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Música

La fiesta Kiss My Vans desató el placer carnal

La locura hormonal provocada por el funk y el exceso de alcohol se adueñó de la fiesta más importante de la Ciudad de México este jueves.

Ciudad de México, Colonia Juárez.

Debido que toda la gente estaba apachurrada tras las rejas, pude observar el edificio/casa/teatro/ pedazo de concreto o lo que sea, con calma. Habían gaffitis en las paredes con el logo de House Of Vans, esculturas hechas con televisiones viejas y luces moradas y rosas por todos lados. El escenario era el ombligo del espacio. También había una zona diseñada para los claustrofóbicos al aire libre que estaba decorada como feria de chick flick de los noventas donde se podían comprar pretzels y rollos de canela. Salí a tomar el aire. Me encontré a unos amigos y perdí la noción del tiempo gracias a la barra libre de whisky que tenía a un lado.

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Tocó Disco Ruido. Alcancé a escuchar el pop electroso cuando ya era demasiado tarde. Justo en el momento en el que decidí entrar de nuevo al edificio gris, una manada de personas me empujaron de regreso a mi lugar de origen. La gente borracha tiende a ser mucho menos cuidadosa con sus movimientos al momento de transladarse. Me tiraron mi chela encima y entendí que era el destino obligándome a cambiarme a otra barra. Elegí la que estaba más cerca del escenario.

Esperando pacientemente mi chupe vi cómo colocaban un teclado con piernas de plástico junto a un micrófono. Justo debajo del escenario unas morras estaban besándose. La locura hormonal provocada por el funk y el exceso de alcohol estaba apunto de comenzar. En ese instante, como una revelación divina, entendí el porqué de las luces bajas y el toque femenino impregnado por todos lados: todos íbamos a salir de ahí manoseados.

Chromeo salieron de madrugada. Dave y P-Thugg tocaron sin hacer pausas, pasaron de “Come Alive” a “Sexy Socialite”. Para cuando sonó “Jealous” ya se habían ocupado varios rincones del edificio con gente sin condónes a la mano. La energía sexual se expandió más rápido que el ébola, incluso una de mis amigas se largó con una lesbiana al baño y entendí que era hora de ir a buscar a un acompañante de reemplazo.

Bañada en sudor y harta de tanta feromona en el aire me refugié en el área de prensa por media hora. Cuando salí de mi escondite eran las 2 de la mañana y el mar de humanidades que me había obligado a buscar un espacio seguro del sexo sin protección se había esfumado. Cuando Teen Flirt salió ya solo quedábamos los sobrios con muy poca suerte. Baile unas rolas. Tuve suerte. Me bese a un güey y preferí correr antes de que todo saliera peor de lo planeado. Caí en la trampa.

Volví a levantar los brazos durante un rato. Subí a un taxi. Hoy desperté con cruda y con sabor a saliva ajena. Vans se armó un fiestón como los de la universidad y seguramente se encargó de abarrotar sin querer todos los moteles de la zona. Estuvo buena la fiesta.