¿Realmente tengo que elegir entre la fiesta y mi vida de adulto?
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¿Realmente tengo que elegir entre la fiesta y mi vida de adulto?

Llega un momento en la vida en que despiertas y el guayabo se siente distinto...

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Este artículo se publicó originalmente en THUMP UK.

La mañana después de mi último cumpleaños me desperté con un tipo distinto de cruda. Después de entreabrir un poco mis ojos, la tenue luz del sol de Septiembre me obligó a volverlos a cerrar, así que deslicé mi mano ciegamente por el librero lleno de libros sin leer que está a un lado de mi cama tratando de localizar mi teléfono. Eran casi las 3 p.m. y el sabor agridulce de mi nueva edad me pegó de lleno. Ya no era elegible para descuentos de "jóvenes", ya no más "voy bien para mi edad", y lo peor de todo, ya nunca más podría ver South Park. Ya cumplí 25.

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Si tienes cualquier edad rondando los 30 probablemente estás pensando: "25 no es viejo, cállate ya. Ni siquiera conociste el Medusas o el Colmillo" o algo así, pero sé que no estoy sólo en lo que estoy describiendo. Hay un momento a la mitad de tus veintes donde te ataca un pánico total mientras te das cuenta de que A) ya no eres un adolescente y B) te vas a morir. Entonces viene el resentimiento de tu existencia actual -una vida que de repente parece ser más que una nube de humo de cigarro, bolsas de mota vacías y migajas de comida en tu colchón. Toda ambición postergada que tuviste se convierte en una prioridad inmediata.

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Empiezas a sumar todas las horas que has pasado en noches de fiesta interminables, y los lentos y nada fructíferos días que le siguen. Empiezas a imaginar un universo paralelo en el que nunca descubriste el alcohol, las drogas y a Omar-S. Empiezas a imaginarte todas la novelas que hubieras escrito y las relaciones que pudiste haber salvado; todas las personas que pudiste haber sido.

Pensarás que una vez que haya tomado mucha agua, desayunado algo y tomado un Boost me habría alivianado y habría superado esta frustración, pero la realidad estuvo lejos de eso. No he podido dejar de pensar que en algún punto de los próximos años, algo va a tener que ceder. Que voy a verme forzado a escoger entre taxis a las 5 de la mañana hacia afters en Brockley y carreras a las 8 AM hacia el Goose Green. Se ha producido una especie de nudo existencial y es uno que en verdad resiento. Después de todo, ¿porqué habría de rechazar a Moodyman para cambiarlo por una vida adulta y saludable? ¿Que acaso no es posible tener una "vida adulta" y continuar agarrando la peda cada fin de semana? No tengo que conformarme con una seria y linear madurez porque voy a vivir para siempre, ¿no?

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Buscar respuestas y aprobación, me propuse a contactar a otras personas un poco más viejas que yo para preguntarles como se las han arreglado para crecer en "fiestalandia". Por el bien de sus trabajos, amigos y familia, todos los que contribuyeron en este artículo cambiaron su nombre.

Abandonar la vida nocturna no es algo de lo que nos guste hablar. Hay un ideal romántico que dice "no pienses en el mañana" y muchos de nosotros que nos gusta agarrar fiesta, tomamos esta narrativa muy en serio como excusa para ignorar el futuro. Para nosotros, el hedonismo como tal siempre va a estar luchando con la vida real, y todos terminaremos teniendo que escoger entre esos dos en algun punto. Ya sea decidir cuando tomar un taxi a casa o cuando darse por vencidos todos juntos.

Ben fue una de las primeras personas que respondió cuando busqué colaboradores en Twitter. Ahora en sus 30s, habiendo trabajado por años en la música, se describe a sí mismo como alguien que "de repente, empáticamente e irreconociblemente" dejó el mundo de los clubs y las drogas atrás. "Yo diría que la transición de "pretender" a "lo real" es una con la que estoy familiarizado", me dijo en un mail.

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Gran parte de su decisión fue práctica. "En un plano meramente físico, como para alguien en los 30s los bajones ya no son negociables, por ende eso hace que ambos mundos sean imposibles de co-existir", explicó. "Mi trabajo me pide funcionar a las 7 am en lunes. No es negociable." El también se refirió a un cambio más fundamental que lo alejó de la cultura club -un cambio químico que lo dejó sintiéndose incompatible con el mundo. "La última vez, fui a un festival que amo, neta, rodeado de mis personas favoritas y música increíble", recordó. "Teníamos una semana entera y tomé demasiadas drogas. Demasiadas. Como hace 3 años, pero me di cuenta que nunca "llegué a mi punto". Estaba demasiado conciente de mi mismo. La pasé chido, pero ese fue como un parteaguas para mi."

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Hay una explicación científica para esto. Las cosas realmente pegan menos entre más las consumimos, especialmente las pastillas. El Profesor Andy Parrot de la Universidad de Swansea ha escrito mucho sobre los efectos a largo plazo del consumo de MDMA, y como, paradójicamente, las cosas que tomamos para hacernos sentir mejor muchas veces terminan haciéndonos sentir peor. El encontró evidencia empírica de una tolerancia crónica al MDMA, comprobando que la eficacia de los beneficios de las drogas se disminuyen considerablemente con el tiempo. Es un modelo que puede aplicarse a una noche de fiesta. La primera dosis puede ponerte a volar pero todo lo que viene después solamente te mantiene despierto. Tu primera pastilla siempre es una memoria muy chida, pero 10 años después solo son un riesgo de que termines tronando la quijada.

Tal vez algunos de nosotros, como Ben, vamos hacia el mismo rumbo. Algo que, con el tiempo, gira de ser algo positivo y enriquecedor a algo que te absorbe. Tomar una doble dosis solo puede incrementar los efectos negativos.

Aún así, considerando todo lo anterior -y ténganme paciencia en esta porque ahí viene un "pensamiento radical"- disfrutar de la música no tiene que involucrar drogas. Lo que muchas veces confundimos con una conexión entre las drogas y los clubs, es realmente una conexión entre las drogas y los jóvenes. Decidir que eres demasiado viejo para los bajones no tiene que significar que eres demasiado viejo para ir a un club, o muy viejo para la música.

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Para mi pesar, siempre he sido un poco escéptico de los "ravers sobrios". Es probablemente una forma de auto-asco que no soy capaz de tal cosa. Simplemente no puedo verme a mi mismo enfrente de un público de Eats Everything, con un par de lentes neon, apagando la vibra. El pensamiento de convertirme en ese tipo de persona que se convence a sí mismo que "no la necesita para pasarla bien", mientras baila como un presentador de TV para niños, me hace temblar.

Dicho esto, tal vez ir de club sobrio no tiene que significar un cambio total de identidad, donde ahora mejor vas a raves a las 9 AM en pura cafeína. Aunque puede ser una alternativa poco atractiva, es una que puedes lograr y es una que funciona para muchas personas. Dan, de 33 años, un trabajo de tiempo completo y viviendo con su novia, me explicó que dejar las drogas le permitió continuar con su relación con la vida nocturna durante sus treintas. "No estar sobrio, antes de la mitad de tus veintes, parecen como épocas distintas", mecionó. "La clave para mi ha sido una intrínseca pasión por la música. Yo puedo separar una noche de escuchar música sin tener que ser social, buscando compañía y pisto."

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Es de admirarse, la experiencia de Dan explica la principal complicación de salir sobrio, o de tratar de preservar tu vida nocturna en la adultez por completo.Si eres capaz de pasar la noche alimentado únicamente de tu amor por la música, entonces es fantástico, pero es poco probable que lleves a muchos de tus amigos contigo. Esto fue de suma importancia para Finn (un manager de una startup en Nueva York de 31 años) quien se encontró a sí mismo en una relación con la música que no concordaba mucho con la de sus amigos. "Al mismo tiempo en que mis amigos escogieron el vino y las tablas de quesos en lugar de tomar 6 tachas y tener sexo sin sentido con un extraño, me di cuenta de cuanto amo la música", explicó. "Me di cuenta cerca de llegar a los 30, que mucha de la gente con la que salía realmente no me gustaba tanto, simplemente los veía como una oportunidad de salir, tomar muchas drogas y bailar."

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Como resultado de esta separación, el número de noches de fiesta de Finn han disminuído drásticamente. "Lamentablemente tengo que decir que ahora salgo mucho menos. No tomar drogas y no tener amigos que quieran salir significa que muchas veces tienes que ir solo, y una fría noche de Febrero por las calles de Nueva York, ¡eso no parece muy atractivo!"

Lo que queremos entonces es moderación, si es que tal cosa existe. Queremos descubrir ese equilibrio que nos permita tratar a las fiestas como algo que viene y va a nuestro antojo, sin tener que dejar ir una parte de nosotros en cada after. ¿Pero es eso posible?

De las personas con las que hablé, solo un par dijo haber logrado una verdadera relación "sin compromisos" con la fiesta, la bebida y las drogas. "Para mi fue tan fácil como tomar unas cervezas con unos amigos en la cena", dijo Kate de 32 años y un trabajo de tiempo completo. "Yo pude estudiar, obtener y mantener un buen trabajo y salir durante los fines de semana; así como llevar mi vida ocupada lejos de los raves", lo cual es genial para ella, pero obviamente si así de fácil fuera para todos, probablemente seguiríamos comiendo tachas para el desayuno.

La respuesta más común está en algún punto entre irse de rave solo y apartarse de la fiesta por completo, en un limbo que probablemente le queda mejor la etiqueta de "todo con moderación, incluso la moderación". Stuart (quien trabaja en marketing, tiene 33 años y es dueño de una casa), le queda bien esta etiqueta. "House cada fin de semana no es realmente un modo de vida que pueda llevar más. Estos días, es más como house cada mes, o uno que otro fin de semana", admitió.

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Para como lo ve Stuart, su tiempo en "fiestalandia" no va a llegar a su fin en ningún momento cercano y realmente tampoco su relación con las drogas recreacionales. Así fue como él estableció un vago set de principios para mantenerse siempre en orden. "Adaptar tu juego siginifica que a duras penas podrás tener un par de años más en tu carrera dentro de los clubs", dijo. "Escoger tus noches y evitar los afters definitivamente ayuda. También, cambiar las pastillas por una línea de coca ocasional… es más fácil de regular tu fiesta y dormirás mucho mejor".

Stuart agregó un detalle interesante sobre su vida fiestera. Cuando le pregunté como había cambiado su relación con la vida nocturna con el paso de los años, lo describió en términos de altas y bajas. "Tuve un largo periodo de no salir mucho del 2010 al 2014 cuando me establecí viviendo con mi novia de ese entonces", recordó. "Me aburría mucho. Entramos en la rutina de ir al pub un viernes en la noche, luego ir por curry o a la comida china o ver The X Factor. Veía muchos carteles de fiestas y pensaba '¿porqué no estoy yo ahí?' bastante".

Stuart continuó: "Yo creo que mis 30s han sido mi época favorita para salir. Creo que hay una tendencia de cansarse de ir a los clubs a finales de tus 20s. Pero he encontrado que tener responsabilidades más pesadas con las cuales lidiar en mi vida diaria, me da de hecho la motivación para salir los fines".

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Mientras recolectaba testimonios para este artículo, me contacto Sara. Ella cumple 53 este año y tiene dos hijos de 14 y 17 con una pareja anterior y corre un pequeño negocio desde su casa. Junto con su esposo, ella ha ido a tres viajes a Ibiza en los últimos años y se va de club de una a 3 veces por mes por todo Londres, desde el Phonox, al Ministry y al Fire. Sara es más del doble de mi edad y sale más de lo que yo lo hago. " Estoy realmente contenta con el nivel de fiesta que tengo, incluso tenemos fiestas en la casa cuando no salimos de club", me dijo. "Nuestros amigos se preguntas de donde sacamos la energía, pero para nosotros es casi una necesidad. Me encanta la fiesta y hablar con la gente, e irse de club es perfecto para eso."

Le pregunté a Sara si creía que es posible disfrutar ambas, una productiva vida adulta y continuar saliendo a los clubs. "Tener una vida productiva es de hecho, una ventaja", me contestó. "Tener hijos, responsabilidades y un trabajo de tiempo completo me mantiene con los pies en el piso. Yo se que el fin de semana llegará a su fin y que no puedo seguir y seguir. Enriquece mi vida y seguiré haciéndolo siempre y cuando me sienta a gusto con ello".

La experiencia de Sara (aunque se acerca al territorio de historias inspiracionales que se hacen virales en Facebook) ofrece una vision de lo que pasa mucho tiempo después de los 30s. Prueba que para algunas personas, los clubs pueden seguir siendo lugares positivos, que es posible crecer con la experiencia y no solo llegar a un punto donde te encuetras a ti mismo vacíamente tratando de recrear la magia de lo que algún día fue. Es una semblanza de esperanza que si estás en esto por las razones correctas, entonces no será difícil. Que hay cosas nuevas que experimentar y que vas a encontrar una manera de seguir adelante.

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Lo que se hizo bastante claro es que esta es una coversación sobre alcohol y drogas, así como lo fue sobre la cultura club. No vale nada que la mayoría de los DJs parecen caer en dos categorías distintas. Están aquellos cuyas carreras son demasiado largas, sin límites, que solo se detienen a pasar al Mixmag Lab o a tomar siestas en playas Croatas; y estásn los que toman té verde en los decks y practican Budismo Theravada. Tiene sentido, ir de fiesta puede ser un ciclo (uno peligroso si no se tiene cuidado) y si no enfrentamos esa realidad en algún punto, nos arriesgamos a ser forzados a ir en contra de nuestra voluntad, pasando los 40, en un K-hole al Reading Festival del 2034.

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El problema es, confesar que no quieres salir y ponerte hasta la madre es casi como admitir la derrota. Habla con alguien que haya dejado el alcohol este Enero y ellos te dirán cuantos de sus amigos les han dicho que "cierren la boca y compren un trago" cada vez que pueden. Tememos darle la espalda a "fiestalandia" (es un jardín de niños para los jóvenes, por lo que dejarlo atrás se siente como ceder ante a vejez y aceptar la muerte. Puede que no haya vida depués de la vida nocturna. Es solo que, es difícil de admitir, que si tu tratas de hacer que el pasado dure más de su media esperanza de vida, va a tornarse malo y frío. Al principio las drogas van a hacerte sentir bien, pero después de harán sentir una mierda. Como toda buena fruta, las memorias también se pudren.

El rango de experiencias contadas por las personas que contribuyeron a este artículo es totalmente variada. Algunos tuvieron que darle la espalda a fiestalandia juntos, otros todavía van tan duro como pueden, y el resto parece ir arreglándoselas bien. Sin embargo, todos convergen en las mismas preguntas esenciales: ¿Por qué estoy haciendo esto? ¿cuánto tiempo más podré hacerlo? Si la respuesta de la primera es "tachas" entonces la respuesta de la segunda probablemente es "no por mucho tiempo", pero si el costo de todo esto es algo más que eso, entonces hacerse viejo no significa el final.

Ya sea que cambies a Carl Cox por Brian Cox, lo mejor será en mantener contigo lo que es real y estar en paz con dejar ir el resto.

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