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Música

Celebramos la influencia de 'Paris is Burning'

El documental publicado hace más de 25 años ya ganó el estatus de legendario. Te decimos por qué el filme siempre será merecedor de un 10 perfecto.

Este artículo se publicó originalmente en i-D.

Jennie Livingston estudiaba en la NYU cuando vio por primera vez a un grupo de chicos queer bailando Vogue en el Washington Square Park, en el centro de Manhattan. Pasó siete años con ellos, inmersa en su cultura de baile drag con base en Harlem. En 2015, 25 años después, se le otorgó al documental que surgió como resultado, Paris Is Burning, el Legacy Award por Cinema Eye, que celebra la realización de películas de no-ficción. No obstante, por un tiempo se creyó que ese legado no sobreviviría.

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De todas las luces que se apagaron en el documental seminal del baile drag, Paris Is Burning, una fue la de la pequeña transexual, Venus Xtravaganza, la que el público podía predecir. El personaje más vulnerable de la película que aspiraba a ser una chica consentida, rica y blanca y que se prostituyó en los años ochenta en el centro de Manhattan para financiarse un cambio de sexo. Antes de que acabara la película, encontraron a Venus ahorcada debajo de una cama de hotel.

Pero la cultura del ballroom de Harlem documentada por Jennie Livingston en Paris Is Burning también estaba rezando el día del estreno de la película. Las voguers, posers y drags de las comunidades gay y transexuales afroamericanas y latinas que se arreglaron y caminaron como si fueran dueñas del lugar, tenían también una trayectoria trágica.

Los bailes drag se pueden rastrear hasta el Harlem de los años veinte. El producto de una clase baja gay, no-blanca, actuando fantasías de privilegio inalcanzables como alumnos de Yale, ejecutivos de Wall Street y modelos de pasarela, logró que el estreno cinematográfico de Paris Is Burning en 1991 llevara a esta subcultura a una audiencia más amplia.

En 1993, el mainstream reportaba que la subcultura había muerto. Un artículo del New York Times con un cuadro de la desaparición de la escena y de sus personajes principales fue intitulada "Paris Has Burned". The Houses, el nombre que se le daba a cada grupo de la competencia dirigido por una "Madre" o un "Padre" de la "casa" que actuaban como defensores feroces de su colección de niños abandonados y niños de la calle, fueron exterminadas por una epidemia salvaje de enfermedades de transmisión sexual. El reportero del New York Times asistió al funeral de Angie Xtravaganza, la Madre de la Casa Xtravaganza, y esta fue sólo una de las muchas muertes relacionadas con complicaciones por enfermedades de transmisión sexual.

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Mucho antes de eso, la cultura popular se había colgado del estilo de Paris y de su lenguaje para fines propios. Incluso antes del estreno de la película, Malcolm Mclaren y Madonna se habían apropiado el lenguaje y el estilo de la cultura de baile drag para llevar el Vogue a la audiencia mainstream internacional. La llegada de la cultura de baile drag al mainstream fue amargamente irónica, precisamente porque los participantes de los bailes estaban excluidos de la masa popular. Las múltiples categorías en las que desfilaron los participantes, como "Butch Queen," "Schoolboy/Schoolgirl Realness" y "Town and Country," solo existieron momentáneamente en la esfera social puesto que esta excluía, por cuestiones de género, políticas, sexuales y raciales, a las comunidades afroamericanas y latinas LGBTI.

Como lo dijo Dorian Corey, el viejo y sabio drag de Paris Is Burning, en la película: "En la vida real no puedes obtener un trabajo como ejecutivo a menos que tengas un antecedente académico y una oportunidad. Ahora bien, el hecho de que no seas un ejecutivo se debe a las condiciones sociales. La gente negra tiene muchas dificultades para lograr algo y los que lo hacen son generalmente heterosexuales".

Incluso la luz esparcida por la película no se tradujo en oportunidades para los participantes. Los miembros del elenco intentaron demandar a los cineastas por regalías cuando Paris se convirtió en un documental exitoso. Sólo la voguer Willi Ninja logró obtener reconocimiento fuera del circuito del baile drag, al modelar para Jean Paul Gaultier y al aparecer en televisión nacional. La cultura mainstream acogió el estilo de baile drag. RuPaul, que se educó con los drag en el centro de Manhattan, y no con la cultura de baile de Harlem, llevó el hecho de vestirse de mujer al corazón de la cultura pop estadounidense. Madonna quiso aparentar que el Vogue fue creación suya. Como lo dijo el reportero de NYT, Jesse Green, en su artículo en 1993, esto dejó atónitos a los que lo originaron. "Al momento en que el mainstream de Estados Unidos comenzó a copiar a la subcultura que lo copiaba a su vez", escribió Green, "la subcultura dejó de ser interesante en sí misma para la mayor parte de la audiencia, y se esfumó cualquier tipo de oportunidad que hubiera existido para los personajes principales".

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No obstante, la película sigue siendo una fuente de poderosa iconografía en la cultura popular. Se le ha imitado incesantemente y se le ha hecho referencia en videos musicales, desde de Zebra Katz hasta Azealia Banks. Cantantes como Beyoncé o Ciara han incluido pequeños guiños a los queer kids y a sus casas en las letras de sus canciones. Se mantiene como un curso de estudio vital para los chicos queer en la actualidad, quienes después llevan su realidad a los bailes contemporáneos, aunque con rutinas de baile aprendidas en YouTube y con looks dignos de Instagram, como aquellos usados por los chicos East End del colectivo londinense Sink The Pink.

Sería un error omitir sólo por motivos estéticos a los magpies que retomaron los bailes, los trabajos y el estilo icónico de París. Hay un verdadero poder queer en Paris Is Burning que aún resuena, incluso con los chicos LGBTI que jamás se enfrentaron a la etapa previa a la liberación. Todavía existe el deseo por apropiarse esa identidad, como lo demuestra el éxito constante, a fuego lento, y que va de boca en boca, de RuPaul's Drag Race, que no puede examinarse sin la deuda estilística y lingüística que tomó de la cultura de baile drag.

RuPaul admitió esa deuda en su película Starrbooty, citando a Paris Is Burning. La jerga del baile drag ayudó a que Drag Race quedara firmemente impresa en el circuito cultural queer por el énfasis de la frase "throwing shade", el mejor de los insultos. En un nivel más fundamental, a pesar de que Drag Race lidia con la superficialidad de la televisión de realidad, logra mantener la parte política de Paris Is Burning. En su bobería, le da luz a una subcultura y a un grupo de gente marginada por su sexualidad, su género, su raza y por cuestiones políticas. Este cuenta sus historias.

"Estamos tratando con gente que ha sido rechazada por la sociedad y que ha decidido construir su vida sin importar lo que los demás digan", RuPaul le dijo a The Guardian en 2014. "Esto muestra la tenacidad del espíritu humano, con lo que los espectadores podemos identificarnos. Les echamos porras. Creo que eso es lo que lo vuelve cautivador, ver cómo estas hermosas criaturas han permanecido".

Después de tanto tiempo, son esas hermosas criaturas las que hacen que Paris Is Burning brille con tanta intensidad.