¿Acaso murió el Miami Music Week?

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Música

¿Acaso murió el Miami Music Week?

¿Qué pasa con el Miami Music Week, que alguna vez fue el epicentro corporativo de la música dance, en un mundo post-EDM?

Ubiquémonos en el 2014, año en el que Saturday Night life airea "When Will the Bass Drop", en el que se vuelve viral el meme de "David Guetta Tripping Balls", y del breve receso de Skrillex. El EDM llegó a su climax en Estados Unidos, pero el imperio de $6.9 billones de dólares muestra señales de su declive. Las acciones de SFX bajaron cerca de un 50 porciento respecto al año anterior, y todo el mundo, desde Skream hasta Philip Sherburne se preguntaba en qué momento la burbuja industrial iba a explotar. Pero no importa, de todas formas cuando llego al Miami Music Week en una tarde húmeda de marzo, el reinado del EDM todavía sigue regente.

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Un tipo todo bronceado y tonificado, que está estallando "Levels" en los parlantes de su carrito de golf, me recoge en la calle y me lleva al hotel Avicii. Una par de viejas usando crop tops de Avicii reparten conos de helado, desde el camión de helados de Avicii. A medida que avanzo, las fotos de Avicii cubren cada superficie en la que uno pueda pensar en tomarse una selfie —y esto incluye los ascensores y lo espejos de los baños—. Incluso hay condones de Avicii en la tienda de regalos. Sin embargo, el mismo Avicii es el que no está por ningún por ningún lado; el DJ, que tiene problemas con el abuso de bebidas alcohólicas, canceló su set debido a una hospitalización.

No es que la ausencia de la estrella importe realmente. Tim Bergling, el ser humano, es un mero accesorio de la experiencia Avicii. El hotel es la apoteosis de lo que Miami Music Week acaba por representar: el DJ como una marca inmersiva. La ideología del EDM te dice que puedes ser la versión más ruidosa y estúpida de ti mismo, y nadie de puede detener siempre y cuando estés produciendo plata. "Venderse" ni siquiera es parte de la conversación, se trata únicamente de cuánto capital puedas hacer.

Carritos de golf afuera del Avicii Hotel.

Ahora estamos en el 2017 y el EDM, una cultura desechable desde el principio, se está pudriendo en la basura. Destrozado por su asociación con la "bro culture" y las muertes relacionadas con las drogas, el género se ha convertido en el himno gringo del vómito y la coerción sexual. Desde la última vez que estuve en Miami, SFX entró en bancarrota, Avicii se retiró, e incluso Skrillex ,que alguna vez fue la cara del género, está retornando a sus raíces haciendo colaboraciones con Incubus.

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Así que nos queda preguntarnos, ¿Qué pasa con el Miami Music Week, que alguna vez fue el epicentro corporativo de la música dance, en un mundo post-EDM?

Llego a South Beach un jueves por la tarde."Ha estado callado este fin de semana", comenta mi conductora de Lyft. Ella dice que usualmente la ciudad se inunda con los spring breakers el mes completo, pero los últimos días han estado muertos, a pesar de que mañana empiece el festival Ultra Music que supuestamente estaba sold-out. "Estuvo mucho más loco el fin de semana pasado", agrega.

Tan pronto me bajo del taxi en South Beach, experimento esa sensación de estar en un momento que no es más que un eco distante del pasado. Todo me es familiar: las palmeras y los hoteles blancos, las congregaciones de tipos en chanclas y gafas aviadoras, bíceps inflados y camisetas pegadas, tech-house escapándose de los parlantes de algún lobby. Pero me inunda la sensación de que algo anda mal, como si la estática proveniente de la actividad alrededor mío estuviera en silencio. Todo el mundo parece estar de rumba por simple inercia y hábito, moviéndose como si todos se sincronizaran de alguna manera.

La sensación me abandona abruptamente cuando un tipo me tropieza ligeramente por la calle mientras hablándole a su amigo, subiendo el volúmen de su voz mientras dice, "Sí, sería rico tener algo de E…"

Más tarde, caigo a la fiesta del Spinnin Records Hotel. Mientras esquivo viejas ebrias y bouncers, me muevo por los pasillos en una bruma de confusión. En años pasados, las marcas se desvivían por opacar a su competencia con programaciones ambiciosas; el Red Bull Guest House (que, junto con muchos otros que frecuentan la industria, no fueron a Miami este año) tenía muestras de documentales y DJs liderando sesiones de cocina en terrazas. Pero esta vez, el Spinnin Hotel parecía no tener nada más para ofrecer que una fiesta rudimentaria de piscina.

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Mientras echo un vistazo entre la multitud, noto que los spring breakers semi bronceados y cajeantes han cambiado su forma de bailar —ya no hay más dedos apuntando al techo y esperando a que suelten los bajos del EDM con fervor fanático y apocalíptico. Ahora, sus pechos se inflan a medida que se mueven y cabecean al ritmo de la marcha 4x4 del tech-house. Después de unos minutos, me aburro y le pregunto a un empleado del hotel si tal vez me estoy perdiendo de alguna cosa, de pronto un taller o instalaciones de algún tipo en otro piso. Me mira como si estuviera loca y me confirma que "esto es todo lo que hay". Me voy y camino hacia la playa, en donde alguna vez paseaban helicópteros con publicidad de los DJs superestrella mientras formaban constelaciones bizarras. Ahora, un helicóptero sobrevuela solitario promoviendo a Axwell y a Ingrosso —de los últimos dinosaurios del EDM—.

Antes yo solía venir a Miami detestando este show de mierda, pero esta vez, les juro que deseaba que hubiera más basura en el show y todo. Los lineups de las fiestas no son más que esqueletos del pasado. En 2015, por ejemplo, Drumcode hizo un showcase con Adam Beyer, Alan Fitzpatrick, Joel Mull, y cinco otros artistas clave. Este año, solo Beyer y Mull estaban tocando en una fiesta organizada por los promotores locales de Link Miami Rebels. Una noche, entré a un club en la hora prime solo para encontrarme a Virgil Abloh, Brodinski y Benji B haciendo un back-to-back, tocándole "When Doves Cry" a un cuarto casi que vacío.

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Con el EDM borrándose de su memoria, Miami vuelve a su adorado modus operandi de decadencia hip-hopera. Siguiendo la tradición, Puff Daddy organizó una fiesta épica en su mansión. Paris Hilton hizo aparición en una fiesta organizada por la esposa de David Guetta con ayuda de 50 Cent. Raperos como A$AP Ferg y Chief Keef dominan el Ultra Music Festival, y hasta Hardwell abre su set con un clásico del hip-hop, "Jump Around" de House of Pain.

Lo que sí me llegó al corazón fue la nostalgia del rave noventero en ascenso, con The Prodigy y su Underworld encabezando el Ultra. En mi última noche, me encuentro en un Mercedes negro con un DJ y su manager camino a una fiesta que en la que él va a tocar. Recostado en su silla, el DJ comenta que el escenario de Carl Cox este año en el Ultra es enorme, tanto en escala como en significado. Le pregunto si depronto los festivales están apostándole a actos legendarios como el de Cox producto del declive del EDM. "Sí, absolutamente," responde el DJ a medida que nos aproximamos a una bodega en la que suena un techno estridente. "El EDM está muriendo, pero Carl Cox es para siempre."

_Michelle Lhooq está en Twitter._

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