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Salir con un drogadicto es un auténtico infierno

"Me mandó un mensaje diciendo que acababa de meterse la primera raya del día. Me encerré en el baño y me puse a llorar".

Este texto se publicó originalmente en Broadly, nuestra plataforma dedicada a las mujeres.

Al principio odiaba las drogas. Para mí eran como otra mujer, alguien a quien él amaba más que a mí", dice Anna*. Durante muchos años, Anna estuvo saliendo con un hombre que fumaba marihuana y se metía cocaína casi a diario. Desde el primer día, el problema de su novio con las drogas también fue problema de ella… Al menos hasta que entendió que no podía ganar la batalla contra la adicción de su pareja.

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Cuando Zeit Online preguntó a través de Internet a 32,000 personas sobre su consumo de sustancias en relación con la Encuesta Mundial sobre Drogas de 2014, el 86 por ciento de los encuestados dijo haber tomado drogas ilegales al menos una vez en la vida. El Informe de drogas y drogadicción que publica el gobierno alemán anualmente, descubrió que en 2016 se produjeron un 19 por ciento más de muertes por drogas con respecto al año anterior. Según el informe, los hombres jóvenes son especialmente vulnerables: "[Los hombres jóvenes] no sólo consumen más drogas ilegales que antes, sino que lo hacen con más frecuencia".


La adicción a las aplicaciones de citas es una realidad


Estos estudios apuntan a una realidad generalizada sobre el abuso de sustancias, pero las personas que mantienen una relación con adictos son invisibles en dichos estudios, al igual que en la sociedad. Además, se enfrentan a todo tipo de estigmas y culpa ya que, al fin y al cabo, ¿por qué alguien saldría con una persona que miente, engaña, y está dispuesta a todo con tal de satisfacer su adicción?

"Los parientes y las parejas no suelen recibir ayuda", dice Silke Biester, especialista en tratamiento de adicciones y psiquiatra de Caritas Berlín. Biester conoce de primera mano los problemas a los cuales se enfrentan las personas enamoradas de drogadictos. Las ganas de ayudar a la persona querida cada vez ocupa más espacio y tiempo en su vida diaria hasta que, sin darse cuenta, se quedan sin nada. Es un proceso que desgasta, en parte porque ambas partes se acostumbran a negar la realidad del abuso de drogas. "Hay un dicho que me encanta y que lo deja todo muy claro: las drogas crean pensamientos delirantes en todas las partes involucradas ", dice Biester.

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"Sentía que cada vez se alejaba más y más. No hablaba mucho y, a veces, no sabía nada de él durante días"

Cuando Caroline* conoció a su actual exnovio todo parecía perfecto. Ella lo describe como "aventurero, abierto, inteligente y sociable", pero había un problema: "fumaba marihuana todos los días". Al principio de la relación, esto no parecía ser un inconveniente para esta joven de Viena. Pero el problema de verdad vino cuando empezó a consumir otras sustancias. "Bebía varias veces a la semana, después de las clases, y se ponía muy borracho. Después empezó a tomar drogas duras".

Según las directrices oficiales para el diagnóstico del síndrome de dependencia, su novio ya cumplía con el primer parámetro para ser considerado un adicto: la compulsión por consumir. En total, son seis los parámetros que pueden ser aplicados a todo tipo de adicciones, desde la ludopatía hasta las drogas ilegales. Los otros cinco parámetros son la pérdida de control, la incapacidad para abstenerse, la generación de tolerancia, la aparición del síndrome de abstinencia y el abandono de la vida social. Aunque la lista parece lo suficientemente clara, en realidad es mucho más difícil de identificar, especialmente si la persona forma parte de un círculo social donde las drogas son más una regla que una excepción.

Cuando la berlinesa Jasna* conoció a su exnovio, ella misma solía consumir speed y cocaína con frecuencia. Para ella, el hecho de que él estuviera siempre drogado no era un problema; tal vez él también estaba pasando por una fase extraña, al igual que ella. Pero después de un tiempo empezaron a surgir unos problemas que ella simplemente no podía ignorar. "Sentía que cada vez se alejaba más y más. No hablaba mucho y, a veces, no sabía nada de él durante días. Llegaba a casa tres días después, asegurando que había dormido en la casa de un amigo, pero yo sabía —por sus enormes pupilas— que no había dormido ni un segundo". Si se peleaban, él se marchaba durante mucho más tiempo, dejando sola a Jasna en el apartamento que compartían, mientras ella se preguntaba dónde estaría o qué podría estar haciendo todos esos días.

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