El inquietante Instagram del santuario gallego de O Corpiño

Primero, los datos. 5.382 seguidores en Facebook. 375 seguidores en Instagram. 101 seguidores en Twitter. Estoy hablando de las redes sociales que maneja el santuario de Nuestra Señora de la Virgen de O Corpiño, un humilde pero a la vez majestuoso templo situado en la falda del monte Carrio, en la provincia de Pontevedra. Lo de "en la falda del monte Carrio" no lo digo yo, lo dice la peña de esta iglesia en la descripción que encontramos en la aplicación del Santuario de Nuestra Señora de O Corpiño, disponible para Android e iPhone. No me queda muy clara la importancia de la iglesia de O Corpiño en la escena religiosa española pero lo que sí que me queda claro es que la presencia online de esta gente es innegable.

En los tiempos en los que la dificultad para encontrar a Dios en la calle es absolutamente colosal, parece que algunos religiosos han optado por trasladar la divinidad a internet, que es donde se reúne ahora la gente. Y así lo han hecho los tipos de O Corpiño, quienes disponen de una página web, una cuenta de Facebook, la mencionada aplicación para Android o iPhone (7.33 Mb), un perfil de Twitter y una magnífica cuenta de Instagram donde, entre otras cosas, publican estampas de las liturgias que allí se celebran.

Lo más chocante de todo esto es el enorme despliegue digital de este pequeño santuario que tampoco destaca por su arquitectura ni su historia, es como que existe una relación desproporcionada entre la presencia online y offline de este emplazamiento religioso. Los tipos se esfuerzan para estar en casi todas las redes sociales conocidas y les importa poco que no tengan muchos seguidores, ellos siguen subiendo, diariamente, fotos, tuits o estados de Facebook. ¿Quién lo lee? ¿Quién consulta sus redes? Ellos lo sueltan y que lo pille quien sea.

La animada vida digital de O Corpiño recorre grutas mentales muy curiosas. Por ejemplo, en su Instagram, solamente siguen a un usuario, la cuenta oficial de noticias del Vaticano. Esto es lo único digno que Instagram le puede ofrecer a O Corpiño, lo único interesante de seguir entre todas esas toneladas de megas de piernas en la playa y tostadas de aguacate.

Si la idea de que exista el Instagram de un santuario en Galicia ya es bastante extraña, aún lo es más su contenido. Ahí bendicen medicamentos para los enfermos o lanzan dedicatorias a conceptos como "los trabajos humildes" o "a las madres que desean tener hijos y no lo logran", todo aliñado con una buena retahíla de hashtags esgrimidos con una soltura apabullante. #oracion; #corpino; #corpiño; #ocorpiño; #virgendelcorpiño; #virgenmaria; #holymary; #holymarymotherofgod; #galicia; #fe; #dios; #vivirconfe; #instagood; #instagramers; #instagram; #picoftheday; #bendicion; #animo; #rendirsenoesunaopcion. Es precioso ver cómo se mezclan conceptos religiosos con la jerga típica de los community managers, con ese intento de promocionar las publicaciones y de adaptarse a los nuevos lenguajes digitales.

Por otro lado, la modernización es tal en el santuario de O Copriño que en su página web uno puede encender velas digitales, hacer peticiones a la virgen o comprar estampas y rosarios en su tienda virtual. Su aplicación, que aún tiene algunos fallos, sirve como punto de información sobre el santuario y ofrece un calendario con todos los eventos programados.

No deja de generar cierta ternura que la actividad de todas estas redes sea tal pese a que es evidente que muy poca gente les sigue. Facebook e Instagram más o menos les funcionan pero día tras día tuitean y no se rinden pese a que nadie los retuitea ni los menciona. Es entonces, en medio de este mar de exceso de accesorios digitales, donde llegamos a la conclusión de que el santuario nos está dando una lección de vida. ¿Estará O Corpiño caricaturizando nuestra presencia en las redes para evidenciar la estupidez de nuestra participación en todas estas plataformas? Joder, es que el hecho de que tengan hasta una App para móvil me parece demasiado flagrante, demasiado forzado.

Al fin y al cabo, la absurdidad de todas las cuentas del santuario es nuestra propia absurdidad. Es como cuando publicaste en Facebook eso de "¿Alguien me dejaría una caña de pescar para este fin de semana?" y nadie, absolutamente nadie, comentó nada, ni siquiera para reírse de ti. Nadie le dio al "me gusta". Nadie le dio al "me entristece". Es como si este comentario no hubiera existido. Es como esas fotos que colgaste en Instagram de ese viaje a Andorra que no tienen ni un like. Es como todos esos tuits que se acumulan y se pudren en el fondo de tu cuenta de Twitter. Es que, por muchas manos que tengas, seguirás teniendo una sola polla a la que masturbar. ¿Se entiende la metáfora?

Esa, al final, debe ser la lección de O Corpiño, una comunidad que con su sacrificio nos ha enseñado una lección de vida. Exactamente igual que Jesucristo. Si estoy completamente equivocado, entonces es que este mundo nunca perderá la capacidad de generarme una enorme y descontrolada tristeza.