Salud

Serás más feliz si te permites sentirte como una mierda

Deja de presionarte por todo
Mulles Studio vía Stocksy
Mulles Studio / Stocksy

Recuerdo perfectamente dónde estaba el día que me llamó mi madre para decirme que mi tío, su hermano, acababa de morir. Estaba visitando a mi novio en la residencia de su universidad, apoyada contra la ventana de la sala común mientras miraba los árboles. Me quedé allí de pie, después de colgar, mirando fijamente esos árboles, esperando llorar. Cuanto más tiempo pasaba sin que mis ojos se humedecieran, peor me sentía. Era una mezcla de dolor y alivio (mi tío llevaba mucho tiempo enfermo), pero también culpabilidad por no reaccionar de manera “adecuada”. Tuve remordimientos de camino al funeral, desde Carolina del Norte hasta Connecticut, e incluso durante la misa.

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Años después, estaba en mi graduación, emocionada y nerviosa, mirando a toda la gente superfeliz alrededor de mí. ¿Yo también tenía que sonreír tanto? ¿Por qué no estaba más contenta?

Maya Tamir, profesora de Psicología de la Universidad Hebrea de Jerusalén, se ha dedicado recientemente a estudiar esta disonancia cognitiva que con frecuencia siente mucha gente. Tamir, que analiza las emociones y la autorregulación, dice que se da un conflicto interior entre la idea de que las emociones agradables son sinónimo de felicidad y de que todas las emociones tienen valor sin importar lo agradables o no que sean.

Su objetivo era averiguar el balance de emociones necesario para llevar una vida lo más plena y feliz posible. Entrevistó a más de 2000 estudiantes universitarios en 8 países diferentes sobre su satisfacción personal, sus experiencias con la depresión y las emociones que más valoraban. El resultado, publicado recientemente en la Journal of Experimental Psychology, demostró la primera evidencia real de la relación entre la felicidad y las emociones deseadas, incluso aunque no sean agradables.



La mayoría de los participantes del estudio (procedentes de Estados Unidos, Brasil, China, Alemania, Gana, Israel, Polonia y Singapur) afirmaban que preferían sentimientos agradables, pero un 11 por ciento bastante interesante quería sentir menos amor o empatía. Otro 10 por ciento creía que debían sentir más ira u odio. Por lo general, eran más felices cuando sus emociones coincidían con lo que querían sentir. Se descubrió que las emociones que deseaban experimentar tenían mucho que ver con la cultura de los participantes.

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"Comprender qué emociones 'deberíamos' sentir nos conecta con nuestro entorno social, resalta los valores que compartimos y nos ayuda a adherirnos a ellos", dice Tamir. En los Estados Unidos, por ejemplo, priorizamos el individualismo, por lo que el orgullo es visto universalmente como una emoción "correcta". En China, una sociedad más colectiva, es todo lo contrario.

Sin embargo, no puede ser bueno forzarnos a sentir de una manera por pensar que es lo “adecuado”, ¿verdad? Tamir explica que es un problema cuando nos ponemos metas emocionales poco realistas. En algunas partes del mundo, por ejemplo, hay una presión muy fuerte para camuflar el entusiasmo. En Estados Unidos, se da el problema contrario.

“Tenemos unos estándares muy altos cuando se trata de emociones como la felicidad o el entusiasmo que pueden crear una brecha y hacer que nos sintamos menos felices en general”, dice Tamir. “En un mundo de culturas diferentes en el que valoramos emociones muy diferentes, nuestros hallazgos indican que no hay una única emoción a la que aspirar para ser feliz”. Es decir, si estás hecho una mierda (o no), déjalo estar, sin importar lo que parezca “adecuado”. Puede que a la larga te haga más feliz.

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