reproducirse”, apunta Plana. “Me parecía que la estrategia de la naturaleza para que nos reproduzcamos se manifestaba de una forma muy potente en esos cuerpos adolescentes y que podíamos a la vez investigar cuáles son sus formas de manifestarse a través de cómo se visten, de cómo se presentan y posan ante la cámara”.

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Para seleccionar a los protagonistas de estas imágenes, no  hizo un casting. Tanto la fotógrafa como sus ayudantes, que tienen menos de 25 años, hicieron un llamamiento en redes especificando qué necesitaban: gente joven entre 9 y 19 años que quisiera participar en un proyecto de fotografía contemporánea. “Cuando en un llamamiento pones la palabra ‘casting’, funciona como una especie de conjuro mágico. Implica la posibilidad de ‘ser elegido’”, afirma Tanit. “Pero no hicimos un casting como tal, todas las personas que se presentaron nos iban bien. No tenía sentido elegir. Fueron esos jóvenes, decidiendo presentarse, quienes tomaron la iniciativa para representar a una parte de su generación”. 

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Tanit y su equipo les pidieron a los participantes que eligieran muy bien la ropa, el maquillaje y el peinado que iban a lucir en la imagen. Les trasladaron así la responsabilidad y la necesidad de reflexionar sobre la imagen que querían presentar. “Esto me hizo pensar, volviendo a aquello de la estrategia de la naturaleza para que nos reproduzcamos, en los métodos que tienen por ejemplo las plantas de atraer a los polarizadores como, por ejemplo, las abejas. O en los plumajes de las aves o los bailes de apareamiento que se despliegan con el fin de reproducirse”, explica Tanit. “Les pedimos que vinieran empoderados, que lucieran sus mejores galas, y realmente se lo tomaron muy en serio. Si se observa detenidamente toda la expo, el conjunto de las presencias es muy fuerte. Mi retrato de la adolescencia no muestra fragilidad, si te fijas en los cuerpos, en las caras, en las posturas, hay una fuerza y una dignidad muy grandes. La adolescencia es un momento en el que todo es posible, el comienzo de la vida adulta”.

Aparte de los protagonistas, otra cosa que llama la atención en las imágenes es el entorno. Todos los jóvenes aparecen fotografiados en zonas impersonales de la periferia de Barcelona, lugares de paso que no son ni ciudad ni todavía son campo y que, para Tanit, tienen también una fuerte carga simbólica a varios niveles. “En primer lugar, son espacios de tránsito, lo que funciona como una metáfora que tiene que ver con el propio tránsito que están realizando los adolescentes. También aportan algo salvaje, domesticado y quizá un poco reducido, pero que es un detalle que nos remite a lo natural. Estoy obsesionada con que somos simplemente unos animales más como las hormigas, los mosquitos o las ballenas”.

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Otro aspecto de los fondos es que son ubicaciones en las que siempre hay basura, grietas en las paredes, decadencia, abandono… “Quería también aportar un comentario sobre que a estos jóvenes les dejamos un planeta hecho una mierda a nivel medioambiental, político, social, económico… Se trata también de una reflexión sobre si queremos cambiar eso o seguir igual”. 

Por último, al recorrer estas ubicaciones de la periferia de la capital catalana, la fotógrafa se dio cuenta de que es en este tipo de lugares donde muchos jóvenes encuentran un refugio donde nadie los vigila, donde quedan para hablar, para beber o para follar. Lugares fuera del radar de la sociedad y de sus padres. 

Aparte de las fotografías de Plana, la exposición también cuenta con una selección de vídeos de TikTok dirigido a presentar cómo estos jóvenes deciden mostrarse a sí mismos, sin la interferencia de los adultos, cómo están creando sus propios códigos y buscando maneras de presentarse a la sociedad. Esta parte de la expo Tanit decidió encargársela a Estela Ortiz, una periodista y escritora que investiga desde hace tiempo sobre lo juvenil y su relación con las redes sociales.  

“El pasado mes de marzo empecé una inmersión como usuaria y en TikTok y desde entonces he compartido una selección semanal de contenido de esa aplicación en mi perfil de Instagram, una curaduría centrada sobre todo en discursos contranormativos”, cuenta Estela. “Me sorprendió la cantidad de contenido viral con discursos súper disidentes alrededor de temas como la sexualidad, la identificación de género, la racialidad, la diversidad funcional o la salud mental. Tanit conocía estas curadurías semanales y me pidió que hiciera una recopilación de aproximadamente una hora de TikToks de usuarios adolescentes”.

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“Me centré en dar cobertura a la mayor diversidad de voces posibles y con vídeos que atravesaran las problemáticas que te he comentado anteriormente”, continúa Estela. “El objetivo era introducir la propia voz de los adolescentes en la sala y acceder a sus universos más íntimos: entrar en sus habitaciones, descifrar sus propios códigos y escuchar los temas que realmente les ocupan. Este gesto de escuchar sin prejuicios es lo que nos hace falta al resto de generaciones para apreciar lo que realmente valen los adolescentes de hoy”.

Finalmente, a cada uno de los retratados se les preguntó cuáles eran las tres canciones que más estaban escuchando en ese momento. Con sus respuestas se elaboró una lista se Spotify (llena de sorpresas) que no deja de ser otra forma de retratarlos. La última de las que Plana ha desplegado para intentar comprender y atrapar la esencia de eso tan complicado que significa ser adolescente.

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