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Cultură

Sí, él otra vez: entrevistamos a Gaspar Noé

A vueltas con Gaspar Noé tras "Enter the Void"

Conocí a Gaspar Noé en 2002, poco antes de que se estrenara su rompedor drama de violación y venganza, Irreversible. Había recibido el encargo de entrevistar también a las estre-llas de la película, pero Vincent Cassel estaba al tanto de la revista para la que escribía entonces, dijo que haría quedar a su esposa (Monica Bellucci) como una puta y vetó que entrevistara a cualquiera de los dos. Aproveché para pasar con Gaspar toda la tarde yendo de una tienda de pósters a otra en busca de pósters de 2001, una odisea del espacio, para añadir a su colección.

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Han hecho falta ocho años para ver estrenada otra película suya, pero Noé llevaba largo tiempo planeando Enter the Void, desde antes incluso de realizar Irreversible. Otro colaborador de Vice ya le entrevistó el año pasado para nuestro Especial Cine, pero hace unas semanas fui a un pase de la versión definitiva de la película y salí de la sala con mis moléculas reconfiguradas. Gaspar pasó cinco años trabajando en el film, una historia de alucinaciones y reencarnación en Tokyo, y el tiempo dedicado valió la pena: ver la película es un poco como protagonizar tu propia versión de Desafío Total, con la salvedad de que no eres un espía sino un yonqui muerto que vigila la vida de su hermana como stripper en los bajos fondos de Tokyo. La película me gustó un montón, sobre todo su estética, y ésa es la razón de que Vice esté hablando con Gaspar de nuevo a pesar de que ya saliera en la revista el año pasado. ¿Aclarado?

A ver, dadnos un descanso. El 90 por ciento de las demás revistas entrevistan a los mismos tipos cada puto mes, y además nosotros tenemos un documental en VBS.TV en el que salimos de jarana por Tokyo con Gaspar (porque ya habéis visto nuestra "Vice Guide To Film—Gaspar Noé", ¿verdad?).

Explicado pues. Para esta entrevista, Gaspar y yo quedamos para desayunar en el Soho. Me contó que no había dormido nada porque la noche anterior se había metido en una pelea. Sin dar más detalles, procedió a intentar espabilarse con un plato de fruta.

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Vice: Cuando hablamos el otro día te dije lo mucho que me había gustado la película. ¿Tú estás contento?
Gaspar: ¿Con la película o con que te haya gustado? Ja. Vale, sí, estoy muy contento con la película. ¿Es la primera vez que la ves?

Sí. Y me gustaría volver a verla.
Deberías intentar ver la versión larga. La versión larga tiene nueve rollos y la corta ocho. Podrías quitar el rollo siete y la película aún funcionaría.

¿Por qué la cortaste?
Tuve que firmar un contrato por el cual, si la película duraba más de dos horas y veinte minutos, tendría que hacer una versión más corta. Lo que hice fue, simplemente, quitar un rollo. El rollo siete empieza justo después de la escena del aborto, y termina con ella arrojando las cenizas de su hermano al fregadero.

Vale. Con suerte la veré, de una manera u otra. ¿Cómo te sientes habiendo estrenado por fin la película, tras haber deseado hacerla durante tanto tiempo? Las primeras ideas las tuviste… No sé, hace… ¿veinte años?
Mi primera idea fue hacer una película desde el punto de vista del personaje principal mientras está fuera de su cuerpo; una película que fuese como una experiencia próxima a la muerte y que seguiría al protagonista después del momento de su fallecimiento. Enter the Void tiene influencias de varias películas: 2001, Videodrome, Un viaje alucinante al fondo de la mente... Yo he intentado de distintas maneras salir de mi cuerpo y tener una proyección astral.

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¿De qué maneras? ¿Privación del sueño?
Privación del sueño, hipnosis… Nunca he tenido un accidente de coche. Hay gente que dice que, a veces, una persona puede verse a sí misma, desde fuera de su propio cuerpo, tras haber sufrido un grave accidente, pero a mí me parece que eso se debe a un simple efecto alucinatorio, a la pérdida de la función del equilibrio, que regula el oído. Si el cerebro está despierto, la combinación de anestesia y desequilibrio puede hacer que la visión del lugar en el que estás la imagines como si estuvieras flotando. Esa es la forma lógica en que suele explicarse el fenómeno de proyección astral. Cuando yo tenía 18 o 20 años, creí durante un tiempo que la mente o el espíritu podían salir fuera del cuerpo, e intenté hacerlo conteniendo la respiración. Cosas así.

¿Y no funcionó?
No funcionó. También probé con alucinógenos. Intenté por distintos medios salir de mi propio cuerpo pero no funcionó nada.

Gaspar Noé durante la filmación del episodio de The Vice Guide To Film en Tokio.

Eres muy fan de 2001, de Kubrick. ¿Quisiste recrear cómo te sentiste la primera vez que la viste?
Aquel puede que fuese el mayor shock cinematográfico que haya tenido en mi vida.

¿Cuántos años tenías?
Seis, siete. La vi cuando era un niño y me sentí, incluso entonces, como si hubiera tomado drogas, sobre todo con las últimas escenas, la secuencia de la Puerta a las Estrellas. Douglas Trumbull [el supervisor de efectos especiales de 2001] fue presidente del jurado en un festival de cine en Suiza la semana pasada. Recibí el primer premio. Fue un momento feliz. Él y Kubrick me administraron mi primera droga a la edad de seis años. Me produjo gran orgullo que fuese él quien concediera un premio a mi película. Me alegró la semana. Supe del galardón demasiado tarde para volar a Suiza, lástima. Tengo que enviarle un email de agradecimiento, ahora que lo pienso.

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¿En qué medida influenció en tu película el consumo de drogas?
He sentido curiosidad por las drogas desde que era adolescente. Fumaba porros de vez en cuando, tomaba ácido, una seta aquí y una seta allá, aunque nunca fui un flipado ni un gran experimentador. Pero desde el momento en que decidí que haría una película que mostrara alucinaciones, y eso sería a los 23 ó 24 años, empecé a tomar drogas con el propósito de tener imágenes que pudiera utilizar en esa futura película que quería hacer. O a lo mejor sólo era una excusa para tomar drogas… La última la descubrí hace diez años; fui a la jungla peruana y tomé ayahuasca. Pero la mayoría de las veces no tomaba drogas por motivos recreativos sino porque tenía en mente una película sobre estados alterados. Leí un libro de Carlos Castaneda que me recomendó mi madre. Después leí su biografía y era un mentiroso, engañó a todo el mundo, aunque como escritor era realmente bueno. Abre tu mente, te deja confuso. Ahora ya no tomo drogas psicodélicas. No diré que un día no vuelva a ellas, pero por el momento se han terminado para mí.

Una de las cosas más interesantes que suceden en el film es que el protagonista, de hecho, está en pleno trip cuando muere, y no está seguro de lo que le está pasando. ¿Qué has investigado al respecto de esto? Gente bajo el efecto de las drogas en el instante de morir.
No sé mucho, excepto que Aldous Huxley se inyectó LSD para fallecer pacíficamente. Uno de sus libros, Las puertas de la percepción, me influyó cuando tenía 16 o 17 años y fumaba porros. Sé que mucha gente ha dicho que cuando estás teniendo un viaje verdaderamente potente de LSD, setas o ayahuasca, puedes experimentar momentos en los que crees que has muerto, entonces te das cuenta de que no lo estás, vuelves a la vida y tienes la impresión de que es un renacimiento. Timothy Leary leía el Libro tibetano de los muertos a gente en viaje de ácido para abrir sus mentes, una especie de texto chamánico empleado para hacer que el trip avanzara en ciertas direcciones. Popularizó el Libro tibetano de los muertos entre los estadounidenses. No deja de ser curioso que tuviera que ser a través de Leary que el libro llegara al gran público en occidente… Yo creo que las imágenes que uno ve cuando está muriendo son sueños, pero la mayoría de las personas que han tenido una experiencia cercana a la muerte después no recuerdan nada. Y en algunos casos creo que han recreado sueños para hacer que la gente pierda su miedo a morir. Es muy común, la gente maquilla o se inventa recuerdos para hacerse a sí misma más fuerte o evitarse algún remordimiento. Pero, para mí, la culpa definitiva es morir demasiado joven, sin haber llegado a cumplir tus sueños. Si has tenido un accidente de tráfico o lo que sea, y sabes que has estado muerto pero logras regresar, eso significa que podría haber sido el final de todo. Por tanto, quizá sea una necesidad humana creer en la vida después de la muerte, como es una necesidad humana para cierta gente creer en los platillos volantes. Pero todos esos libros sobre experiencias de casi-muerte, y todos esos libros sobre proyecciones astrales, presentan siempre la misma imaginería. A mí eso me pareció divertido. Como si hubiera una especie de sueño estándar a nivel internacional, el sueño que la gente quiere ver representado. Ahora bien, yo no me adscribo a ninguna religión o culto, y con mi película no tengo intención de convencer a nadie de que la reencarnación existe ni nada por el estilo.

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¿Hubieron cosas que quisieras hacer en las escenas de drogas que creyeras que no se habían resulto bien en otras películas?
A mí me parece que la escena inicial con el DMT tiene un aspecto fantástico, pero en realidad no se parece a las imágenes que produce el DMT. Es más geométrica. Pero lo intenté. No sé utilizar tan bien los ordenadores, así que les di referencias a los miembros de mi equipo. Quien haya probado la ayahuasca o el DMT sabrá que lo que ve en pantalla es aproximado, parecido, pero más al estilo de Tron. Hay algo en estas imágenes que resulta casi acogedor, todo está hecho a base de líneas brillantes moviéndose continuamente. Las imágenes en mi película son más clásicas que las que en realidad produce el DMT, pero aun así me siento realmente satisfecho. Hay directores que saben representar verdaderamente bien las alucinaciones. Hay un maestro de la escena experimental de los años 60, Jordan Belson, con quien Kubrick quiso colaborar en 2001. Creo que declinó la oferta, pero hizo unos cuantos cortometrajes. Uno se titula Samadhi, hay otro llamado Bardo. Son como lo que ves cuando has tomado setas y cierras los ojos. Cuando tomas suficiente cantidad, te inducen una especie de estado alterado de conciencia.

Cuando hablé contigo en enero me contaste lo mucho que habías disfrutado viendo Avatar en 3D. ¿Era algo que también tú querías hacer, forzar los límites y ofrecer al público una experiencia cinematográfica diferente?
Uno nunca sabe qué público va a tener. Lo que sí sabe es lo que le gustaría ver, y lo que sus amigos querrían ver. Y sabe, tal vez, cómo va a convencer al público de que gaste su dinero en ver la película. Lo que no tienes forma de saber es cómo el público va a reaccionar. Y en cierto modo no importa, porque "el público" es un concepto demasiado abstracto. Te importan personas concretas a las que respetas y cuyos gustos compartes, pero es muy difícil pensar en el público. A veces puedes prever algunas reacciones; por ejemplo, en la escena del accidente era fácil anticipar que la gente se iba a sobresaltar. Pero en cualquier otra cosa, uno simplemente no sabe qué esperar. De hecho, con esta película he obtenido las reacciones más viscerales y extrañas, tanto buenas como malas, de toda mi carrera. Es la menos violenta que he rodado, pero cinematográficamente es la más perturbadora, porque es como una experiencia en la que la gente no sabe a qué atenerse, qué está pasando en la pantalla o en el interior de sus cabezas. No es un declaración de tipo moral, no es una película verbal como Solo contra todos, no va de un momento traumático que la gente pueda debatir, como la violación de Irreversible. Con esta es más en plan "¿Pero qué coño es esto? ¡Está trasteando con mis ojos y mis oídos! ¿Por qué es tan larga? ¿Por qué hay tantos colores? ¿Por qué este tío pretende que hay vida después de la muerte?". En realidad mi película no pretende eso en absoluto, pero algunas personas se han tomado esto en concreto muy a pecho, para bien o para mal.

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Has declarado que Irreversible fue, en ciertos aspectos, un ensayo antes de encarar este film.
Sí. Sucedió que yo había terminado una versión del guión de Enter the Void y estaba buscando financiación en Alemania y Francia. Se suponía que iba a ser una coproducción, pero por desgracia aquello no fructificó. Eso fue en verano de 2001. Estaba preparándome para seguir adelante con el film cuando conocí a Vincent [Cassel] en un club. Nos dijimos, medio en broma, "¿Por qué no hacemos una película juntos?" Y empezamos Irreversible. No había guión, pero gracias a su participación y a la de Monica Belluci dispuse de un montón de pasta para hacerla. Sin guión, sin título, sólo con el concepto de una historia de violación y venganza contada al revés. Puesto que al inicio del rodaje no tenía más que una sinopsis de tres páginas, resolví robar unas cuantas ideas y elementos de mi proyecto principal; por ejemplo, los planos rodados con grúa sobrevolando la escena en la que Vincent es arrestado. Fue como si estuviera ensayando para Enter the Void. Y algunas de las cosas que hicimos digitalmente en Irreversible fueron para mí una forma de prepararme para una película con un montón de efectos visuales.

¿Te dio confianza para hacer lo que entonces querías hacer?
Me dio confianza, pero es que además me dio poder. En principio Irreversible iba a ser una película pequeña y difícil destinada al circuito de cines nocturnos, pero se convirtió en un gran éxito comercial. Así, al margen del hecho de que me sirvió para poner en práctica técnicas que luego emplearía en Enter the Void, hizo posible que pudiera financiarla. Antes de Irreversible era simplemente un director underground francés más; después de Irreversible era un director underground pero comercial. Enter the Void era una película cara y sin Irreversible nunca habría podido hacerla.

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¿Has logrado hacer en ella todo lo que querías?
Las mejores ideas siempre llegan en el último momento. Y, por supuesto, siendo la película tan cara algunas de las ideas tuvieron que descartarse por razones financieras. Pero, aun así, ha salido mucho mejor de lo que esperaba. Me gusta de verdad. Es extraño, porque la película se completó en parte hace un año, se terminó definitivamente en enero, después la llevamos a varios festivales, luego se estrenó en Francia y ahora estoy aquí. Ha sido como dar a luz tres veces al mismo hijo. Me siento agotado. Pero estoy seguro de que dentro de unos meses, cuando vuelva a ver la película, me sentiré totalmente feliz.

¿Qué ideas no pudiste realizar?
Quería más efectos al estilo Tron en el Love Hotel. Quería recrear las esquinas del apartamento como un modelo de trazado de líneas por ordenador. Muy psicodélico, muy Tron. Y había unos cuantos efectos tronescos más que quería añadir, porque el DMT provoca ese tipo de imágenes, pero para entonces todo el mundo estaba extenuado. Era la tercera versión de la película. Habría costado mucho más tiempo, dinero y trabajo.

Entonces, ¿no hay nada que quisieras añadir de tener la oportunidad?
No, nada. Sí lo hubo en Irreversible. Siempre quise hacer otra toma del amor entre Vincent y Monica, filmarles desnudos y besándose, pero a ellos no les apetecía hacerlo y no se hizo. Pero no, no hay nada que lamente no haber incluido.

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El gran sultán de Vice, Shane Smith, paseando por Cannes con Gaspar Noé.

¿Cómo ha funcionado Enter the Void en Francia?
Se estrenó de forma muy modesta. No podía funcionar bien porque la misma compañía que la produjo se encargaba también de la distribución, y ya habían invertido mucha pasta. Cuando vieron el resultado, bastante más experimental de lo que esperaban, les entró miedo. No pusieron pósters en las calles ni cosas por el estilo que sí hacen con la mayoría de films, y se distribuyeron muy pocas copias. La crítica, en general, se mostró muy extremada; la mayoría de críticas eran muy buenas o totalmente ofensivas, sin medias tintas. Dentro de lo que cabe, la película no ha funcionado mal teniendo en cuenta las pocas copias distribuidas. Creo que le irá mejor cuando se edite en DVD. Hay películas que la gente desea tener, en especial este tipo de películas psicológicas y abstractas.

¿Has tenido algún problema con la censura?
En Japón difuminaron el pene.

Sí, suelen hacer esas cosas.
Ya. Y el pene aparece tan enorme en pantalla que sólo difuminaron la punta, donde sale el esperma. También difuminaron otros genitales. Me lo han dicho, no he visto la copia japonesa. Estoy seguro de que en países como Hong Kong será problemático conseguir que se estrene. Los censores franceses dijeron que la habrían calificado para mayores de 12 años de no haber sido por la escena del accidente. Según ellos era la escena más intensa de la película y que la calificación final sería de apta para mayores de 15 años; que querían asegurarse de que los menores de 15 no se traumatizarían cuando tuvieran que viajar en coche con sus padres. En Estados Unidos se distribuirá sin calificación.

Muy bien. ¿Cómo va esa película erótica que querías hacer?
Tengo unas quince páginas de guión. Tal vez debería releerlas, porque la vida de uno cambia y nuevas ideas van surgiendo. Puede que con el tiempo me esté volviendo más sentimental. Va a ser una película erótica muy sentimental.

¿Será lo siguiente que hagas?
Confío en que sí, pero todavía estoy promocionando Enter the Void y no tengo la energía necesaria para embarcarme en otro proyecto inmediatamente. Es como meterse en un túnel.

¿En qué se diferenciará de otras películas eróticas?
¿Alguna vez has visto una buena historia de amor con sexo real?

Probablemente no.
Yo tampoco. No va a ser una película sádica.

Bueno, eso está bien. ¿Volverás a emplear similares técnicas cinematográficas?
Supongo que intentaré hacerla tan simple como me sea posible, pero antes de ponerse a hacer un nuevo film uno ha de definir las reglas de un juego al que no ha jugado antes. Por el momento seguiré viendo películas, y cuando dé con el concepto cinemático correcto, entonces me aferraré a él.