¿Qué es el odio a lo queer? nos explica Brigitte Baptiste
Vice staff
Edición #8: Odio

Q de QUEER: Brigitte Baptiste me explica el odio a lo queer

“Las personas que nos odian lo hacen porque no pueden aceptar que hagamos grietas en su cultura, levantada sobre el abuso y el dolor de otras”.

No sé si hago bien pero cuando busco a Brigitte para que me explique el odio a lo queer, le hablo del tuit de esa escritora española. Me dice: “Mándamelo que no lo vi”. No es normal que entre compañeras hagamos circular ese tipo de material, más bien haríamos todo lo posible por alejarlo de nosotras; ya es suficiente lo que hay que aguantar, el odio que llega solo, los mensajes feroces en los que te etiquetan, todo lo que nos persigue, como para encima reenviarlo, pero lo hago, solo porque vamos a hablar de por qué se odia y hablar del odio a lo mejor es una manera de empezar a combatirlo. 

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En ese tuit, la escritora comparte un cartel que promociona la participación de Brigitte en las celebraciones por el Día Internacional de la Mujer y la niña en la Ciencia. Nadie que conozca la trayectoria de Brigitte Baptiste (Bogotá, 23 de octubre de 1963) pondría en duda su inclusión en la historia de la ciencia de su país. Pero, además, fue la primera mujer trans que ocupó en Colombia un cargo de enorme relevancia pública como directora del Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt, el organismo público nacional por la biodiversidad, por casi 10 años. Baptiste es considerada una visionaria en materia de diversidad biológica y un referente en temas como el derecho a la tierra de las comunidades o las transiciones socioecológicas hacia el desarrollo sostenible. Entre sus múltiples proyectos, desarrolló uno basado en la noción de “ecología queer”, la idea de la naturaleza como la manifestación permanente de la diferencia y un escenario abierto para la transgresión y el progreso de visiones no convencionales, con el fin de que los procesos de la fauna y flora no pasen desapercibidos bajo una visión homogénea. Hoy es rectora de la Universidad EAN de Bogotá y trabaja porque sea un espacio libre de machismo y lgtbqifobia, es esposa de una mujer y madre de dos hijos.  

Pero en ese tuit se denuncia la inclusión de Brigitte entre la nómina de científicas, primero simulando cierta empatía por un colectivo ajeno, pero dejando claro quiénes son las más discriminadas en las olimpiadas de la opresión que vivimos cada día en Twitter y quiénes quieren apropiarse de espacios que no le corresponden:  “No dudo que las personas trans sufren discriminación. Pero no es la misma que las niñas y mujeres. ¿Sería mucho pedir que no usurparan nuestra voz?” Luego remata y cuela el mensaje que le interesa propagar con la puntilla violenta: “Donde antes nos invisibilizaba el patriarcado, ahora... nos  invisibiliza el patriarcado con pintalabios”. Baptiste no es la única invitada a la celebración de la ciencia, de hecho, es la única mujer trans entre muchas otras científicas invitadas y promocionadas con sus propios carteles con sus fotos, pero las fake news ya se han lanzado al mundo y la identidad de una persona ha sido resumida al insulto. 

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Odio. Le pido perdón a Brigitte. Me dolió a mí, le digo, espero que no te duela tanto, pero también quiero conocer su reacción en vivo y en directo a un mensaje de odio como éste: 

Brigitte: Siempre apelo a mi conciencia crítica como bióloga y como científica con toda la disposición a escuchar profundamente, sobre todo a las personas que están enojadas o están frustradas o que están políticamente buscando espacios sin necesariamente renovar los discursos. Escucho la crítica con tranquilidad porque hay que ser cuidadosas, no reproducir la discriminación y ser solidarias: hay que agradecer siempre el cuestionamiento argumentativo. Ahora no sé qué tanto yo sea representante del patriarcado ni por qué no le gustan los pintalabios. Creo que amerita una conversación más extensa... ¡El único remedio contra el odio!

Gabriela: Hablas de ampliar la conversación como antídoto contra el odio. Yo he tirado la toalla con estas personas. Hay mucha gente que se niega a debatir sobre sus derechos. Es decir, apuntan que hay una diferencia entre discrepar sobre temas y discrepar sobre vidas, además de tener que estar atajando el odio y haciendo pedagogía sin parar. ¿Tú debatirías con alguien que te llama "patriarcado con pintalabios"?

Brigitte: Mantengo conversaciones con varios tipos de demonios, incluso los propios, así que claro, si hay disposición a conversar sí lo haría. Yo no pretendería convencer a nadie de nada, pero esperaría lo mismo de mis interlocutorxs, esa es una declaración de disposición. Si no se produce, hay que leerlo probablemente como signo de pretensión de superioridad moral y pues eso es casi que intratable y lamentable, y normalmente una señal de autoritarismo como recurso que reemplaza la voluntad democrática. Algo ya reconocido en el absolutismo de la extrema derecha y la extrema izquierda, obtusas por su radicalismo y, por lo mismo, peligrosas cuando se convierten en movimientos de censura e incitación a la violencia.

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Gabriela: ¿Por qué crees que existe el odio hacia lo queer? 

Brigitte: Es por su carácter desestabilizante, porque cuestiona teorías o concepciones de la organización social basadas en la biología de la reproducción, fundamentales en el pasado y que estructuraron el poder y la economía alrededor de la herencia de sangre, pero que está siendo reemplazado por la biología del cuidado. Lo queer representa el fin de la polarización entre causas históricas que van transformándose y que encuentran, a través de la aparición de múltiples sentidos de las luchas civiles, su proyección. Lo queer desafía todo lo binario y por tanto tiene el poder de diluir la guerra como instrumento de ordenamiento, destruye la noción de disciplina como fuente de orden social y cuestiona la estabilidad de todo, aunque gentilmente, sin destruirla. Diría que lo queer es un instrumento transformador por excelencia, sugestivo, creativo, liberador y muy artístico. En una palabra lo queer cuestiona toda la ética y la estética de los últimos 10,000 años de nuestra civilización y es obvio que genere temor y resistencia. 

Gabriela: La potencia política que marcó lo queer en horizonte se enfrenta no solo a la resistencia conservadora, sino también, dicen, a la trituradora neoliberal que amenaza con engullir sus energías disruptivas y fagocitarlas. De hecho, uno de los ataques más frecuentes que vienen incluso desde sectores feministas y de izquierda es que "lo queer" es hoy sinónimo de cultura neoliberal, de individualismo y consumo. ¿Crees que el término queer está quemado y hay que resignificarlo?

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Brigitte: El deber ético de lo queer es torcer siempre, así que no creo que haya ninguna captura de la idea de lo queer, por supuesto que por su misma naturaleza se convertirá en un mecanismo de innovación en todas las corrientes culturales y de pensamiento planetario. Como su intención es desviada, torcida, siempre se puede retorcer un poquito más.

Lo queer es como la hifa de un hongo que se introduce por todas las grietas y transfiere pequeñas cargas de información que pueden causar modificaciones temporales, apariencias extrañas o mutaciones, debido a los múltiples plegamientos de la información que conlleva. Claramente lo cuir es un asunto viral: lo que toca se vuelve raro.

Gabriela: ¡Me encanta ese concepto! Los y las que odian lo queer suelen moverse en un espectro binario y operar desde esa convención biologicista. Tú como bióloga de la diversidad debes alucinar bastante...

Brigitte: Lo grave para quienes lo cuestionan y denuncian es que lo queer pone en entredicho el complejo identitario (y por complejo me refiero a la configuración compleja de la identidad), que no se resuelve con la presencia de testículos u ovarios, aunque algunes quisieran que así fuera. Pareciera más fácil, claro, pero dado que testículos y ovarios son órganos irracionales y prescindibles en la cultura (y el cuerpo), obligan a referirse a la mente como referente de sentido, eventualmente y si se quiere, del "espíritu", ¡sea lo que sea!

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Gabriela: Pensando en cómo salir del odio pero también en cómo seguir avanzando. ¿A qué dilemas crees que se enfrentan la disidencia género-sexual contemporánea?

Brigitte: Creo que el principal dilema al que nos enfrentamos es a no considerar de una manera crítica la forma en la que se constituyen los géneros en la cultura contemporánea y eso tiene que ver obviamente con la obligación ética que tenemos de no reproducir esquemas o formas de expresar y vivir el género que se conviertan en fuente de reafirmación de roles discriminatorios, que se configuren en afirmación de jerarquías o de exclusión de personas por sus decisiones de cualquier tipo. Hay una historia del  género como un mecanismo de visibilidad y de reafirmación, sobre todo de ciertas condiciones eróticas de lo femenino, inventadas en el siglo XI, XX o XXI con propósitos comerciales, eso cada quien verá, pero hay que tener mucho cuidado con el mensaje que estamos enviando. Yo también querría verme a veces como una diva de Hollywood de los años 40 o una actriz porno de los años 80, pero eso tiene consecuencias y hay que ser extremadamente críticos con esas visiones de género y su rol en el mundo, porque no podemos permitir la mercantilización del sexo y la sexualidad 

Creo también que la construcción de género se enfrenta a un proceso creativo muy radical que incluye la tecnología, pues las posibilidades del cuerpo, su sensibilidad y sus placeres estarán cada vez más marcados por la conectividad digital y la robótica. La estética del ciborg se alimentará de la recombinación de los centenares de atributos del género producidos por la diversidad cultural a lo largo de la historia, creando decenas de identidades que seguramente sorprenderán o chocarán a muchos, pero que son inevitables, como todo en la evolución. Algunas efímeras, otras más persistentes, algunas totalmente locales, otras más globalizadas…

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Gabriela: Voy a entrar un poco al odio que se ha colado en espacios que antes eran seguros. Hay teóricas que han decidido dejar fuera del "sujeto del feminismo" a las personas trans y hasta a las lesbianas; las ven como aliadas cuando toda la vida han estado dentro. ¿Cómo lo vives desde tu recorrido como feminista?

Brigitte: Bueno, yo descreo de todos los análisis que implican adquirir un carnet, así que no sé quiénes estarían dándome esa autorización para afirmarme como feminista, trans o como mujer trans con capacidad de hablar lo que me dé la gana, y de mostrar mi feminidad y ponerla sobre la mesa, obviamente con consciencia del riesgo o de lo que implica poner en juego mi identidad ante todo el mundo, pero eso lo hacemos todas las personas. Invocar la solidaridad de una causa siempre tiene sus dos lados: un lado muy positivo que implica la asistencia mutua, el fortalecimiento de los discursos y la solidaridad; y un lado oscuro, que implica el pensamiento en gueto, el aislamiento y la pretensión de verdad y superioridad moral que sí me parecen un desastre.

Gabriela: ¿Quiénes temen a lo queer?

Brigitte: Temen a lo queer aquellos que temen no tener razón. Y por supuesto todas las personas que creen que el mundo fue creado de una manera estable y persistente. O que creen que hay categorías permanentes que no deben cambiar y sobre las cuales se estructura la cultura; los que creen que no se debe jugar con esas categorías y que hay condiciones esenciales o fundamentales de la existencia; algunas que pueden proceder de una concepción de lo biológico, otras de una concepción de lo sagrado, de un modo de ver o una serie de valores que, por supuesto, son muy respetables. Pero las personas sexualmente diversas podríamos decir que no creemos eso, por ese motivo quienes aspiran a tener unos cimientos inamovibles, que les den razón y seguridad a sus vidas, pues sienten que hay grietas que no quieren enfrentar ni ver, sobre todo porque son grietas de unas construcciones causadas por el abuso y el dolor en siglos de historia. 

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Gabriela: Creo que les costaría demasiado ver que también tienen cierta responsabilidad en ese dolor o que deben hacerse cargo. Necesitan verse como las únicas víctimas, aunque gocen de privilegios. Y patrimonializan el pasado, el relato, el dolor...  

Brigitte: Pero no, eso no quiere decir que todas las personas que se consideran heterosexuales o que están tranquilas y seguras de su identidad sean malas personas, quiere decir que algunas personas que atacan o se manifiestan con rabia frente a las que manifestamos nuestra divergencia lo hacen porque se sienten muy pero muy inseguras, o sienten que tienen que negar cada vez con más vehemencia su obvia construcción sobre el dolor ajeno, ese pasado o el pasado de las comunidades de las que hacen parte hoy en día. 

Gabriela: ¿Y cómo pueden responder a eso las personas queer?

Brigitte: Lo que habría que decir es que las comunidades Lgtbqi+ queremos restaurar heridas del pasado, invitar a un presente gozoso y compartido, y no estamos dispuestas a aceptar que se repitan los actos de discriminación que causaron tragedias, enfermedades mentales, exclusión, durante miles de años en toda la humanidad y que siguen causándolos –porque sabemos que en muchos países se castiga con pena de muerte la homosexualidad–, todos aquellos para quienes cualquier divergencia de la norma se considera motivo de destierro o peores cosas.

Gabriela: Y es ahí que en la comunidad actual del odio contra lo queer de pronto están sentados una al lado de los otros, una feminista, el machito de izquierda y un político de ultraderecha. ¿Cómo acabaron juntos?

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Brigitte: Bueno, todos esos personajes acaban juntos porque realmente no entienden que la identidad de género es previa a sus construcciones ideológicas. Que la condición de lo masculino y lo femenino se pone en juego a partir del colapso de la coherencia de esas categorías en cualquier tradición o en cualquier circunstancia, de manera que no es casualidad que encontremos trolls en todos los ámbitos porque no logran deconstruir y analizar su historia de manera integral, no logran ir al fundamento de la construcción de las identidades o no quieren hacerlo.

Gabriela: Ni de los machistas ni de la ultraderecha espero mucho más, pero que ocurra entre feministas me deja perpleja. ¿Puede esto tener que ver con que se disputa el poder a ese feminismo blanco y heterosexual, por ejemplo, desde colectivos diversos, también racializados que han señalado que ellas también pueden ser opresoras desde lo cis, desde la raza, desde la clase? ¿Podría venir de ahí el odio?

Brigitte: Lo que pasa es que como no se trata de blanco y negro, ni de feminismo versus machismo sino de un reclamo de las posibilidades de reconocer al ser en clave femenina, que a su vez proviene de decenas de tradiciones: hemos visto la construcción gozosa o abusiva de las feminidades, con abundancia de mutilaciones y restricciones físicas y mentales  en su constitución, pues hay muchas lecturas que responden a lo que hoy llamamos interseccionalidad y que le paran los pelos a mucha gente, porque complejizan aun más la consideración de las identidades y generan aun más incertidumbre, como es que todos los seres humanos somos distintos. Ah y claramente pone un reto de gobernanza: entre más distintos nos reconocemos, más complejo resulta conversar para gobernar. Y lo que a la derecha le parece terrible es que haya que hacer tantas concesiones a las diferencias; para la derecha y para el ejercicio del poder bajo esa perspectiva, o para las miniderechas que existen dentro de todos los sistemas de pensamiento, hay niveles de diversidad que son amenazantes, que retan los temas de poder, por eso hay feminismo de derecha.

Gabriela: Una vez, en otra entrevista, me dijiste que tardaste décadas en sentirte sólida como para hacer de tu vida el experimento que crees que cada quien debería hacer con la suya. ¿Podrías desarrollar un poco más la noción de "persona libre" como categoría legal y cultural? ¿Crees que esta animadversión por las personas queer viene precisamente de esa falta de experimentación y libertad que hay en tanta gente?

Brigitte: En la Roma antigua y por herencia griega la condición de participar en política estaba asociada con la categoría persona. No eran personas los animales, los esclavos ni las mujeres. En el Imperio romano no había discriminación étnica, por ejemplo, tampoco había inclusión específica para discapacitados (aunque en muchas tradiciones lo normal era sacrificarles cuando la condición provenía del nacimiento). En 2000 años lo que hemos hecho es tratar de extender la categoría de persona a todas, todos y todes, sin excluir a nadie y ahí vamos. Y digo ahí vamos porque cada país va construyendo su norma pero claramente hay normas aún extremadamente cerradas y excluyentes, así como hay tradiciones extremadamente cerradas y excluyentes. Mi causa no es la transexualidad o el transgenerismo, sino la libertad de ser, con toda la responsabilidad que ello conlleva. Las categorías LGBTI son útiles para defender el derecho a la diferencia, pero no para construir una noción radical de libertad de género, que conlleva inevitablemente al cambio total de roles, haciendo imposible e inservible definirlos. Al final, la única categoría que es legal y culturalmente relevante es la de persona libre que escoge sus maneras de manifestarse y expresar amor o deseo, lo demás hace parte de la plasticidad de la existencia y solo tiene implicaciones éticas y estéticas. 

Gabriela: ¿Cuál sería tu mensaje final contra el odio que no acabará con el odio pero que al menos lo aleje un rato de nosotras?

Brigitte: Es un mensaje del Dalai Lama: “Como todo el mundo también padezco de ira, sin embargo, trato de recordar que la ira es una emoción destructiva. La ciencia dice que la ira es mala para la salud, consume nuestro sistema inmune, destruye la paz de nuestra mente. No debemos darle la bienvenida ni pensar en ella como algo natural o como una amiga”.

Sigue a Brigitte Baptiste acá y a Gabriela Wiener aquí .

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