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Música

Mientras tu bebé se cagaba en el pañal, yo le enseñaba al mío a ser DJ

Como papá con un niño pequeño, encontrar cosas qué hacer puede ser bastante difícil.

Como papá con un niño pequeño, encontrar cosas qué hacer puede ser bastante difícil. Estás encerrado en forzadas amistades con otros padres mientras los niños juegan juntos, participando en aburridas clases de cuidado, o incluso cosas peores. Cualquier cosa que rompa el ciclo de aburrimiento es bienvenida, que es exactamente el porqué estaba abierto a algo con el sospechoso nombre de Escuela de DJs para Bebés.

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¿En dónde me enteré de eso? El miércoles por la noche, mi hijo de dos años, Dylan, estaba jugando con su mamá en la otra habitación cuando me metí un rato a Instagram desde mi teléfono. Me di cuenta que Amoeba Records había compartido una foto, así que en lugar de seguir deslizándome hacia abajo, me detuve. En lugar de promover una venta o la aparición de un artista en la tienda, la cuenta compartió una publicación sobre la Escuela de DJ para Bebés –mostrando un feliz grupo de niños, padres e instructor– que había tenido lugar el sábado anterior.

No podía creer que me hubiera encontrado algo tan ridículo. Los niños apenas saben sus nombres, no pueden ni siquiera limpiarse la cola, y casi ciertamente carecen de las habilidades motrices básicas para mantener el beat. Normalmente soy escéptico, pero la idea de la Escuela de DJ para Bebés me tenía un poco intrigado. Así que cometí el error de decirle a mi esposa, que quería inscribirnos inmediatamente.

Instintivamente, tenía mis dudas acerca de llevar a un niño de dos años a algo tan extraño como la Escuela de DJ para Bebés. Pensé que era una locura instruir a niños entre las edades de seis meses y cinco años a ser el siguiente Diplo o Calvin Harris puesto que las probabilidades de retener información durante cualquier período significativo de tiempo serían bajas. También parecía algo cercano a la parodia, el tipo de cosa que verías en la cuenta de twitter de Guardería Solecito Feliz o algo así. También temía que algo llamado Escuela de DJ para Bebés atrajera a toda la mierda de padres del área de Hollywood, pero era un riesgo que tenía que estar dispuesto a tomar.

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Dylan y yo nos inscribimos a una única clase de prueba. ¿Qué teníamos que perder? Y además, es una de tantas cosas que puedes probar hacer con un niño, no teníamos nada que hacer en sábado por la mañana, y la clase de 45 minutos costó $25 dólares. No había realmente una excusa para no darle una oportunidad. Era una forma de pasar el fin de semana y probablemente sería divertido.

En los meses previos al descubrimiento de la clase para convertirse en Tiesto, mi hijo y yo recorrimos una amplia gama de actividades de sábado por la mañana, incluyendo fútbol, lectura de libros y jugar en centros de entretenimiento familiar variados. Cada uno fue divertido la primera vez, pero no encontramos nada digno en hacerlo una rutina regular. Terminaríamos en ocasionales clases infantiles o en fiestas de cumpleaños centradas en torno a las guitarras, los tambores y el canto, y cada vez que eso pasaba me quería arrancar los ojos. La Escuela de DJ para Bebés al menos parecía diferente y tenía una premisa interesante -si no ligeramente ilógica-. Y además, dentro de unos años, mi bebé DJ sería un DJ pre-pubescente que podría potencialmente aportar algo de dinero extra a la casa tocando en el circuito de bar mitzvahs.

Al crecer en un vecindario de clase media en Queens, odiaba las actividades de sábado por la mañana que no giraran en torno a ver caricaturas, jugar luchitas, o alguna combinación de los dos. Para mí, la diversión significaba pasar un par de horas en el parque, destrozar los juegos de McDonald's y devorarme una Cajita Feliz. Cada vez que mi padre me llevaba a McDonald's, era el punto culminante de mi semana. Salir con mi padre siempre fue bastante chido, aunque fuera una actividad tan mundana como correr por el parque. Quiero que Dylan piense en mí con la misma estimación más adelante en su vida, y hasta ahora, no habíamos encontrado una actividad que nos gustara a ambos.

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Así que sabía que tenía que aprovechar al máximo la sesión. Si no me gustaba o no me metía en ella, entonces sabía que mi energía negativa se impregnaría en mi hijo. En el afán de no ser un completo idita, le dije a Dylan la mañana de la sesión que íbamos a ir a la Escuela de DJ para Bebés en lugar de a Barnes & Noble. No le importó y siguió comiéndose su muffin de blueberry libre de gluten.

Cuando llegamos a Amoeba para la primera clase en un tempranero sábado por la mañana, nos saludó un grupo sorprendentemente enérgico de personas. Habíamos llegado unos minutos tarde, pero la instructora, DJ Annie Wonder, no podría ser más acogedora. Tiene la cantidad correcta de energía para sacarme de mi neblina pre-café. Annie estaba en el proceso de presentar a los niños su laptop, su mezclador y su Traktor Pro antes de interrumpirlos. Para mi sorpresa, los padres no eran del tipo demasiado cool. En cambio, parecían gente bastante normal que iba a divertirse con sus hijos.

Ver a los otros padres participar me inspiró a hacerlo también, y rápidamente me di cuenta de que la clase no era tan extraña como lo esperaba. Ver a mi hijo intentar hacer unos scratches en un 12 pulgadas en el tocadiscos de Annie me dio una abrumadora sensación de felicidad, especialmente cuando sonrió al darse cuenta de lo que tenía que hacer. No tuve ese sentimiento durante sus clases de fútbol. A pesar de no ser un Cut Chemist, tampoco lo hizo mal, o no tan mal como se esperaría de alguien de su edad.

Cuando DJ Annie Wonder sacó la máquina de burbujas durante la canción sobre música house, pude ver lo feliz que estaba Dylan. Paseando por la habitación como un salvaje junto con sus compañeros, y entonces me di cuenta de que tomar esta clase había sido lo correcto. Además, las canciones sobre el pitch y la música jungle son pegajosas, simples, y fáciles de recordar para los niños.

La clase pasó rápido, y era hora de decir adiós a la tornamesa, a la bocina y a la laptop de Annie. Le di las gracias por la agradable experiencia y prometí que regresaríamos (me inscribí al resto de la sesión cuando llegamos a casa esa tarde) la próxima semana. En medio de nuestra breve charla, vi a Dylan poner un 12 pulgadas en la tornamesa sin ayuda. Estaba triste de tener que irnos, pero le dije que volveríamos. Después de esa mañana sorprendentemente entretenida, sólo había lugar para ir a celebrar nuestro primer día en la Escuela de DJ para Bebés. No a McDonald's. No soy tan malo. Shake Shack fue el elegido.

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