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Música

El lado oscuro del Ceremonia

Una reseña sobre el line up electrónico que hubo en Toluca.

Si tuviera que agrupar a todo ese montón de gente  que fue sólo a escuchar música electrónica al Ceremonia, probablemente habría dos posibles categorías: los de mente sensible (personajes con máximas capacidades visuales inducidas) y a los que les cosquilleaba el cuerpo (humanos con el sistema nervioso alterado). Afortunadamente, para mí y ese montón de personas,  sobraron buenas propuestas. Los que quisieron derretirse lo lograron. Los que querían despertar con un dolor de piernas infernal, también pudieron hacerlo.

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El Festival Ceremonia es uno de los festivales en la ciudad de México (dentro de ese gremio) que le apuesta a la música electrónica. Si comparamos su primera edición con esta segunda vuelta, no solamente nos encontramos un cartel más amplio, sino una propuesta que abarca otro tipo de música con tintes de otros géneros un poco alejados de lo que se vio en la edición 2013.

Independientemente, de que sea bueno o malo, elegir propuestas diferentes al lineup pasado en el que se presentaron cosas chonchas en materia electrónica, como Nicolas Jaar y Animal Collective, definitivamente es de aplaudirse. En esta segunda edición,  decidí hacer lo  mismo que cuando voy a  comer garnachas: armé un recorrido  cerdo y grasoso. Decidí aventarme pura electrónica.

En esta reseña (advierto) no voy hablar de cómo Julian Casablancas prendió o no la gente. Tampoco les voy a contar como Tyler, The Creator les reventó (tal vez) a todos los oídos con rimas groseras y se comió un tamal. En cambio, lo que les ofrezco aquí,  es un recorrido en letras de la experiencia de quienes, como yo, fueron con ganas de sentir en las entrañas las vibraciones electrónicas al tope.

Mi primera parada al llegar al Centro Dinámico Pegaso fue el escenario #OffTheWall. Estaban tocando los Mekanikos. Eran las 4:20, había Sol y una cola inmensa para comprar cerveza. Me aguanté el mazapanazo.  Ahí, luchando contra mi lengua deshidratada, me encontré por primera vez a los entusiastas que se habían  intoxicado desde temprano. Había una morra a mi lado que manejaba los mejores pasos de rave que jamás había visto en mi vida. Bailar junto a ella  era condenarse a parecer cualquier botarga del Dr. Simi en domingo por la tarde. La odié un poco.

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Me quedé en el mismo spot hasta que se esfumó el último rayo de Sol. Vi a la gente hacerse chiquita con los sonidos densos de Lao. Luego llegó Teen Flirt con un impermeable negro y puso a fluir a los que antes perreaban. La música empezó a oler a sexo. Yo no traía vato. Preferí irme a ver a  Tycho.

El escenario Ceremonia se encontraba justo en el extremo contrario. Todos seguíamos secos. Caminé por  los pedazos de madera que servían como salvavidas del lodo movedizo. Había luces en el cielo rojas y azules, una selva dentro de una esfera transparente, muchas pupilas dilatadas. Después de enfrentar todos los obstáculos, llegué y vi detrás de Tycho un atardecer muy anaranjado. Después una mujer azul. Pocos eran los que se movían, la mayoría de los que estábamos ahí parecíamos robots con fallas en el sistema. La música se llevaba nuestros pensamientos. Quedé tan hipnotizada que me perdí a Sanfuentes.

La gente comenzó a moverse mucho antes de que empezara FlyLo. Caminar hacia el escenario principal fue lo más parecido a transbordar en Tacubaya: un infierno en vida. Cuando por fin pude llegar hasta el frente, Flying ya estaba con su micrófono atrás de la pantalla. Empezó a tocar y estuvimos muertos. Vimos los restos de nuestros cuerpos proyectados sobre espirales de venas sangrientas.

Flying Lotus nos mató mucho antes de empezar a tocar y se fue dejándonos en un coma perpetuo. "You are dead"- ordenó su sombra mientras espasmos visuales nos daban una idea de lo que tenemos por dentro. Una morra a mi lado se rindió  en la segunda canción. Así, cómo ella, los que traían las neuronas sensibles, se perdieron a la mitad de esa nada formada por dos pantallas gigantescas. Fue la primera vez en todo el festival que la gente formó una masa uniforme. Me imagino que fueron pocos los desafortunados que no vieron  por completo las imágenes alucinantes acompañadas de jazz tenebroso.

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Nunca entendí de dónde salió tanto lodo si no había caído una gota de agua. Desde lejos escuché  el tribal. Estaba tocando Erick Rincón. Unos vatos algo trabados me convencieron para que fuéramos a bailar. No encontré a nadie con botas picudas pero vi a una lolita americanizada moviendo sus colas de cabello de una lado a otro junto a un grupo de morros que ya habían hecho un círculo que servía como pista de baile callejero. La estaban pasando bastante bien, el sonido sirvió como endorfina.

Nos empapamos.

Cuando Daniel Maloso se paró enfrente de las tornamesas  la lluvia se soltó. Nos apachurramos para no mojarnos. Bailar se volvió casi imposible. No nos importó. Chocábamos los unos con los otros, nos embarrábamos mutuamente de agua y sudor. Armamos un pequeño slam con ritmo marcado. Seguía Toy Selecta.

El espacio se convirtió en mundo en dónde lo único que existe es música para bodas. Milkman, Erick Rincón y Serko Fu subieron al escenario para hacerla de animadores/edecanes/coristas mientras el ex Control Machete cambiaba de rap a cumbia arrabalera. Toy pidió que Simpson Ahuevo subiera a la tarima como todos los otros, pero nunca apareció y no hubo un cuarto corista. Ver a tantos vatos que hacen  buena música por separado puestos en un mismo lugar me hizo recordar lo que se siente pasar al frente del salón a resolver matemáticas avanzadas: sabes que todo está ahí por alguna razón  pero no entiendes ni madres.

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Volví a subir a los salvavidas de madera y crucé las albercas de tierra para ir a ver a Damian Lazarus. Me encontré con una frita en el camino, me contó en balbuceos el alucine que me había perdido con !!! (chk chk chk). Intenté explicarle el problema matemático que había dejado atrás, ella tampoco me entendió nada.

Damian Lazarus fue lo mejor de todo el festival. Lo digo sin pensarlo. Tomaba whisky de la botella y mezclaba. La gente que lo veía no podía dejar de mover los brazos y no perdían de vista lo que había detrás de su silueta. Un perfecto equilibrio entre sonido y visuales. La mayoría de los que estábamos ahí teníamos el cuerpo deshecho. No importó, para los que bailamos de manera descontrolada, Damian fue lo que nos hizo encontrar el final del arcoíris. No importó la lluvia, ni el lodo, ni el frío. Estábamos en el paraíso.

Salí de Toluca a las 3 de la mañana. Estuvo bien el Ceremonia. Estuvo bien, a secas.

Fotografías & GIF: Lisseth Mariana Pérez