Dinero

La pesadilla inmobiliaria: vive en el estudio de 27 metros de un ‘farlopero zen’ por 900€ al mes

Hay una pared empapelada con un montaje fotográfico de un buda, una mariposa, unas flores, un pez y varios elementos de bisutería. ¿Qué coño?
Piso de farlopero
Fotos vía Idealista

'La pesadilla inmobiliaria' es una sección en la que denunciamos los abusos más flagrantes y los pisos más sorprendentes del mercado inmobiliario en España. Si te has topado con algún palacio similar, escríbenos a esredaccion@vice.com.

¿Qué es?: Loft de 27m2 útiles con baño y cocina equipada con nevera, microondas y horno. Ya está. El asunto dispone de aire acondicionado, la única fuente de corriente de aire que encontrarás en este zulo sin ventanas al exterior. Tiene una decoración curiosa, como unas cortinas ochenteras mal y un papel de pared con un buda (¿?), una mariposa (¿?), flores (¿?), un pez (¿?) y varios elementos de bisutería (¿?).
¿Dónde está?: El barrio Gótico es un sitio extraño en el que conviven las tiendas de papiroflexia, las galerías de arte y los restaurantes más caros de la ciudad con los bares de borrachos. Por el tema de los alquileres turísticos es un barrio imposible de habitar a menos que tengas un alquiler de renta antigua, básicamente se trata de la zona “exquisita” del centro de Barcelona, no como el Raval, que está mucho más degradado. En el Gótico viven viejos con pensiones miserables y cincuentones que se dedican al diseño industrial o a la comunicación y que tienen su estudio por la zona. Estos coinciden en la panadería y a los cincuentones les gusta vivir con “gente auténtica” mientras que los viejos están hasta los huevos de estos cretinos que han revalorizado el barrio.
¿Qué se puede hacer por ahí?: Pues no hay ni un puto Lidl por ahí, así que tendrás que comprar la comida a precios normales. Pero bueno, por las noches hay unos cuantos bares abiertos en los que emborracharte hasta que se haga de día, cosa que siempre viene bien. Es una cuestión de prioridades.
¿Cuánto cuesta?: El zulo este decorado como una discoteca de Huesca, cuesta 750 euros al mes, más los 150 euros de “suministros” que tendrás que pagar al propietario, quien quiere gestionar estas movidas. En fin, 900 euros, colegas.

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piso farlopero idealista

La palabra “loft” en el anuncio le cautivó. Claro que también estaba esa otra palabra, “dinámico”. En la página de Idealista donde se albergaba la oferta de este piso, el responsable de la redacción del anuncio decidió escribir que el inmueble estaba ubicado “en una zona dinámica”, y pese a que a nuestro amigo el barrio Gótico siempre le había parecido un barrio “sucio” y de “borrachuzos”, el adjetivo “dinámico” le cautivó. Esta era la palabra que estaba buscando porque describía perfectamente como era él: dinámico.

Estoy hablando del tipo que vivía antes en este piso, un ser peculiar, la clase de tipo que decide empapelar la única pared libre del pequeñísimo estudio en el que vive con un enorme dibujo de un Buda rodeado de una mariposa, un pez y unas movidas de bisutería flotando por ahí. “Necesito algo con una coartada espiritual”, pensó, “para que las tías que me traiga a follar vean que no solo soy un tío guay, sino que también medito y tengo ideas”.

Mucho azar, muchos conceptos sin sentido entrelazándose en un diseño digno de las paredes de una copistería. El tipo trabajaba de comercial de telefonía móvil y se vestía con trajes coloridos para causar una impresión profesional, pero también para aparentar cierta modernidad, quería “generar un impacto” en sus potenciales clientes. Cada mañana caía una puntica de coca después del café de la Nespresso que le regaló su madre. Cápsulas del súper. El tipo salía de casa con ganas de comerse el mundo.

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Le flipaba American Psycho porque se sentía muy identificado con Patrick Bateman, creía que tenían mucho en común: el estilo, las aspiraciones, la sexualidad y un punto de locura. También se veía reflejado en el Edward Norton de El Club de la Lucha, le gustaba ese punto “antisistema” que tenía. Decía que le encantaba el cine y de hecho se sabía algunos diálogos de Snatch: Cerdos y diamantes. Luego también había visto alguna de El Señor de los anillos y poco más. Le flipaba el cine.

piso farlopero idealista

En el Ikea se pilló todos los muebles de color negro porque “black is the new black”, decía, y pagó en Wallapop 250 euros por una silla que se parecía a una que había visto en Mad Men, así un poco como el sillón Wassily de la Bauhaus, pero de las que se encuentran en peluquerías de barrio. Le encantaba la pasta —en el momento en que abandonó el piso tenía ahorrados 360 euros en su cuenta bancaria— pero también sentía que era importante desarrollar cierta espiritualidad, por eso ahí estaba el Buda este, delante de la cama, para que cada mañana al despertarse recordara que “Todo lo que somos es el resultado de lo que hemos pensado”. El Buda también es lo que veía cuando follaba en esa cama con un CD de Café del Mar de fondo, el trance era épico. Se podía pasar fines de semana enteros follando y metiéndose coca en ese zulo.

De vez en cuando trabajaba en sus proyectos personales. Para ello acompañaba las veladas de brainstorming con una compilación de YouTube llamada “WORK Jazz - Concentration Relaxing JAZZ for Work and Study”, pero para que las ideas fluyeran más rápido se ponía el remix de Ferry Corsten del Ravel's Pavane Pour une Infante Défunte de William Orbit. Joder, en ese momento apoyaba su frente contra la del Buda de la pared y todas las ideas penetraban en su cabeza, ideas geniales. Movía los brazos como si estuviera en una película y empezaba a gritar “¡dinero, dinero, dinero!”. Se consideraba un emprendedor nato, aunque nadie llegó a apostar por su idea de un “ciberlocutorio de luxe”. En el banco lo miraban muy raro cuando les contaba la idea y les decía que el local se llamaría “Kingternet”.

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No tenía muchas cosas en casa pero sí que tenía tres cómics —números no consecutivos— de la edición en catalán de Dragon Ball y un Funko Pop! de Deadpool, por eso a veces, cuando quería ligar con chicas con bolsos de Pesadilla antes de Navidad, les decía que era “un poco friqui”. Se creía muy hábil a la hora de conocer chicas y decía que “tienes que mostrarte tal y como ellas quieren percibirte”, por eso a veces se hacía “el friqui” y otras veces era como una especie de Rafa Mora pero con un peinado de siete euros de las barberías más baratas de la zona.

Si pudiéramos espiar en su historial de YouTube encontraríamos muchos vídeos de pickup artists. De hecho una vez asistió a una charla online de un alumno de Neil Strauss del cual no se acuerda el nombre pero por la que pagó 300 euros por PayPal. El tipo no tenía PayPal y tuvo que darse de alta especialmente por esto, un proceso complicado que se alargó varios días y con el que se puso muy nervioso. Decía que los de PayPal se la “habían liado fuerte” cuando realmente todo el lío que tuvo fue culpa de su ineptitud.

En fin, consideraba que el centro de su piso era su cama, allí donde follaba, y siempre comentaba que quería que las tías, cuando entraran en su harén, lo primero que vieran fuera esa gran cama negra e inconscientemente se les metiera en la cabeza que terminarían allí tumbadas. “Cuando ven esa cama ya solo pueden pensar en sexo”. La verdad es que el piso no tenía habitaciones y era tan pequeño que la única opción era meter la cama al lado de la cocina.

Hablando de cocina, pese a disponer de una vitrocerámica el tipo solo llegó a utilizar el microondas, se alimentaba a base de arroz basmati para microondas —rollo India, rollo zen— con atún en lata.

Al final le subieron el alquiler a 750 euros (900 con gastos) y tuvo que largarse a vivir con sus padres, ya no podía seguir permitiéndose el lujo de vivir en la mansión del Buda. En fin, así están las cosas, si quieres vivir en el mismo sitio que vivió este tipo, es cosa tuya.