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A diferencia de su segundo largo, aquí la pista de baile predomina con cierto sabor a glamour de calle. Es delicado pero sin duda, fuerte, como una nalgada bien puesta. La exploración en cuanto al beat y a la producción sigue aportándole a su propuesta creativa (kicks secos, concretos, pistas sin tantas capas, coros de voces suaves que acompañan), y aunque sigue manteniendo sus ingredientes base en el hip hop, su música logra colarse con mucha facilidad dentro de diferentes géneros como el pop, el house e, incluso, el dance.
Sin dejarse sabotear ni intimidar por nadie, Cakes Da Killa ha sabido robarse la atención dándonos algo diferente para comer. Así que para los amantes de la pastelería, les recomiendo este pastel de vino tinto (que propiamente no es el de comunión) que pueden seguir aquí y acá, para que se deleiten con su textura, sabor y color.***
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