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Música

¿A quién acudes cuando la industria musical distorsiona tu salud mental?

Después de trabajar por años en la industria musical holandesa, terminé con los mismos síntomas depresivos que muchos de mis colegas.
SE
ilustración de Sander Ettema
traducido por Ericka Álvarez

Este artículo apareció originalmente en Noisey Países Bajos.

Trabajar en la industria musical es una locura. Puedes ver bandas, beber cervezas gratis, ir a festivales y fiestas, dormir en hoteles elegantes y pasar mucho tiempo en el backstage. Y te pagan por hacer todo eso. Pero después de trabajar como promotora de prensa por mucho tiempo, comencé a sentirme desgastada a principios de año. Entonces descubrí rápidamente que se dialoga poco sobre la salud mental en la industria.

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En todas las profesiones hay gente que se queja de terminar agotado. De acuerdo al Buró Central Holandés de Estadísticas, uno de cada siete empleados realiza una queja formal sobre su carga de trabajo. Comparada a otras industrias, la industria musical es única en algunos aspectos –la línea que divide tu vida personal y tu trabajo es casi imperceptible, para empezar. Tu oficina se ubica a menudo en los espacios de un festival, dentro de un local de música o en un autobús de giras, lo que también significa que el bar nunca está lejos. Hace que tu trabajo sea divertido, interesante y dinámico, pero también te puede llevar a un exceso de incentivos.

Este año, colapsé. Literalmente. Lo que me llevó a este punto fue una combinación de causas y razones: La carga laboral pesada, la urgencia de probarme a mí misma, y –además de todo eso– una experiencia particularmente desagradable con chismes, juegos de poder y bullying adulto dentro de la industria. En retrospectiva, no fue sorpresa: Hubo momentos tempranos en los que pensé que ya no podía soportarlo, pero cuando de verdad colapsé, fue extremadamente frustrante.

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Una noche desperté llorando tan fuertemente que mis hombros temblaban. Me sentí como si estuviera bajo una roca tremenda sin poder escapar. Temía que me fuera a dar un infarto, así que llamé a mi madre y a mi médico de cabecera. El diagnóstico fue rápido –estaba agotada. Después de ausentarme de la oficina por una semana, decidí parar todos mis proyectos debido a problemas de salud. Fue lo más difícil que he tenido que hacer en mi vida. Después de estudiar management musical, de cultivar 12 años de experiencia en la industria y de trabajar duro en mi propio negocio en los últimos tres años, lo arriesgué todo.

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Era obvio que necesitaba parar y alejarme de todo, pero en ese momento eso hizo que me hundiera aún más en la depresión. Afortunadamente, mis colegas fueron más comprensivos de lo que esperaba. Recibí muchos mensajes privados de apoyo y amor de ellos. Parecía que eran capaces de empatizar con mi situación porque muchos de ellos habían tenido más o menos los mismos síntomas que yo.

Mi timeline de Facebook está lleno de colegas trabajadores que hacen cosas grandiosas. Por supuesto, sus victorias son compartidas: Un show estelar agotado, un álbum que llegó a disco de platino, un hit en la radio, giras exitosas en el exterior, promoción, un contrato fijo, un trillón de conciertos en clubes, una reseña positiva de un disco nuevo, interminables reproducciones en YouTube. Yo también compartía mis éxitos laborales con el resto del mundo, pero cuando tu salud mental se siente torcida, la avalancha constante de información puede paralizarte. Siempre hay alguien a quien le va mejor que a ti. Si estás representando una banda y agotan los boletos de algunos shows, alguien más va a agotar una gira entera de clubes. Por cada reseña de cuatro estrellas que obtengas, alguien más va a tener reseñas de cinco estrellas.

Frank Kimenai, fundador de Lexicon Bookings, la exitosa agencia con base en Ámsterdam, se ve reflejado en esto. "La raíz de esta [tendencia de compararse] yace en cómo son introducidos los artistas al mercado. Nada nunca sale mal; las malas noticias no existen", dice. "El momento en que mi salud mental [comenzó a declinar], comencé a buscar a otros [colegas de la industria], cuando normalmente me enfocaría en mis propias fortalezas. Te hace trazarte metas no realistas que nunca vas a poder cumplir, lo que te hace sentirte aún peor. Es una espiral descendente en nuestra industria, y es muy difícil escapar de eso".

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En la industria musical, nada es más importante que tu red de contactos. Agentes de booking, programadores, promotores de prensa, mánagers, periodistas y músicos –ninguno podría existir sin los demás. Para poder hacer bien tu trabajo, necesitas conocer a las personas correctas y ellos tienen que estar dispuestos a ayudarte. Para cultivar esos contactos, necesitas aparecerte en festivales, fiestas, reuniones de networking y conciertos. Ir una vez al Eurosonic Noorderslag, un reconocido festival de showcases en los Países Bajos, no significa que automáticamente tienes un pie adentro. Además, es importante para el artista con quien trabajas que siempre estés presente. Toma mucho tiempo, dice Kimenai. "En los primeros años, especialmente, estás completamente involucrado y no tomas vacaciones merecidas. Ver los festivales y las giras como una suerte de vacación es peligroso. Siempre estás activo, y nunca puedes tomarte el tiempo para relajarte", explica.

Depresión y fiesta: una combinación peligrosa

La industria musical también es hogar de muchos freelancers que no tienen permiso por enfermedad y simplemente no pueden "tomarse un día libre". Cuando estás en cama con un virus estomacal, también se espera que respondas emails. Cinderella Schaap, dueña de Professional Independent Music Promotion (PIMP), dice que siente mucha presión incluso cuando necesita un día para descansar. "Es difícil satisfacer a la gente. Casi nunca es lo suficientemente bueno, y todos asumen que [tu trabajo] siempre puede ser mejor y que se puede hacer más a menudo", dice. "Te pone mucha presión encima, porque sientes que nunca terminas tu trabajo".

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Tu vida personal y tu trabajo se solapa con frecuencia. El consumo de alcohol es rampante en la industria, y la gente no le huye al consumo de drogas. No todos participan, pero sin embargo la tentación está ahí. Es una forma de escapismo socialmente aceptada, y puede ser indicador de que el bienestar mental de algo se está tambaleando. Usar drogas para mantenerte despierto en el trabajo, o beber para socializar con más fluidez con tus colegas son ambas soluciones fáciles. En el mundo de la música, es parte de la cultura, lo que significa que el umbral general de estrés para que alguien se sienta atraído a agarrar una botella es muy bajo. La frontera entre el uso y el abuso es muchas veces difícil de reconocer, y es un problema que aplica tanto para los músicos como para los profesionales.

Debido a que el tiempo libre y las horas laborales se cruzan frecuentemente, la proporción entre la cantidad de horas trabajadas y la compensación real que se recibe por ellas está completamente torcida, dice Kimenai. "Se espera mucha lealtad de tu parte, y realmente puedes sentir esa lealtad también", explica. "Quieres estar en todos los eventos y prefieres no decirle no a la gente con quien trabajas o que te agrada". Es el amor por la música, la profesión y el artista lo que te hace seguir esta línea de trabajo, y es por eso que sigues siendo tan leal al negocio. Si es una cuestión de amor, con seguridad el trabajo es satisfactorio, ¿no? Las llamadas condiciones secundarias y los beneficios son fantásticos: Te pagan por escuchar música, ir a conciertos y festivales y trabajar con colegas tan entusiasmados como tú. Tu nombre siempre está en la lista de invitados y rara vez tienes que pagar por comida o tragos.

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Pero para Kimenai, todo eso termina cuando hay un desequilibrio en la proporción entre el trabajo y la compensación por ese trabajo. "Una vez alguien me dio este ejemplo, y lo encuentro muy revelador: Un neurocirujano recibe una gratitud tremenda del paciente y su familia, y el cirujano probablemente hace su trabajo con la sensación de tener cierta misión, pero no esperes que lo haga a un precio de ganga".

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Schaap concuerda. "Cuando trabajaba con una disquera, había relativamente poco aprecio por la gente de prensa, tanto [en relación a] la compensación como a la palmadita en el hombro de '¡Buen trabajo!' [que todos queremos]. Creo que es un poco mejor ahora, pero todavía siento que la valuación –especialmente monetaria– no se equipara con el tiempo y energía que le pones a los proyectos".

Hoy en día puedes estudiar la industria musical en la escuela. Además del aspecto musical, también estudias los aspectos de negocios de la profesión. Con la curiosidad de ver qué tanto de la salud mental se incluye en el currículum, contacté a Rob van der Veeken, el coordinador de estudios académicos del programa de Profesional de la Industria Musical en la Academia Herman Brood.

"Tenemos un curso llamado 'Desarrollo de carrera' que consiste en saber dónde están los límites y cómo lidias con tu salud física y mental", explica van der Veeken. "En este curso, tratamos de preparar a nuestros estudiantes para [la realidad de] el campo tanto como nos sea posible. Por ejemplo, les decimos que tendrán que decir 'sí' muchas veces al principio [de sus carreras], y que pueden discriminar un poco más con las cosas a las cuales accedes más adelante. Cada clase tiene un instructor que es una persona de confianza, y, por supuesto, también tenemos un coordinador ausente que está en contacto con los estudiantes. Si alguien no se presenta [a una clase], es un indicador de que no les está yendo bien". Hoy en día, los profesionales recién entrenados tienen apoyo y guía, y son conscientes de las presiones que les esperan en la industria musical. Es una señal esperanzadora para el futuro.

Pero ¿qué hay de los profesionales que ya están ejerciendo? ¿Dónde pueden ellos encontrar ayuda? El tema parece nuevo, y apenas se comenzó a discutir hace algunos años. Nuestros colegas de Noisey en el Reino Unido publicaron la Guía del Mánager Musical para la Salud Mental. En los Países Bajos, veo poca discusión sobre el asunto. No hay seminarios en Noorderslag, y cuando tuve mi colapso, no tenía idea de a quién acudir. Es importante que comencemos a hablar más sobre el desgaste en la industria musical. Combinado con la falta de apoyo disponible, la poca visibilidad de estas quejas es peligrosa tanto para profesionales como para artistas. Una vez que le comencemos a prestar más atención, podríamos ser capaces de disminuir el estigma asociado a la salud mental. Al final, una industria más saludable es una industria más sustentable.