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Salud

Comer en exceso está relacionado con el TDA

Y hay un medicamento que puede tratar ambos.

Este artículo se publicó originalmente en Tonic, nuestra plataforma dedicada a la salud.

Katie James *, residente de Toronto, de 28 años, ha comido en exceso desde que era niña. Su madre casi siempre estaba a dieta, y la familia se tenía que acoplar a cualquier dieta de moda que ella eligiera. Pero cuando su madre no estaba, James se atascaba de dulces que normalmente no le permitían comer. Cuando se fue de casa sus hábitos alimenticios empeoraron. "De repente no había nadie que revisara lo que comía entonces me volví loca", dice. Pero en secreto. "Sabes que es un mal hábito, entonces no lo haces delante de otras personas". Algunos días, James se comía toda una bolsa de papas fritas o una caja de galletas en una sola sentada. Comía en exceso al menos cuatro veces a la semana y pasaba de una dieta a otra. "Mi vida estaba fuera de control", dice.

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El trastorno alimenticio compulsivo (consumir frecuentemente grandes cantidades de comida más allá del punto de estar satisfecho) es el trastorno alimenticio más común, y afecta al 3,5 por ciento de las mujeres y al 2 por ciento de los hombres en Estados unidos, dice Susan Osher, nutrióloga con sede en Toronto. Hasta 80 por ciento de los individuos que padecen trastorno por atracón son obesos, y muchos tienen problemas de salud asociados como diabetes, presión arterial alta y enfermedades del corazón, dice Allan Kaplan, psiquiatra del Centro para la Adicción y Salud Mental en Toronto. La condición puede ir de la mano con la depresión y la ansiedad. "Es difícil vivir con esta enfermedad: las personas se ponen metas, pero no las cumplen y terminan sintiéndose fracasados todo el tiempo", dice Osher.


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James tuvo problemas con su imagen corporal cuando era joven. "El hecho de que yo fuera más grande que todas mis amigas me hacía sentir fuera de lugar", dice. A los 18 años, empezó un blog –en el que publicó durante varios años– ahí celebraba todos los tipos de cuerpo, y eso mejoró su confianza. James también sufría de otro problema que al parecer no estaba relacionado. Siempre había tenido problemas con la concentración. Se aburría con facilidad y tenía problemas para terminar las tareas, hasta el punto en que afectó su vida cotidiana. "Empezaba a hacer algo y de repente empezaba a hacer otra cosa, sin terminar la primera", dice.

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Kaplan y otros investigadores han aclarado la coincidencia entre el trastorno por atracón y el trastorno por déficit de atención hiperactiva (TDAH) –el TDA es un tipo de TDAH. En la experiencia de Osher, el trastorno de déficit de atención está presente en el 30 por ciento de las personas con trastorno por atracón, y esto contribuye a sus síntomas. Los clientes con ambas condiciones tienen una deficiencia en la dopamina química del cerebro, que es la responsable de que podamos tener un buen sexo, la sensación de placer que sienten los corredores, o el éxtasis de la cocaína, dice Kaplan. La dopamina también se necesita para regular la atención, dice. Cuando los niveles son bajos, sus clientes con TDA tienen problemas para concentrarse en las tareas.

Algunos individuos con TDA usan drogas para activar las vías de recompensa del cerebro y estimular la liberación de la sustancia deficiente para sentirse bien, dice. Aquellos que comen en exceso dependen de los alimentos para impulsar la dopamina a través del mismo mecanismo. "Es una forma de automedicación", dice Kaplan. Comer compulsivamente tiende a empeorar cuando los clientes experimentan estrés emocional, dice. En el caso de James, el estrés le provocó comer para sentirse bien. "Si estoy aburrida o tuve un día malo, como mucho". Después de eso se tranquiliza.

Estos trastornos no son los únicos que comparten un químico común, los síntomas problemáticos del TDA pueden jugar un papel importante en los pacientes con trastorno por atracón. Las personas con trastorno de déficit de atención no son buenos planeando cosas, y esto puede traducirse en que tienen una planeación alimenticia desordenada, dice Osher. Los pacientes con trastorno por atracones suelen no comprar cosas saludables, y terminan eligiendo comidas que son fáciles de hacer, altas en calorías, como hamburguesas y papas fritas. La impulsividad, que es otro síntoma de los que tienen TDA, también se manifiesta en los comedores compulsivos. "Si se ve bien, lo tienen que comprar, sin importar las consecuencias", dice Osher. Por último, la distracción se encuentra en ambas condiciones, y por eso comen por comer. "Los comedores compulsivos no están conscientes de lo mucho que comen o de si tienen hambre o si se sienten llenos".

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Los hábitos alimenticios de James siempre habían sido caóticos. Rara vez planificaba las comidas antes de tiempo. "Preparar la comida siempre fue de último minuto: comía lo que hubiera en el refri". Tampoco tenía fuerza de voluntad para decir 'no' a las tentaciones. "Si quiero un pretzel de chocolate, como y como hasta que me canso", dice. Pero James ni siquiera tenía ganas de comerse todo lo que se comía. La mayor parte del tiempo se comía lo que hubiera sin quererlo de manera consciente. "Si no estoy haciendo nada, y hay comida a mi lado, me la como hasta que se acabe".

Afortunadamente, la comprensión del trastorno por atracón ha resultado en tratamientos eficaces. La terapia de conducta cognitiva (TCC) ayuda a los clientes a romper los patrones de pensamiento negativo que pueden desencadenar comer en exceso. En el caso de James, una discusión aparentemente sin importancia con su marido podría hacerla "sentir mal" y convertir la comida en consuelo. Pero desde que empezó la TCC hace un año, se dio cuenta de lo que realmente le preocupaba. "Le platico cómo me siento y lo resuelvo, y la necesidad de comer se disipa", dice.

La lisdexamfetamina, un psicoestimulante, aumenta la dopamina en el cerebro, y su objetivo es mejorar el desequilibrio clave tanto en el trastorno por déficit de atención como en el trastorno por atracón, dice Kaplan. El medicamento se ha utilizado por años para el TDA, pero fue apenas aprobado para el trastorno por atracón en 2016. James tiene una nueva perspectiva y patrones más sanos desde que comenzó a tomarlo hace un año. En el trabajo, se enfoca y se organiza, y termina las tareas a un ritmo normal. Y por primera vez, está en control de sus hábitos alimenticios. Ahora organiza sus comidas por adelantado, y es capaz de resistirse a la tentación. "Cuando tomo el medicamento, tengo la opción de decir 'no' a la comida cuando no tengo hambre", dice. Esto le ha ayudado a bajar dos tallas hasta el momento, y su cuerpo está cambiando para que se sienta más cómoda.

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James ya no pasa los días preocupada por su próxima comida. "Antes, luchaba constantemente conmigo misma", dice. "Ahora apenas y pienso en la comida, simplemente funciono de manera normal".

*Se utilizó un pseudónimo.