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Skateboarding

El "Salto al Vacío" fue el mejor momento del skateboarding

El salto de Jamie Thomas en la secundaria de Point Loma fue una obra de arte.
Todas las fotos de Grant Brittain

Hace 21 años, un hombre en patineta cayó a cinco metros de altura en un patio de una escuela en San Diego y cambió el mundo para siempre.

Conocido como el "Salto al Vacío", el truco se presentó en el video seminal Thrill of It All de 1997 de la compañía Zero de skateboard, y de inmediato hizo historia. De la noche a la mañana, el hombre detrás del salto, Jamie Thomas, un joven de 22 años de Dothan, Alabama, se convirtió en una celebridad de la industria. Dos años más tarde, fue inmortalizado como un personaje en Tony Hawk’s Pro Skater, y en la secuela había un nivel con un salto bautizado como su famoso truco en Point Loma High School. De vuelta en la vida real, otros patinadores empezaron a reunirse en ese lugar con la esperanza de superarlo. Algunos de los resultados ahora están en internet, incluyendo el video de Richard King, quien se rompió una pierna después de caer como roca sobre el concreto.

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Comparado con los demás, el intento de Thomas es magistral. Conforme se va acercando al barandal que lo separa de la inconsciencia, se agacha y ejecuta con tranquilidad un ollie melon. Luego baja y se queda flotando en el aire sobre cuatro ruedas, en realidad le toma unos segundos pero parece eterno. Un aura de tranquilidad lo rodea. No hay ruido, excepto por el sonido de la cámara del fotógrafo Grant Brittain. Todo va a la perfección. Pero cuando Thomas se acerca al asfalto, pasa algo raro; sus pies están a una pulgada o muy cerca del centro de su tabla. Un error tan pequeño hubiera sido inconsecuente en cualquier otro día. Pero a esta altura, el impacto se magnifica mil veces. Cuando aterriza, su tabla se rompe y su cuerpo se dobla como una lata. Sin embargo, mientras cae, le llega un aire de gracia y cae sobre su hombro deslizándose fuera de la toma con delicadeza. En el fondo, los espectadores comienzan a celebrar. Se hizo leyenda.

En 2005, la escuela construyó un elevador en el sitio para asegurarse de que nadie se volviera a aventar. A diferencia del famoso truco en las escaleras del Toro, o el gap de Carlsbad, con el cual innumerables patinadores se hicieron famosos haciendo trucos más grandes y más contundentes que los que llegaron antes que ellos, nadie se volverá a aventar del Salto al Vacío. El lugar le pertenece únicamente a Jamie Thomas.

La historia que hay detrás del salto sólo aumenta su status. En ese momento, Thomas decidió tomar el riesgo con su carrera y su cuerpo. Desde 1995, las legendarias patinetas Toy Machine lo habían patrocinado. Mientras estuvo allí, dirigió videos, trabajó como jefe de equipo y se ganó la codiciada sección final en uno de los mejores videos de skate de la década, Welcome to Hell. Luego, en 1997, renunció a todo para empezar su propia marca, Zero. Thrill of It All fue su entrada al negocio, y el éxito de Zero fue gracias a él. Sin importar si se dio cuenta en ese momento o no, el salto al vacío fue una demostración de habilidad y un truco publicitario al mismo tiempo. Las fotos de la inmersión con el lema "JAMIE THOMAS RIDES FOR ZERO" aparecieron como un anuncio en Transworld Skateboarding. Zero ya estaba en el mapa.

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Si dejamos de lado las preocupaciones comerciales, notaríamos que el evento parecía predestinado. En una entrevista de 2013 con la revista King Shit, Thomas recordó que antes de dar el salto, descubrió que alguien había escrito su nombre en la barandilla. El destino funciona de manera misteriosa.

En muchos aspectos, el Salto al Vacío también fue la encarnación de un tipo emergente de patinaje callejero que combina destreza, riesgo mortal y espectáculo. En ese momento, la disciplina estaba evolucionando, y las personas seguían descubriendo lo que sus tablas y cuerpos podían lograr Por lo tanto, la caída de Thomas fue importante de dos maneras. En primer lugar, marcó el límite de los saltos: nadie ha hecho algo parecido desde entonces. Y en segundo lugar, solidificó una era que ya florecía desde los días de Frankie Hill y los Gonz: en la que los patinadores callejeros se enfocaban en trucos grandes sobre cosas grandes. Durante al menos una década, el patinaje (y vestirse) como Jamie Thomas se convirtió en uno de los estilos más dominantes del skateboarding.

Por ejemplo, en 1998, Birdhouse lanzó The End, un video que muestra al Andrew Reynolds joven haciendo un frontside desde una escalera de 13 escalones, y Heath Kirchart haciendo un lipsliding desde El Toro vestido como Michael Jackson. Ese mismo año, Jeremy Wray hizo historia al saltar un gap de 5 metros entre dos torres de agua de 12 metros en Rowland Heights, California, otro evento que fue único. Si nos vamos para el 2002, también está el video de Sorry de Flip que nos ofreció los momentos "más chingones" de Geoff Rowley, así como el fallido intento de Ali Boulala de saltar desde el Lyon 25 de cuatro metros (una hazaña que no se cumplió hasta que Jaws lo logró en octubre de 2015) .

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Este estilo se volvió más prominente a principios de la década del 2000, una época de auge para el patinaje callejero temerario. Fue durante este tiempo que el skateboarding empezó a poner a prueba sus límites, y un sinnúmero de patinadores se hicieron famosos por su disposición a saltar escaleras y pasamanos cada vez más grandes. La lista de los trucos más importantes de esta época es larga, y sin embargo, ninguna de estas marcas es tan legendaria como la caída de Thomas. Y debido a la forma en que ahora el skateboarding se consume, de inmediato y por lo general en Instagram, al parecer es poco probable que un truco futuro pueda tener la mística y la anticipación necesarias para tener un impacto similar.


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En los últimos años, el skateboarding ha evolucionado probablemente más allá de la era de Big Shit. Los patinadores, quizás al haber encontrado el limite máximo de lo que son capaces de resistir físicamente, han dejado de intentar hacer trucos grandes que ya se hicieron. Al contrario, están trayendo a los spots de antaño, trucos cada vez más complicados como los flips y spins técnicos de la era de los 90 que pasaron de moda durante el cambio de Fresh a Hesh. La tradición de hacer trucos en lugares peligrosos sigue viva, solamente que ahora el Patinador del Año Thrasher del 2017 hizo un frontside crooked grind en el mismo lugar donde alguna vez un lipslide fue alucinante.

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La influencia de Thomas sigue siendo indiscutible, pero aún parece que el skateboarding no ha captado el significado vanguardista del salto al vacío. A lo mejor los videos de skate sólo existen para ilustrar el talento y promover marcas, pero las hazañas de Thomas en San Diego fueron tan inimitables que merecen ser consideradas sólo por estética. A los skaters les gusta decir que su hobby no es un deporte, sino un arte, por eso no debería ser tan sorprendente que la comparación más cercana al salto de Thomas no sea una hazaña atlética sino una pieza de la colección del Met Museum: el fotomontaje de 1960 de Yves Klein, Salto al Vacío.

El trabajo de Klein se enfocó en representar los desafiantes principios occidentales del arte imitativo. De niño, comenzó a pintar superficies en bloques monocromos como un intento de articular la "libertad pura" del "espacio existencial", un lugar entre la vida y la muerte. Más tarde, esta práctica se convirtió en su distintivo color azul. El Salto al Vacío, que representa al artista como si fuera un cisne zambulléndose desde una pared, era una extensión de este proyecto. Estaba compuesto de dos imágenes sobrepuestas, al principio se distribuyó en un periódico junto con la demanda de que para pintar espacio uno debe "hacerlo por sus propios medios, por una fuerza autónoma e individual". Pero a pesar de tener la apariencia realista de una foto, lo que representaba no ocurrió.

En muchos aspectos, el Salto al Vacío es similar al trabajo artístico de Klein. En un nivel muy obvio, ambos representan a los hombres saltando desde gran altura y ambos tienen la misma palabra en sus títulos. Además, ambos han alentado a las personas a dar sus propios saltos. En el caso de Thomas, empujó al skateboarding a nuevas alturas peligrosas; en el caso de Klein, él sedujo a su público con su trompe l'oeil. Pero a lo mejor el parecido más persuasivo es la forma en que el salto de Thomas se asemeja al consejo del artista francés para los pintores aspirantes. En esos momentos finales icónicos de Thrill of it all, Thomas delinea figurativamente el espacio a través de su propia fuerza, trazando sus dimensiones irrepresentables a través de su cuerpo y movimiento. Y, lo que es más importante, mientras vuela por el aire, se ve atrapado entre la vida y la muerte, suspendido en el vacío de la inexistencia, el último motivo Kleineano.

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Una versión anterior de este artículo malinterpretó el truco que Heath Kirchart hizo en El Toro. Fue un lipslide, no un boardslide. Lamentamos el error.