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Cómo reducir los daños asociados al consumo de drogas en México

La sociedad civil se organiza para cambiar el acercamiento a las sustancias psicoactivas.
Marcelo Quiñones

Este artículo forma parte de la campaña Apoye. No Castigue que busca visibilizar los abusos y las violaciones a los derechos humanos cometidos en el nombre del combate al narcotráfico, así como difundir de estrategias innovadoras basadas en salud que ayuden a la reforma en la política de drogas.

La reducción de daños surge desde mediados de los años ochenta en Europa, como respuesta a la epidemia de VIH que inicialmente se presentaba focalizada entre las comunidades de personas usuarias de drogas inyectadas, hombres que tienen sexo con hombres y trabajadores sexuales. La falta de respuesta por parte del Estado para ofrecer ayuda y nuevos modelos para servicios de salud que se adaptaran a sus necesidades llevó a la formación de un proceso autogestivo basado en el pragmatismo y el sentido común.

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En sus inicios esto se tradujo en el desarrollo de programas de intercambio de jeringas para evitar situaciones de riesgo en la que se reutilizan y se comparten. Esta interacción también se aprovechó para transmitir información básica sobre técnicas de inyección higiénica, prevención y cuidado de abscesos y lesiones, prevención de sobredosis y demás conocimiento de la comunidad.

Después de unas décadas en las que estos servicios se integraron (en algunos países) a los modelos clínicos y biomédicos de respuesta a casos de uso problemático de sustancias psicoactivas legales e ilegales, las estrategias en distintas partes del mundo están adoptando un enfoque de espectro completo que también voltea a la reducción de riesgos y daños en el uso de sustancias no inyectadas, en ambientes festivos, vida nocturna y en el impacto de políticas de drogas basadas en el prohibicionismo que alimentan la guerra contra las drogas.

Así que hoy, en México, en América Latina y el mundo, la reducción de daños adopta una naturaleza flexible que se puede utilizar como un marco teórico y aplicarse en cualquier área o situación y que busca en todos y cualquier sentido, reducir, minimizar y/o eliminar por completo los daños y los riesgos asociados al uso, a la portación, a la producción, la distribución y demás prácticas y dinámicas asociadas a las sustancias psicoactivas, sin tener que eliminar su uso, sino promoviendo mejores y menos dañinas prácticas para el individuo y su comunidad.

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Los programas de análisis de sustancias para identificar adulterantes y sustitutos en sustancias del mercado negro, la distribución de kits para fumar crack o metanfetamina, las estrategias de reducción de daños psiquedélica, la reparación del daño y las construcción de paz, así como la descriminalización y la regulación del mercado para el acabar con el tabú, el estigma, la injusticia social, la violencia, la corrupción y la falta de transparencia son estrategias reducción de riesgos y daños adaptadas a sus contextos.

A continuación enlistamos algunos ejemplos de los diferentes proyectos y estrategias de reducción de riesgos y daños que se han desarrollado en México:

Tirando Esquina (CDMX, Iztapalapa)

Es una propuesta que por medio de intervenciones en barrios de la delegación Iztapalapa busca incidir en los hábitos de las personas usuarias de sustancias psicoactivas, en especial de usuarias de crack. La información se presenta de una forma atractiva y novedosa, por medio de la proyección y vídeo mapping en la calle, con videos sobre VIH y el uso del Crack y sus posibles consecuencias.

Lee la nota completa en VICE.