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salir de fiesta

Hacerse un ‘perfect’: salir de fiesta sin gastarse un duro

No solo es posible, si no que además es sencillo.
Foto vía el usuario de Flickr  Travis Rigel Lukas HornungCC BY 2.0

Tener dinero en la cuenta y luego no tenerlo, apesta. Este es un anunciado con el que la absoluta totalidad de la humanidad —e incluso , extrañamente, algunos animales domésticos que dependen de ella— puede sentirse identificada.

Es por esto que nuestro deambular por la vida es un cúmulo incesante de situaciones en las que intentamos invertir el mínimo de dinero posible en cosas, experiencias y personas. Es evidente que, ni que seas jodidamente rico y tu papel higiénico esté fabricado con papel verjurado Galgo, preferirás comprarle un yate al proveedor que te lo proporcione más barato. Ricos y pobres todos se dan la mano en esta preciosa empresa del ahorro continuado.

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Pero aún hay más. También existe ese punto de maestría en el que uno puede acceder a todos estos privilegios terrenales de forma gratuita. Y creedme que no hay nada más satisfactorio que llegar a casa un sábado por la noche después de salir de fiesta, abrir tu cartera y ver que el billete de 20 euros con el que habías empezado la noche sigue totalmente intacto, bien arropado por las paredes de piel falsa de tu cartera. Pocas cosas pueden asemejarse más a una potencial representación de la idea de la felicidad.


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Esta situación que acabo de relatar más arriba —lo de no gastarse un duro cuando se sale por la noche— se conoce, o debería conocerse, como “hacerse un perfect”. El origen etimológico de la palabra se remonta al Street Fighter II, ese juego de lucha callejera en el que, si lograbas derrotar a tu oponente sin ser herido ni una sola vez, una voz en off (que era la del comentarista del torneo) exclamaba “You Win, ¡Perfect!”. Ese “perfect” final es al que me estoy refiriendo.

La metáfora es evidente. Ganar una pelea sin perder ni un punto de vida o emborracharte como un cosaco sin gastarte un solo euro. El término es aplicable a otras hazañas, como por ejemplo cuando, después de cagar, te limpias con papel higiénico y, sorprendido, descubres como la hoja de papel no muestra ningún tipo de desagradable estampado. “Perfect”. O como cuando vas a currar pero ese día no funciona la electricidad o algo así pero tu sigues cobrando el día igual. "Perfect". Aun así, la acepción que más me gusta es la de salir de fiesta sin “abrir” ni un solo billete.

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Si queréis llevar este modo de vida lo primero que tendréis que asumir es que no se trata de una necesidad, no hace falta ser pobre para hacerse un perfect. Puede ser coincidente, claro, pero este desafío funciona independientemente del nivel económico del practicante, es un reto con uno mismo y contra esta sociedad que únicamente nos trata como entes consumidores —bueno, consumir, consumiremos, lo que pasa es que no pagaremos por ello—.

Es una cuestión de hackear el sistema, de saber que eres capaz de sobrevivir y pasarlo bien sin invertir dinero en ello. Encontrar la autonomía, vivir fuera del engranaje sistémico. Es un flirteo con la maravilla y el pánico, la posibilidad de correr por esas praderas de la libertad pero a la vez saber que el miedo al fracaso acecha en cada esquina, en cada nuevo bar que entras o en cada nueva lata de cerveza que desvirgas.

Tus "amigos" serán tu entidad bancaria, tu cajero. Ellos serán los que te lo pagarán todo, aunque no tengan ni un duro

Lo primero y más importante que debes hacer para poder llegar a convertirte en un maestro de los perfects es considerar tener un buen bestiario de amistades. A ver, me refiero a “amistades”, enfatizando el entrecomillado. Ya sabemos que la camaradería está totalmente denostada en el siglo XXI y que toda esta gente con la que coincides a menudo no son realmente amigos, no conoces ni sus apellidos.

Pero esta amistades de postal son básicas para lograr llegar a casa con todos los billetes intactos. Alimenta tanto como puedas estas relaciones de mierda, ya sea por Facebook o hablando cuatro tonterías con una cerveza en la mano. Ríe sus gracias e interésate por lo que hacen, no hables de ti, por lo que más quieras; “interésate” por sus proyectos artísticos en Instagram sobre “El GIF como terrorismo queer” o por sus grupos de música que sabes perfectamente que no llegaran a ninguna parte porque lo único que hacen en los ensayos es probarse ropa supuestamente excéntrica y hacerse fotos drogados.

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Este enjambre de individuos será tu entidad bancaria, tu cajero. Ellos serán los que te lo pagarán todo, aunque no tengan ni un duro.

Es interesante también buscar amistades que trabajen en bares o discotecas o que sean de ese tipo de músicos que tocan a menudo. Todo esto te proporcionará un maná infinito, tanto como acceso gratuito a locales como bebercio casi ilimitado. Los colegas que curran en bares te ofrecerán bebidas y si haces eso de decir “no, gracias, ya lo pago” insistirán y te servirán como dos o tres copas gratis más.

Es una simbiosis perfecta porque ellos ganarán esa sensación de poder y satisfacción que proporciona el ser un buen anfitrión y tu ganarás un maldito perfect. Lo mismo con los colegas músicos, estos te pasarán gratis a sus conciertos, te dejarán entrar en el backstage y te darán tiques de consumición y esto solo puede significar hacerse un perfect. Si al final se hartan de ti, diles que les harás unas “fotos guapas” que un medio digital “está interesado en publicar” (mentira) y seguro que se lo repiensan.

Si finges que no tienes ni un duro las personas que te rodean sentirán casi como una necesidad, un sentimiento incluso paternal de invitarte

Otro truco básico es fingir que estás en la pobreza. Aparenta a través de las redes que no tienes un duro. Vístete con ropa de la Humana y haz como si te pasaras el día comiendo frankfurts crudos. Esta falsa pobreza se afincará en su córtex cerebral y llegará un punto en el que incluso encontrarán lógico que tengan que invitarte, sentirán casi como una necesidad, un sentimiento incluso paternal.

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Realmente te podrás gastar ese dinero que evitas gastarte durante la vida nocturna en discos de 100 euros o comida de esa que venden en el supermercado de El Corte Inglés; comida envasada en cajitas o latas de color negro, el color de la calidad, el color del gourmet.


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Jugando a esta liga de la pobreza, también puedes gastarte previamente un euro en cuatro cervezas baratas que guardarás en la nevera durante la semana. Cuando llegue el fin de semana, la cogerás y te las guardarás en la mochila, bien frías.

Durante la noche, la gente verá que estás bebiendo esa mierda de marca que se va calentando a medida que avanza la noche y el sentimiento de pena que generarás será tan enorme que empezarán a caerte copas gratis. Encima luego te quedarán birras para beberte en casa. Win-Win.

Roba las propinas y con ese dinero invita a alguien. Eso hará que esa persona se sienta con el deber moral de invitarte un par de veces, como mínimo

A la hora de pagar intenta estar siempre en el baño o fumando fuera, aunque no fumes o no te guste mear fuera de casa. Una vez la gente haya abandonado el bar, acércate a la mesa y acábate todos los culos de cerveza o cubata que se hayan dejado, esto te proporcionará una ingesta de alcohol que no puede subestimarse.

Fíjate si la gente ha dejado propina, porque puedes hacerte con ella e invitar a alguien en el siguiente bar. Tú no te compres nada, solo invita a alguien. Eso hará que esa persona se sienta con el deber moral de invitarte un par de veces, como mínimo.

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Cuando tus “amigos” pongan los dos packs de seis en el suelo para repartir entre todos, cógete una lata, luego espérate cinco minutos y coge otra y guárdatela

Si tu grupo de amigos es bastante pobre, aún mejor. Es mucho más fácil que te caiga algo gratis si estáis, simplemente, bebiendo latas en la calle. Lo bueno del alcohol es que hace que la gente se emborrache y la gente borracha normalmente es muy generosa. Y si no lo son, siempre será más fácil robarle a un amigo borracho que a un amigo sobrio.

Cuando tus “amigos” pongan los dos packs de seis en el suelo para repartir entre todos, cógete una lata, luego espérate cinco minutos y coge otra y guárdatela disimuladamente en el bolsillo de la chaqueta. Voilà, ya tienes 66 centilitros gratis que no vienen nunca mal. Cada vez que repartan un pack de seis, cógete un par de zarlas con esta técnica.


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Sigamos. Intenta ir a eventos de presentaciones de libros que solo interesan porque hay cerveza gratis. Ahí haz lo mismo, cada vez que te acerques a por una cerveza, cógete otra extra, así irás acumulando para cuando la fiesta se termine y la gente proponga ir a la Siroco o donde sea, el sitio donde luego irás deslatando paulatinamente todas estas cervezas gratis.

Luego están las fiestas de cumpleaños o de graduación o de inauguración de pisos. Esto es lo mejor. En estos casos siempre se dice esto de “traed cerveza o licores, lo que os vayáis a beber” pero no hace falta comprar nada, evidentemente. Lo único que tienes que hacer es llegar, ir a la cocina, quedarte quieto un minuto y luego ir al salón y decir algo así como que “ya he dejado las birras en la nevera”, con una cerveza que no es tuya en la mano. Luego ya tienes barra libre.

Hay infinitos trucos para hacerte un perfect, el único límite es el ingenio humano. Personalmente he podido gozar de infinitas noches de diversión gratis y es algo que, al día siguiente, te proporciona un bienestar absoluto. La solvencia económica, aunque te hayas comportado como un cretino, siempre te hace sentir bien. Desde aquí os animo a intentar estas técnicas pero recordar que, lo más importante de todo, es el compañerismo. Si veis a un hermano ejecutando estos mismos trucos, no le llaméis la atención, no lo desenmascaréis. Dejadlo actuar y guiñadle un ojo. Es la fraternidad de la bebida gratis. Porque y sabes, un día tú haces el perfect y otro día el perfect te lo hacen a ti.