FYI.

This story is over 5 years old.

Música

Cómo es ir de antro cuando eres ciego

Técnicas para negociar con los problemas tan únicos que este mundo, tan poco apto para ciegos, tiene.
El autor (derecha) con una amiga suya en una noche de antro.

*Este artículo se publicó originalmente en VICE.

Stevie Wonder es mi héroe. "El tiempo es largo pero la vida es corta", dijo una vez paraThe Guardian refiriéndose a un factor muy irritante del tiempo: todo es relativo. Justo como en la escuela. Los minutos vuelan cuando sales al recreo y te la pasas jugando futbol, y cuando terminas, te pones desodorante de pies a cabeza (porque obvio eso va a ocultar el olor de tu sudor, como cuando fumas y de pronto decides bañarte en desodorante). Sin embargo, tan pronto regresas a tu pupitre, los segundos se vuelven minutos y los minutos se vuelven horas y de repente te das cuenta que algún día vas a morir. El fin se aproxima a ti como un tsunami.

Publicidad

Por eso siempre he tratado se vivir con el mantra de Stevie Wonder. Cómo ahora estoy consciente de que lo único que tenemos es un número limitado de años en la Tierra, descubrí formas de romper todas las reglas razonables que mi madre me impuso cuando era joven. Casi se muere cuando me atrapó, — a mí, un niño ciego de nueve años— montado en una bicicleta de montaña en un skatepark. Y sigo siendo igual. El año pasado fui a bucear y al día siguiente me aventé del tercer bungee más alto del mundo. "¡Me vas a matar!", gritó mi mamá por el teléfono.

Después de saltar hacia el vacío a una gran velocidad, cualquiera creería que ir de antro es pan comido para un estudiante ciego como yo. Pero no es así. No digo que es imposible entrar, sólo que tuve que idear algunas de técnicas para poder negociar los problemas tan únicos que enfrento en este mundo tan poco apto para personas como yo. Y las pueden leer a continuación.

ENTRAR

Para la mayoría de los estudiantes —ciegos o no, sobrios o hasta el pito—, éste es el obstáculo más grande que hay que sortear. Lo bueno es que el precopeo es una buena actividad de integración social: todos están igual de borrachos y tienen las mismas probabilidades de mantener la compostura y articular palabras suficientes como para convencer a los cadeneros de cualquier antro al que te formaste para entrar. Sus veredictos son rápidos y sus decisiones irreversibles. "Lárgate y no regreses", significa que no vas a entrar, incluso si regresas horas después con un sombrero puesto.

Para mí, este obstáculo es un poco más difícil. Fingir que estás sobrio no es la prioridad para un ciego que quiere entrar a un antro. Sé por experiencia que en cuanto ven mis ojos, la decisión está tomada y es un "No" rotundo. Esperar en la fila es como esperar tu sentencia de muerte. Ya sé lo que va a pasar. Por suerte, soy muy bueno con las palabras y sé cómo manejar la situación. "¡Vete a tu casa o al hospital!", grita el cadenero.

Publicidad

Cuando le enseño mi identificación, le explico amablemente que tengo una discapacidad visual: "No juzguen a un libro por su portada; no estoy tan mal como me veo". Toma mi identificación y la observa con atención. Mis ojos, a la 1 AM en sábado, se ven igual que en la foto (a las personas que ven bien les podría pasar lo mismo si se pusieran hasta la madre antes de tomarse la foto para su identificación). Después de su derrota, los jueces se ven forzados a cambiar su decisión.

EL BAR

Como no puedo ver el menú ni los precios —y sería muy cruel pedirle a los meseros que me digan todo lo que ofrece el establecimiento—, trato de evitar mi favorito: el gin tonic por miedo a gastarme lo que queda de mi préstamo estudiantil. Mi política es simple: pedir vodka con coca. Casi siempre está de oferta.

Resulta que el vodka con coca no está de oferta pero ya no importa porque ya la sirvieron. Salgo al área de fumar y encuentro a mis amigos tomando gin tonics más baratos que mi trago. Le lloro al mundo que me ha decepcionado.

LA PISTA DE BAILE

Después de tomarme hasta la última gota de mi patética y cara bebida —porque necesitas un poco de fuego en la panza si vas a pasar siete horas moviendo tus extremidades rodeado de un montón de desconocidos—, me dirijo a la pista de baile, como todos los que salen de antro. No puedo dejarme llevar y mucho menos perder a mis amigos pero es muy difícil, sobre todo cuando ya tomé bastante y el DJ empieza a poner las mejores canciones.

Publicidad

Imagínate a un ciego con sobrepeso con un poncho peludito moviéndose en una pista de baile diseñada para las personas que sí ven. Sí, es justo como lo imaginaste.

TRASTORNO DE ESTRÉS POSBAILE

Hago una pausa para respirar y me golpea la realidad: perdí a mis amigos. Por suerte, mi olfato es muy agudo, como el de cualquier ciego, y puedo rastrear a mis amigos por su olor cuando se me pierden. Así que me abro paso entre la masa de gente en la pista en busca de un olor que conozco a la perfección: una mezcla de detergente con Paco Rabanne, Marlboro mentolados y sudor.

Mi nariz casi nunca me falla, excepto esta noche. Creí haber encontrado a Zak y tomé su mano. Pero para mi sorpresa, la mano que tomé es demasiado tosca como para pertenecer al dulce y pequeño Zak. Le tomé la mano a alguien que, por su tono de voz, comparte al menos cuatro noticias al día en Facebook. "Buen punto" escribe abajo de su publicación. "Te pone a pensar".

"Estás jodido, amigo. ¿Qué te tomaste? Se te van los ojos".

Un comentario grosero sobre mis ojos: mi vida ya no tiene sentido. Inventé un método para lidiar con esta clase de comentarios, un método que también me ayuda a salir de situaciones incómodas. Vuelvo a tomar su mano.

"No he tomado nada. Soy ciego".

Empieza a tartamudear "Oh, mierda, perdón. Me siento muy mal. ¿Qué puedo hacer para compensártelo?".

"Un gin tonic me haría sentir mejor".

EL ÁREA DE FUMAR

Tomo mi bebida de compensación y me voy al área de fumar, aún en busca de mis amigos. Alguien grita mi nombre: "¡Allan!".

Publicidad

Camino torpemente hacia la persona que gritó mi nombre y me doy cuenta de que no es ninguno de mis amigos. Le hago unas preguntas para tratar de descifrar quién es. "¿Qué hiciste hoy en la mañana? ¿Qué tal las clases? ¿En qué van?".

Ah, es un estudiante de filosofía.

"¿Con quien viniste?", le pregunto.

"Con Melissa y Sadie"

Entonces me doy cuenta de que llevo casi cinco minutos hablando con alguien que desprecio.

Escapo y por fin encuentro a mis amigos. Le digo a Jamie que "me eche la mano", una frase que entiende a la perfección y que significa "Pásame un cigarro porque estoy demasiado ciego como para hacerlo yo mismo".

POSAR PARA LAS FOTOS

Este proceso es el que más me preocupa. Simplemente veo a la distancia y espero que cuando se cierre el obturador, mis ojos estén apuntando a la dirección correcta. A la mañana siguiente reviso Facebook para ver cómo me fue.

¡Perfecto!

REGRESAR A CASA SANO Y SALVO

La música es cada vez más tranquila, el sol empieza a salir y los pájaros a coquetear. Para este momento ya perdí y encontré a todos mis amigos al menos tres veces en la noche, algo que según yo, le pasa a todos los que ingieren vasos con vodka barato en una habitación oscura. Normalmente me rindo después de un par de veces y dejo que mis amigos me encuentren al final de la noche, listo para regresar a los dormitorios y vomitar hasta que sea hora de ir a mi seminario matutino.

La próxima vez que veas bailar a una persona a la que "se le van los ojos", podría ser yo o algún otro ciego que ama ir de antro. Sé que no hay muchos pero sí existimos. Trátanos bien porque si no vas a terminar sintiendo culpa e invitándonos shots toda la noche.

@allannotalan