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Música

La legendaria pirámide de Daft Punk es sólo la mitad de la historia de aquella fatídica noche en Coachella 2006

¿Quién necesita LEDs cuando la música es tan buena?
Photo via Wikipedia.

En el reciente clip promocional del documental de la BBC, Daft Punk Unchained, que recién se estrenó en Showtime en los Estados Unidos, el periodista musical Michaelangelo Matos hace un apropiado retrato del legendario show con la pirámide en Coachella 2006 por parte del dúo francés. Como con la mayoría de las historias que he escuchado acerca de esa infame noche en el desierto de California, todo se centra en las gigantescas pantallas LED que acompañaron los amados hits del grupo. Para algunos—incluyendo a Matos—la pirámide de Daft Punk encendió la mecha para la carrera de LED que alimentaría el levantamiento del género EDM. Si eso te parece algo bueno o malo es cuestión de gustos, pero uno podría argumentar que los aspectos visuales de esa presentación (y de otras que vendrían) cambiaron el genio musical del dúo.

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Como todos los que estaban presentes el sábado 29 de abril del 2006 en Indio, tengo una historia que contar sobre Daft Punk. A diferencia de muchos otros, la mía ha sido contada públicamente. En el libro de Matos sobre la historia de la música electrónica en América, The Underground is Massive, él cuenta mi historia específica de estar atrapado entre Red Bulls, Vodka y pastilla mientras la cortina subía para dar paso a la Pirámide de Daft Punk. Es una anécdota sorprendente que he contado muchas ocasiones y me honra que haya aparecido en el impresionante libro. Sin embargo, lo que pasó después también merece atención.

Como ya íbamos tarde, mi grupo de amigos no logró entrar al Sahara Tent, donde—como el manager de Daft Punk reporta en el documental—40,000 personas trataban de entrar a un espacio para 10,000. Afortunadamente, los organizadores de Coachella tuvieron la idea de agregar una línea extra de bocinas, así como gigantescas pantallas para quienes se habían quedado fuera. Desde nuestro particular punto—parados muy a la derecha del escenario, husmeando desde un lado de la lona—no tuvimos la explosión frontal de luces y colores que cautivaron a todos los que estaban observando. Fuimos removidos del área donde estábamos. Nuestros puños nunca se alzaron al aire gloriosamente pero no nos perdimos ni una mierda.

Bajo el perfecto cielo del desierto, bailamos de forma eufórica hit tras hit. Nos movíamos y disfrutamos en el perfecto campo de Empire Polo. Sudamos con el frio aire de la noche. Sentimos toda la emoción hasta los dientes mientras el bajo perfectamente ecualizado golpeaba contra nuestros pechos de una forma en que no había sentido en años. Ocasionalmente mirábamos la pantalla, las cámaras haciendo lentos zooms hacía la pirámide y close-ups a las cabezas de robot sin expresión, casi parecía una satira de la experiencia de un concierto en el mainstage. ¿Qué filmas cuando no hay nadie "presentándose" en el escenario?

Mucho antes de la pirámide, Daft Punk ya había perfeccionado una mezcla artística ambiciosa que los hizo sobresalir de sus semejantes—notablemente, en una era donde los productores sin rostro eran de rigor. Obviamente habían aprendido de los mejores, como puedes escuchar en el track "Teachers" de su álbum debut Homework, donde nombran a los pioneros del house de Chicago como sus primeras musas. Canciones como "Around the World" y "Da Funk" tenían ganchos, pero "Steam Machine" con su rápida percusión y los gritos de "Rollin and Scratchin" llegaban a los ancestrales ritmos tribales que son la verdadera razón de por qué los beats de club son otra forma de comunión. Las canciones de Discovery elevaron la música dance a la perfección pop, mientras el aparentemente incompleto Human After All se reveló como una de las herramientas para DJs más avanzadas de la historia cuando la ponías junto al resto del catálogo dentro de la pirámide. Escucha el crudo poder de "The Prime Time of Your Life / The Brainswasher / Rollin and Scratchin' / Alive" de su álbum del 2007, Alive, grabado durante sus shows con la pirámide y pregúntate si se necesita algún reflector para hacer esta música brillar.

La mañana tras la pirámide, mientras conversábamos en el desayuno y nos preguntábamos si el día final de Coachella había valido la pena, siguiendo el volcado de dopamina que había ocurrido la noche previa, uno de mis compañeros que seguía dentro de la casa de campaña caminó hacía la cocina y dijo, "Ese fue el mejor espectáculo de luces que haya visto."

"¿Qué show de luces?" fue mi respuesta sincera. Daft Punk merece todo el crédito del mundo por forzar a la música dance en su siguiente etapa—tanto en presentación como en exposición. Y los excesos EDM que siguieron después del show de la pirámide difícilmente pueden ser su culpa. Pero la próxima vez que alguien te diga que tan impresionante es un DJ o la producción de un festival (y nuestros respetos a los artistas, diseñadores, técnicos que crean los espectáculos) asegúrate de preguntarles si la música vale la pena tanto como las luces. De otra forma, la carreta está delante del caballo.