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Este tipo acabó su borrachera dormido en un urinal

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Este post se publicó originalmente en THUMP Reino Unido.

Fotografía: vía Facebook

Lo que estás viendo aquí, si puedes creer que estás viéndolo, es la triste imagen de un joven hombre tan intoxicado, tan familiarizado con alcohol barato, tal salvajemente entregado a las cheves y probablemente ahogado en varios litros de aguas locas, que literalmente se quedó dormido en un urinal. La etílica aventura que fue su gran noche de fiesta, ha terminado con un lúgubre gemido con hedor a orina y pedazos de limón creando una especie de pesadilla olfativa de la que nunca se despertará realmente.

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La imagen es realmente trágica, en el más sincero sentido de la palabra. Su ropa sugiere que ha estado en una especie de evento donde la diversión proviene de la ironía de vestir camisas tropicales. Tal vez era una "noche de playa", o una "fiesta en un yate" o tal vez no era nada de eso. Tal vez era solamente una noche regular y a nuestro Dionisio contemporáneo solo le gusta vestir como un imitador de Kenny Loggins en un club para caballeros en Scunthorpe. Cuales fueran sus motivos, cuales fueran sus intenciones, así es como terminó: con la nariz presionada contra el frío metal, sobre una alberquita de pipí tibia haciendo burbujas con cada exhalación.

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Metido ahi, en la nada cómoda cama que él mismo se armó, el desmayado fiestero nos regala un momento de reflexión para pensar en nuestras propias faltas. Verlo nos obliga a catalogar cada uno de nuestros errores bajo los efectos de una chela –o nueve. ¿Acaso habrías vomitado en el fregadero de una cocina ajena si no te hubieras pisteado tu propio peso en alcohol primero? Probablemente no. ¿Que tal la ves que le tiraste un control remoto a la televisión durante un episodio de Top of the Pops 2 porque estabas muy irritado solo de ver a Steve Wright? ¿Hubiera pasado eso sin la botella de Glenn's que decantaste directamente en tu retorcida y arruinada garganta unas horas antes? ¿O que tal cuando conscientemente consumiste un pollo bastante crudo y vomitaste todas las sábanas recién lavadas de tu roomie? ¿Seguido haces ese tipo de cosas? Esperemos que no.

¿Acaso el bello durmiente en cuestión tenía ya el hábito de despertar en un charco de pipí? Quien puede decir. ¿Cómo se habrá sentido cuando despertó ante la mirada atónita de un grupo de cadeneros desesperados por irse a casa? Solo él sabe, y tal vez solo el sabrá. ¿Por qué? Porque la mayoría de nosotros podemos decir honestamente, con el corazón en la mano, que nunca nos hemos puesto tan hasta la madre como para dormirnos en un urinal de un club. Sin calcetines, con una camiseta hawaiiana.

Así que muchas gracias, amigo. Quien sea que seas, por dejarnos tachar otro punto de nuestra lista de "gracias a Dios que no me cacharon a mí haciendo eso". Te debemos unas chelas, y un shot. Y luego otros tres shots; y luego otra cerveza para rematar.

Josh está en Twitter