Los Mirrreyes y la política son muy mala combinación. Así como chupar y manejar, denle un estrado a Juan Pablo Castro y sólo es cuestión de segundos ver cómo colisionan todos los estereotipos de los cuales nos quejamos una y otra y otra vez en la indignación nuestra de cada semana. Uno podría pensar que la indignada sociedad mexicana al verse sumergida en la estupidez incesante retratada semana a semana pasaría de la indignación a la acción. Al parecer no. El tremendo acto de estupidez de Juan Pablo Castro es la indignación semanal de la cual hemos perdido el asombro, sólo cambian los adjetivos, la formas, los linchamientos mediáticos y sepulta el trasfondo en declaraciones de quienes se sienten aludidos para no tener nada que ver con el nuevo idiota que hace ver lo frágil de los sustentos morales con los que pretenden alcanzar puestos de poder en México.
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