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Música

El Colmillo: semillero de talento y club pionero de la electrónica nacional

Una mirada a la historia de este anhelado antro icónico de la CDMX.

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A finales de los años 90 en plena efervescencia y auge de la música electrónica en México, irrumpe uno de los clubes que sería referencia para toda una generación: El Colmillo.

La historia se remite a dos amigos universitarios que se conocen en Manchester y que más adelante coincidirían en el entonces Distrito Federal: Sam Hart, quien luego de graduarse, llega a la ciudad a trabajar en el sector financiero, empleo que abandona seis meses después. Por su parte Crispin Somerville, ex VJ de MTV, aterriza en el DF de paso rumbo a Colombia, con la finalidad en un principio de escribir un guión sobre sicarios y la escena de Trash Metal de Medellín.

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Al llegar a México, Crispin y Sam convergen con personajes clave como Ramiro (Cookie + Ramiro), Naomi Palovits, Héctor Mijangos, Alejandro Dávila, Camilo Lara, Toy Selectah, Rodrigo Peñafiel, Uriel Esquenazi y Martín Hernández, que de una u otra forma, contribuyeron en el surgimiento y consolidación del Colmillo, como uno de los clubes mexicanos más importantes.

El caso de Crispin y Sam fue atípico, no eran los clásicos empresarios que invertían su dinero en un club de música electrónica por el simple hecho de estar en boga, por el contrario, tanto uno como otro eran DJs que venían de haber experimentado lo mejor de la escena inglesa y europea, y que al llegar a México se involucrarían de lleno en la programación de los artistas que amenizarían las noches del Colmillo por casi 10 años; lo mismo que su gerente, Juan Pablo González, quien también se involucraba en la selección de talento y en armar el calendario de presentaciones.

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El Colmillo ocupaba una vieja casona de la céntrica colonia Juárez, en la calle de Versalles número 52. Con un cupo para aproximadamente unas 500 personas en sus dos niveles. Lejos estaba el venue de emular la parafernalia tecnológica y estética de los llamados súper clubes de la época. "Tu entrabas al Colmillo y había unas cortinas que eran las que dividían al dance floor de la primera área del club, esas cortinas se mantenían cerradas hasta las 12-12:30 am, en ese momento se abrían las cortinas y el DJ que estaba haciendo el warm up se quedaba hasta la 1 am y ya entraba el DJ residente o el DJ estelar", recuerda Giorgio Brindesi, ex DJ residente del Colmillo.

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Fotografías: Facebook El Colmillo Club

El club se dividía en tres áreas, entrando se localizaba un espacio tipo lounge, en el Main Room se ubicaba el dancefloor, justo detrás de las cortinas tan características del lugar. El Upstairs en el segundo piso, estaba dedicado a propuestas más experimentales y a bandas en vivo, cabe destacar que el Colmillo apoyó a bandas noveles entonces, como los afamados Zoe, con presentaciones continuas en el club. La coctelería destacaba por su originalidad, el interés por innovar en los tragos llevó a Sam Hart a importar desde Inglaterra a Jaspar Eyears, quien durante tres meses se dedicó a capacitar al personal encargado de las barras. Mención aparte merece la Jarra Colmillo, la cual consistía en una mezcla de jugos y que seguramente más de uno la tiene aún presente por su potente efecto.

El nombre del club hacía referencia al sentido tan mexicano que tiene el termino: el de ser astuto, inteligente o habilidoso para involucrarse, resolver o salir avante de cualquier situación.

"Cuando yo llegué a México, mi primer amigo fue el Donky. Una noche que estábamos en una fiesta agarré los discos de un amigo y empecé a tocar. Yo vengo del hip hop y estaba tocando funky, disco, hip hop y un poco de house, entonces Donky se volteó y me dijo: 'tocaste con mucho colmillo'. Siempre me obsesiono la palabra colmillo. Entonces creo que la idea de lo que es el lugar va mucho con lo que es tener colmillo, porque los colmilludos lo buscan, los que buscan la moda, lo nice, van a otros lugares", explicaba Crispin Somerville a la revista DJ Concept.

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Por la cabina del Colmillo pasaron grandes nombres de la electrónica internacional como Keoki, D-Fuse, Cass, Cocó, Scott Everett, Jimmy Van Malleghem, Sean Cussik, Marco Lenzi, Kaskade, Larry Tee, Fantastic Plastic Machine, Andy Moor, Marques Wyatt, entre otros, sin embargo el club le apostó casi en su totalidad al talento nacional. La mayoría de colectivos que delinearon el rumbo de la escena mexicana, pasaron por su cabina: Parador Análogo, Nortec, Abstract Massive, Imeca, Rockets, Noiselab, Nopal Beat, Jungle Empire, Konfort y Colectivo Pö, solo por mencionar algunos nombres. Lo mismo que importantes productoras y sellos como We Are Here, Cookie & Ramiro, Maia, Vinil Entertaiment y Maslabel.

"Las primeras tocadas de Nortec en DF las hicimos Bostich y yo en varios lugares, desde festivales como el Tecnogeist, la Perlay fiestas con amigos en sitios random. Lo que sí es que el Colmillo fue donde teníamos la libertad de hacer lo que queríamos, es decir, nos daban toda la noche, y para nosotros era el espacio para probar nuevos temas. Muchas de las cosas que ahí tocábamos aún no se editaban, eran solo ejercicios de lo que después se convertirían en tracks para Nortec o los proyectos alternos. Juan Pablo que se encargaba del lugar nos apoyó mucho en darnos bastantes fechas, ya perdí la cuenta, pero fueron decenas", recuerda Pepe Mogt, fundador del Nortec Collective.

Las noches del Colmillo atraían a públicos diversos, tanto nacionales como internacionales. Era común encontrarse entre los asistentes a jóvenes procedentes de distintas partes del mundo, al mismo tiempo y de forma inesperada, hacían acto de presencia figuras de talla internacional de la televisión, el cine y la música. "Había noches en las que estaba tocando y de repente llegaba Tom Rowlands de los Chemical Brothers, o Gustavo Cerati que estaba entre el público, una noche recuerdo que también llegó Courtney Love. Ya sabes, traía un guardaespaldas. En otra ocasión llegó el baterista de los Strokes con Drew Barrymore. Te encontrabas gente de ese nivel que iba a escuchar la propuesta de los DJs", explica Giorgio Brindesi.

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Por su parte Alejandro Dávila, otro de los DJs residentes del club, narra una anécdota por demás curiosa: "en el Colmillo conocí a Derrick Mckenzie baterista de Jamiroquai, fue la noche después de su primer show en el Auditorio Nacional. A Kiefer Sutherland le gustaba cantar con la banda en vivo del Colmillo, siempre se ponía muy alegre. Fue su club preferido durante la filmación de Beat. Esa noche cantó Kiefer, tocó la batería Derrick y en ese ensamble también tocaron los de casa y otros músicos de Jamiroquai. Después de ese histórico momento agarré la peda con Derrick y me puso en la lista del segundo show de la banda. Seguimos en contacto ahora por Facebook".

El 25 de marzo de 2004 aparece el álbum doble titulado Mi Primer Colmillo bajo el sello independiente Música Espiral, la selección de tracks del disco uno corrió a cargo de Crispin, el disco dos lo mezcla Rawdon. El álbum buscaba reflejar los estilos tan diversos de música electrónica que se tocaban noche a noche en el Colmillo, que lejos de cerrarse a uno u otro subgénero, por el contrario, se abrían a la mayoría de ellos: lo mismo se escuchaba techno, minimal, house, electro, drum & bass, psychedelic trance, break beats etc. "Crispin y Sam eran a toda madre, socializaban con sus clientes y con el crew. Tenían un excelente gusto musical para seleccionar a los DJs residentes y a las bandas en vivo. El Colmillo fue la casa de una generación de gente creativa que ahora domina México en diferentes disciplinas y actividades", comenta Alejandro Dávila.

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2008 sería el año en el que acabaría la era del Colmillo. La decisión de Crispin Somerville toma por sorpresa tanto a la comunidad electrónica como a los fieles asiduos a su pista de baile. "Cuando el Colmillo cambia de nombre, Crispin lo traspasó, lo tomó otra persona llamada Carlos, él radicaba en Querétaro. Al Colmillo le remodeló algunas cosas, sin embargo comenzó a decaer el lugar, porque obviamente ya no tenía la logística, ya no funcionaba como venía haciéndolo con Crispin y toda la gente que estaba ahí. El lugar tenía una magia que nunca se volvió a repetir. Para todos fue una cubetada de agua fría el cierre del Colmillo, porque jamás lo veíamos venir, porque el Colmillo, creo, no estaba en decadencia ni estaba en las últimas. Creo que fue una decisión que él tomó, solo él sabe por qué, quizá con esta visión que también tuvo, siempre tan adelantada, a la mejor él también sabía que ya iba a terminar la etapa del Colmillo, y no quería irse cuando el barco se estuviera hundiendo", explica Giorgio Brindesi.

El local de Versalles 52 continuaría ofreciendo noches de música electrónica bajo otros nombres como Cream, Dine y Room Underground, pero con permanencias fugaces a diferencia de su antecesor. Las noches del Colmillo nunca más volverían a repetirse. "Cuando Crispin Somerville estuvo a cargo, creo que fue el mejor momento del club, en su sala alterna dio cabida a un sin fin de proyectos musicales, live acts, performance y cocteles fantásticos, en su cabina mezclaron innumerables DJs nacionales como internacionales. En ese sentido, creo, fue que el Colmillo contribuyó a la escena", opina DJ Chrysler.

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El aporte del Colmillo a la escena electrónica nacional fue el abrir sus puertas al talento local y que lejos de querer engrosar sus cuentas bancarias, cobrando covers estratosféricos por presentaciones de top DJs internacionales, Crispin y Sam le apostaron a las propuestas y al talento nacional, a la música hecha en casa, y no se equivocaron. Unos cuantos años después, varios de esos colectivos (Nortec, Nopal Beat) que pisaron el club de Versalles 52, sacudirían la escena electrónica internacional como nunca antes ningún otro artista electrónico mexicano lo había hecho.

Luego de la aventura electrónica del Colmillo y de algunos emprendimientos culinarios en México, Crispin y Sam retornan a Inglaterra, sin embargo es importante señalar que los vínculos con nuestro país, lejos de desaparecer, se hicieron más fuertes. A finales del año pasado inauguraron la taquería El Pastor en pleno Londres. En palabras de Crispin, esta nueva aventura empresarial, más allá de un simple negocio, "es una carta de amor hacia México".

Alejandro Arámburo está en Twitter.

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