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Conoce al genio de las drogas psicodélicas que tuvo uno de los laboratorios de LSD más grandes de Inglaterra

Casey tomó tantos sicodélicos que llegó a creerse Dios.
Casey preparando 2C-B en 2001 en la parte trasera de un autobús escolar en el que vivió por siete años. Todas las fotos son cortesía de Casey William Hardison.

Casey William Hardison no la pasó tan mal en la cárcel. "Hice un montón de cosas ahí: LSD, 2C-B, DMT, farmahuasca, sustancias químicas con fines de investigación científica, kratom, cannabis, alcohol casero, etcétera", dijo Casey. "Las drogas son más fáciles de conseguir en la cárcel que en la calle. Además, el sistema penitenciario británico es bastante gentil. Es muy civilizado".

Casey, un estadounidense de 43 años, fue puesto en libertad en mayo de 2013 tras pasar nueve años en un gran número de cárceles británicas. En un principio lo habían condenado a pasar 20 años en la cárcel por tener un laboratorio de drogas sicodélicas en Ovingdean —un pueblo inglés cerca de Brighton en el que había cabañas, ovejas y ancianos—, aunque ahora dirige una campaña para reformar la ley del uso indebido de drogas. Sin embargo, Casey tuvo que recorrer un largo camino para llegar a su posición actual como "genio de las drogas", otorgada por los medios británicos.

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Casey nació en el estado de Washington en 1971. Comenzó a luchar con sus demonios "sico espirituales" a una edad temprana (a esa edad en la que tu madre aún decide qué zapatos te vas a poner para ir a la escuela). "El alcohol y el cannabis eran las dos únicas drogas que podía consumir en ese entonces", me dijo por teléfono desde su hogar en Idaho, EU. "Tenía cinco años la primera vez que fumé cannabis y fue porque mi hermano me borregueó. Cuando era niño me encantaba".

Casey pronto descubrió los problemas que pueden surgir cuando usas la mariguana y el alcohol para combatir los demonios que merodean por tu mente. El mayor problema es que a menudo las dos sustancias terminan inmiscuyéndose en todas las demás facetas de tu vida. Por supuesto, no es una situación ideal para nadie, en especial si se trata de un adolescente que atraviesa las agonías de la pubertad. En 1985, a los 14 años, Casey aceptó que era alcohólico y se inscribió a Alcohólicos Anónimos y a Narcóticos Anónimos.

Después de cumplir el programa de 12 pasos en AA, Casey logró lo que llama su "recuperación total" durante la noche de Halloween de 1993 mientras bebía vino con especias (sin alcohol) en una ceremonia ritual.

"A medida que avanzaba el ritual, lo único en que pensaba era en la manera tan rígida en la que había decidido eliminar el alcohol de mi 'sacramento'", dijo Casey. "Recuerdo haber visto un monitor de ritmo cardiaco con una línea recta. La vida tiene pulso, tiene ciclos y una línea recta sólo puede significar una cosa: la muerte. De pronto me di cuenta de lo más importante: La vida es transformación. La vida es un ciclo de muerte y renacimiento. Cada día se renueva a sí misma".

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Poco después, Casey probó el LSD. Su amigo John, a quien conoció en una reunión de AA en Yosemite Valley, California, fue a visitarlo a Idaho. En una fría noche de diciembre, los dos fueron a Blockbuster y rentaron una copia en VHS de The Making of 'A Brief History of Time'.

Cuando empezó la película, John mencionó que traía LSD líquido que había hecho un "viejo químico loco" conocido como "El Lorax".

"Conocía al Lorax. Le tenía confianza y respeto" dijo Casey. "También había escuchado algunas historias sobre personas que tenían aventuras espirituales con LSD, hasta los Deadheads que conocí en una gira de Grateful Dead. También me enteré de que Bill Wilson, el co-fundador de AA, había consumido LSD con fines espirituales".

Casey tomó 250 microgramos de ácido y,en cuestión de una hora se le empezó a "zafar un tornillo". Algo comprensible considerando que 250 microgramos equivale a seis o siete dosis del ácido que se puede conseguir en la calle hoy en día.

"Me bañé en grava mientras mi cerebro estaba en su viaje y me sentí uno mismo con el todo y con la naturaleza", recuerda Casey. "Mi mente se quedo quieta pero al mismo tiempo trabajaba demasiado rápido".

Cerca de las 3AM, la campana de una escuela local comenzó a sonar y Casey tuvo la revelación de que tenía que regresar a la escuela. "En ese entonces había dejado la escuela y había emprendido otro camino. Aún así, decidí inscribirme a la Universidad de North Idaho, estudié casi tres años y obtuve mi licenciatura en ciencias naturales. Después me inscribí a la Universidad de Idaho para cursar la carrera de bioquímica y botánica. Es lo hermoso del LSD: muchos tienen viajes y adquieren conocimiento, pero después lo olvidan o tratan de huir. Aunque, si utilizas ese conocimiento, puedes tener una vida mejor".

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Claro, todo es mejor si se toma con moderación; en el verano de 2000, Casey tomó tantos sicodélicos que llegó a creerse Dios.

"Ese verano en el que bombardee por completo a mi cabeza, recibí unos correos de un tipo que producía 2CT-7, la droga alucinógena", dijo Casey. "Me preguntó si quería un laboratorio. Aprendí a producir 2CB, MDMA y de pronto me encontraba en una posición en la que podía salir al mundo y averiguar cuál era el camino que debía tomar en la vida. Terminé en Inglaterra".

Casey se mudó a varias ciudades y después de un tiempo se estableció en Ovingdean. No le preocupaba que su ingreso se basara en una actividad ilegal. Compraba los químicos necesarios sin tomar ninguna precaución, los pedía a su nombre y utilizaba su propia tarjeta de crédito.

"No estaba ocultando nada", dijo. "Simplemente no les decía lo que iba a hacer con las sustancias".

En su juicio, el juez acusó a Casey de producir y vender drogas por "codicia". Casey admitió ganar dinero con la venta de drogas —sería muy difícil neegarlo considerando que le compró a su padre un bote de 30 mil libras esterlinas (648,457 pesos)—, pero aseguró que la cantidad que le imputaron era exagerada puesto que volvía a invertir una gran parte de las ganancias para comprar material para laboratorio, además de que la mayoría de las ventas eran sólo para sus amigos.

"No vendía mis creaciones a nadie que no conociera o que no frecuentara", dijo. "Aunque la verdad, conocía y frecuentaba a muchos dealers".

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En febrero de 2004, Casey se encontraba en una cafetería cuando de pronto se le acercó un hombre, lo tomó del brazo y lo arrestó. Cuando su caso llegó a la corte y se le acusaba por tres delitos de producción, dos de posesión y uno de exportación, Casey decidió que no iba a requerir a un abogado y se representó a sí mismo.

"Como no estaba haciendo nada malo, pensé: No hay forma en que la Ley me declare culpable por un acto inocente por naturaleza. Pero tampoco era tan ingenuo como para creer que no iban a intentar castigarme por algo que ellos consideraban un delito", dijo Casey.

A pesar de los intentos de persuadir a la corte de que la ilegalidad está en los ojos de quien la mira, Casey fue sentenciado a pasar 20 años en prisión. Esta sentencia fue el origen del encabezado en la primera plana del periódico local Brighton Argus que decía: "Drugs Wizard Gets 20 Years" (El mago de las drogas recibe 20 años).

Su castigo fue una de las sentencias más severas que se hayan otorgado por delitos relacionados con las drogas en Sussex, aunque hay que tener en cuenta que su laboratorio (donde produjo narcóticos ilegales equivalentes a varios millones de dólares) era, según dicen, uno de los "más complejos que se han descubierto en los últimos 25 años". Y, según fuentes de internet, uno de los laboratorios de LSD más prolíficos en la historia de todas las redadas de Brighton.

Por suerte para Casey, el fácil acceso al alcohol y a las drogas en la cárcel hizo que su vida fuera más tolerable, además de que tenía la posibilidad de estudiar.

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"El sistema penitenciario en Inglaterra no es tan brutal como el de EU, donde la tiranía de los carceleros se traduce en tiranía entre compañeros, quienes a su vez, oprimen a otras personas más vulnerables", afirma Casey. "Casi nunca tuve que compartir celda, fue una bendición. Mi retrete tenía tapa. También podía bañarme con agua fría o caliente. Mis condiciones de vida eran mejores que la mayoría de la población del planeta".

"Algunas veces sufrí emocional y sicológicamente, pero no muy seguido. Decidí tomarlo como una oportunidad única. Una vez que acepté la impotencia de no ser capaz de alterar mi sentencia en prisión, se convirtió en una oportunidad extraordinaria para estudiar y entenderme a mí mismo, de adentrarme y encontrar mi paz en ese ambiente. Pude estudiar física, derecho y matemáticas. También podía ver el canal de la BBC y leer el periódico The Times, The Economist y la revista New Scientist todas las semanas".

Cuando no estaba inmerso en su estudio, Casey se entretenía probando los sicodélicos que metían de contrabando en varias de las cárceles en las que estuvo. "Algunas de mis mejores experiencias sicodélicas fueron en la cárcel. Y no hay que olvidar que he tenido muchas experiencias sicodélicas", dijo Casey. "Cuando tomaba sicodélicos, aunque estaba encerrado en mi celda, me sentía mas libre que nunca. Sólo tenía que aprender con cada experiencia, aceptar dónde me encontraba y vivir la extraordinaria experiencia de estar vivo".

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A pesar de que Casey fue víctima de las leyes antidrogas de Reino Unido —y de que ahora promueve la reforma a la ley del uso indebido de drogas desde su país de origen—, sigue creyendo que la Ley en general es en realidad un "instrumento de gran belleza".

"Una de las mejores coas que aprendí es que tengo fe en la Ley", dijo Casey. "Nosotros somos el proceso. Nosotros somos el sistema. La idea de que el sistema es independiente de nosotros es una tontería. Mis antepasados crearon el sistema y dijeron que las drogas son malas, pero si utilizamos las leyes y el sistema de manera correcta, podemos tener un sistema más accesible. El gobierno ha ejercido la Ley de manera incorrecta; están tratando de aplicar una única política de prohibición de drogas para todo".

Casey cree que las leyes actuales tratan de controlar a la gente y no a las drogas. Y tiene sentido, si partimos de la vieja premisa de que todos somos libres de decidir qué hacer con nuestro cuerpo, siempre y cuando no lastimemos a nadie más. Antes de su juicio, Casey argumentó que, según los requerimientos del Derecho internacional de los derechos humanos, el gobierno de Inglaterra no podía demostrar que las regulaciones aplicadas a sus actividades en particular eran "necesarias en una sociedad democrática" y señaló que las mismas regulaciones no se aplican a otras sustancias dañinas como el alcohol y el tabaco.

Antes de colgar, dejó claro que sigue pensando de esta forma. "Nuestros derechos no deberían depender de ningún juicio moral sobre si el alcohol, el tabaco o el LSD son buenos o malos para la salud", dijo Casey. "¿Qué les da autoridad para mandar en la manera en que alteramos nuestra mente?"

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