Publicidad
Relacionados: En busca del 'Bufo alvarius', el sapo del DMT en Sonora
El mejor momento para meterse una nueva droga siempre es el peor momento. Me encontraba en Ciudad Juárez, qué buenas drogas de diseño se comercian en esa frontera. Después de aterrizar de un trip en el que me atoré cuatro champis se presentó la oportunidad de probar el DMT. Los hongos se comercializan en una presentación de empaque de dulce. Dentro están mezclados con dulce y azúcar. Según la banda es la combinación lo que los potencializa. Pero también se vende en presentación old school. El capuchón deshidratado. Los famosos Golden Cap. Se rumora que provienen de Guadalajara. Y onque me he quedado hasta las cinco de la mañana en el Américas, nunca he presenciado que drogas de esta calidad circulen por la noche tapatía. Ni tampoco en el DF. Donde la hipsterización de los chocohongos, que no he probado, ha elevado su costo. 3500 pesos es el precio aproximado. Un hongo de Juárez vale 150 pesos y rinde cuatro horas de viaje. En el que te patea durísimo más de tres.El compa que me inició preparó una cama de ceniza en un bong. Encima vertió el DMT. Que cubrió con otra capa de ceniza. El polvo blanco quedó atrapado entre el fuego cruzado de la ceniza. Toma asiento, me indicó. Para una persona de mi complexión física y de mi experiencia en las drogas la advertencia de que el DMT te tumbaba era una exageración. Pero obedecí para no empuercar el protocolo. Le jalé a la pipa y contrario a lo que sucede cuando fumas mota, el humo se quedó suspendido en el cuello de la pipa. Entonces arremetí un segundo jalón. No importa cuánto te prejuicien contra las drogas, siempre existirá una variación. Obvio interfiere tu nivel de intoxicación. Cuántas tachas te has metido en tu vida. Y cómo piloteaste todos esos departures. Y de la relación que hayas decidido entablar con las drogas desde el inicio de tu vida como adicto. Nunca he creído en la sacralización de las drogas. No soy indio. Y no voy a cometer la ridiculez de fingir una religiosidad de la que no tengo ni siquiera la más remota concepción. Como Hunter S. Thompson, creo que las drogas se deben consumir en cualquier momento y sin ninguna supervisión.
Publicidad
Relacionados: Entrevistas justo después de fumar DMT
Ni siquiera sabía que no estaba consciente. Lo descubrí cuando abrí los ojos súbitamente y tenía la alfombra a cinco centímetros. Cronometramos el trip y concluimos que estuve ausente cinco minutos. Dónde. No podría explicarlo. Había sucedido todo tan deprisa que no había recalado en mis temores iniciales. Me advertían que el DMT me impondría un corte de caja con respecto a mi propia existencia. No un regaño, pero sí un awake. Por lo que cuando me lo ofrecieron lo que pensé fue: cuando salga de este momento tan escabroso de mi vida lo probaré. Pero no importa lo que uno se proponga, de repente tenía la pipa en la boca y aspiré. No me asustan las confrontaciones. Pero uno no se conoce. Aunque presuma lo contrario. No sabemos lo que tenemos en el fondo. Lo que ocultamos hasta el momento propicio para permitir que emerja. No sucedió nada de lo que se me había anunciado.Sólo experimenté un cambio. Volví de la desconectada de excelente humor. Tranquilo y tropical. En los días sucesivos me invadiría una sensación de bienestar. Sé que podrá parecer una pendejada, lo es, pero la conclusión de aquel trance fue la siguiente: me encantan las drogas. Sin drogas no sé vivir. No me hizo falta ninguna recapitulación de mi existencia. Salí de ahí dispuesto a ser un mejor drogadicto. Con la tranquilidad de saber que me puedo drogar sin lastres y sin culpas. Quizá me hace falta indagar más en la naturaleza del DMT. Pero mi experiencia como consumidor de sustancias me indica que no es un viaje del que se pueda volver uno adicto. Y si alguien tiene malas experiencias nacen del abuso. Pero yo soy un atascado. Y en cualquier rato voy a reincidir. Aunque la neta, la veo difícil, si deseo un señor viaje mejor trago peyote.@Charfornication