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Elecciones 2016

Futbolín, mejillones y toneladas de caspa: así fue la cita de Rajoy y Bertín

"Si te pones a una cosa pues te pones, y si no te pones, pues no te pongas".

"De ruleta no vale".Imagen vía.

"Si te pones a una cosa pues te pones, y si no te pones, pues no te pongas"

Ser asesor de Mariano Rajoy ha de ser una auténtica pesadilla. Lo digo en serio. Se me ocurren pocos trabajos más estresantes, desalentadores, desesperantes y envenenados. Preferiría dedicarme al transporte de cocaína entre Barranquilla y Nuevo México que tener que lidiar a diario con el Presidente del gobierno y sus incesantes meteduras de pata, un conglomerado de frases absurdas, obviedades vergonzantes y gazapos de niño pequeño impropios del cargo. Si yo fuera uno de esos asesores no podría pegar ojo, sufriría crisis de ansiedad y muy probablemente ya me habría divorciado, viviría en un piso hecho una cuadra y complementaría una dieta a base de pizzas y comida precocinada con todo tipo de ansiolíticos.

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"¿Cómo es tu padre?"

"Pues es mi padre"

No habían pasado ni 24 horas desde su último hit revientapistas ("Es el alcalde el que quiere que sean los vecinos el alcalde"), de obligado estudio ya mismo en escuelas y facultades de todo tipo, y Rajoy ya estaba liándola de nuevo. "Así no se puede vivir, tú", decía ayer uno de esos asesores desquiciados en el grupo de Whatsapp que ha creado la cúpula de consejeros y assistants que velan por su imagen pública. "Yo lo dejo", decía otro. Estaban todos viendo desde sus casas "En la tuya o en la mía" y la preocupación inicial había dejado paso al pesimismo y la consternación. "No puedo más, chicos. Lo hemos intentado, pero no hay manera. A ver cómo coño llegamos hasta el día 20. Suerte y ánimo a todos".

"¿Cómo te llevas con Esperanza Aguirre?"

"Es todo un personaje. Bueno, como mucha gente"

Reacciones muy comprensibles: si en un programa hecho a medida, cuyas preguntas más incómodas fueron cosas tipo "¿qué recuerdas de tu madre?", "de qué equipo son tus hijos?", "¿cuándo empezaste a dejarte la barba?" o "¿qué opinas de Felipe González?", contabilizamos unas cuantas respuestas fuera de lugar y varias meteduras de pata, ¿qué diablos hubiera ocurrido en un debate con los pitbulls de la nueva política? Visualizas el encuentro y te entran escalofríos: ¿recordáis la paliza mortal que Ivan Drago le propina a Apollo Creed en "Rocky IV"? Un juego de niños al lado de lo que ocurriría en ese debate. Viendo que ni tan siquiera cuando juega en casa, con el público entregado y el árbitro pitándole seis penalties a favor y expulsando a tres jugadores del equipo contrario, es capaz de transmitir un mínimo de seguridad, convencimiento y credibilidad, es totalmente comprensible que haya declinado cualquier oferta de esa índole.

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"Oye, ¿y con lo del terrorismo yihadista qué podemos hacer?"

"Hay que ver internet, es importante. Ahí se puede controlar mucho. Es un tema endemoniao".

Porte, casta, señorío, mejillones. Imagen vía.

La entrevista fue un coñazo importante. También el programa. Mira, ya puestos a masajear, encender incienso y poner la alfombra roja, como mínimo que el show sea divertido, que entretenga al personal. Estás haciendo televisión, al fin y al cabo, hay que exigir unos mínimos. Pero si encima de agasajar al presidente con un cuestionario tan blando y servicial como el de ayer –a mí me han hecho encuestas en la calle mucho más comprometidas que la de Bertín Osborne a Rajoy– conviertes un formato que habitualmente resulta ligero y agradable de ver en un mazacote, en una bola de carne picada que ni tan siquiera King Africa podría tragar y digerir, entonces es evidente que hay más de un problema en el contenido.

"¿Tú te acuerdas de aquello del ébola?"

Que no debe ser Bertín Osborne el que asuma el papel de periodista incisivo y con mordiente lo sabemos todos. Que su programa debe indagar más en el lado personal e íntimo de los políticos también. Y que sería un error convertir "En la tuya o en la mía" en una versión rústica de "Salvados" o "El objetivo" salta a la vista. Ni pretende ni debería pretenderlo. Pero también es inevitable que el ciudadano ya ande mosca: otra entrevista más en TVE, la que financiamos con nuestra pasta, sin que sepamos absolutamente nada de lo que propone el líder del PP, sin que le hayamos escuchado hablar del caso Bárcenas, de la corrupción en su partido o de cualquier otro asunto de verdadera relevancia. Ayer tan solo recuerdos de juventud, evocaciones nostálgicas de la familia y rutinas y hábitos deportivos. Mis diálogos con el médico de cabecera, con el cartero del barrio o con el gestor son mucho más penetrantes y afilados, creedme.

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"Yo me fui al funeral de Nelson Mandela a Johannesburgo y pasé un rato por el gimnasio. Era enorme, y había un señor al fondo. Al cuarto de hora se puso a hablar conmigo y me di cuenta que era el presidente de los Estados Unidos".

Los primeros 45 minutos, con presentador y entrevistado sentados en el sofá, y con un cojín ubicado en la entrepierna, fueron calcados a los de hace una semana con Pedro Sánchez como protagonista. Mismo tipo de preguntas ñoñas e inofensivas y mismo tipo de respuestas previsibles y ya previamente ensayadas. La diferencia es que a Sánchez se la va mucho la mano con su personaje, hasta el punto que su robotización del político espontáneo y moderno le convierte en una caricatura hilarante, y a Rajoy, por el contrario, no se le va absolutamente nada.

No se le va porque no hay. Y porque tiene tanto pánico a cagarla que no se fía ni de sí mismo. Es un ejercicio permanente de autocontrol que desemboca en momentos de delirio involuntarios e inesperados incluso por sus enemigos. Referirse al ébola como "aquello", ser incapaz de recordar a tu madre más allá de una frase propia de teletipo ("era estupenda, guapísima y con un carácter estupendo") o definir el cargo como "ser presidente de mi país es la pera" son algunos ejemplos del tono y el contenido que mandaron en esa primera parte del programa.

El clásico bromance. Imagen vía.

"Presidente, ¿con qué tres países compartirías el futuro de España?"

"La Unión Europea, Marruecos, Estados Unidos y Latinoamérica".

Ni tres. Ni todos países. Nada. Ni una. Intentas no quedar mal y quedas aún peor. A eso es a lo que me refería antes: la pregunta en realidad era una chorrada sin ninguna maldad ni segunda intención. Mariano, bastaba decir Alemania, Estados Unidos y Francia, o China, Rusia y Estados Unidos, o Portugal, Marruecos y Francia, por aquello de la proximidad. No sé, cualquier tontería hubiera sido mejor que la Unión Europea, Marruecos, Estados Unidos y Latinoamérica. "Decidme que no ha dicho eso, chicos"… Y el silencio hizo acto de presencia en el grupo de Whatsapp de los asesores. Algunos emoticonos y para de contar. Ambiente de funeral.

"En una cumbre internacional de seguridad en Corea del Sur. Y estaba Obama… el chino… el japonés… Todos, vamos"

Ese fue el remate final de la noche. Una partida de futbolín eterna desde el punto televisivo pero memorable desde el punto de vista cómico. Venían de la cocina, donde ambos se habían puesto finos de Albariño y empanada gallega (una sutileza genial del guionista), y donde los dos habían sido incapaces de encender una vitrocerámica. Y en la partida la cosa se desató: "Bertín, ¿te parezco tan aburrido como dicen?". O "¿con quién te lo has pasado mejor, conmigo o con Pedro Sánchez?". Visto así, ya en la distancia, las preguntas tenían todo el sentido del mundo: Rajoy quería saber si Bertín había disfrutado con la sesión y con cuál de los dos últimos clientes que habían pasado por la consulta se lo había pasado mejor trabajando. Toda una deferencia del presidente: la opinión del masajista también cuenta.