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Salud

Producir música dance me ayudó a afrontar la esquizofrenia y salvar mi vida

Mi enfermedad es un campo minado, pero la música está por encima de ella.
Howl

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Este artículo se publicó originalmente en THUMP Canadá.

Ilustración por Howl

"UNO, dos, TRES, cuatro". El kick golpea en el uno; el snare chasquea en el tres. Hay un orden en la pista de baile: ritmos, repetición, estructura, fraseos. La esquizofrenia es la antítesis del orden—un desorden del desorden. Mis pensamientos se desmoronan: Mis ensaments es dosmrnan. Así que subo la intensidad del bajo y continúo. "UNO, dos, TRES, cuatro". Enrollo un porro y escribo una canción.

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Me esforcé mucho al final de mi adolescencia y a inicio de mis veintes del 2009 al 2012, desarrollando sin saber, y luego sucumbiendo ante la red de engaños y paranoia creada por alucinaciones. El proceso fue tan envolvente y terrorífico como una pesadilla sin la liberación de despertar. Todo terminó conmigo esposado y en hospitalización.

Comencé a producir música a los veintitrés, en el otoño del 2012, en el camino de regreso de mi primer y único episodio psicótico importante. (Aún experimento síntomas intermitentes de sicosis). Escribo en el camino de regreso porque aún trabajo en ello; es el reto más grande que he enfrentado. El primer paso fue admitir que la tortura que había experimentado a lo largo de los meses previos era un producto de mi mente y no había bases en la realidad. No me estaban mandando mensajes en código. No me estaban mirando constantemente; nadie estaba gritando cuando necesitaba dormir. No había ellos. Cuando me di cuenta que había una vida de enfermedad que mirar atrás, la palabra suicida no es suficientemente fuerte para describir como me sentí.

Relacionado: Aprender música durante la niñez ayuda a evitar la depresión y ansiedad como adulto

El siguiente paso fue decidir que no estaba listo para morir. Pero si iba a continuar, iba a necesitar una razón. No pude pensar en nada mejor que enfocarme en la única cosa que hizo disminuir mi nueva miseria, incluso si fue sólo momentáneamente: la música y la comunidad alrededor de ella.

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Este artículo se publicó originalmente en THUMP Canadá.

Ilustración por Howl

"UNO, dos, TRES, cuatro". El kick golpea en el uno; el snare chasquea en el tres. Hay un orden en la pista de baile: ritmos, repetición, estructura, fraseos. La esquizofrenia es la antítesis del orden—un desorden del desorden. Mis pensamientos se desmoronan: Mis ensaments es dosmrnan. Así que subo la intensidad del bajo y continúo. "UNO, dos, TRES, cuatro". Enrollo un porro y escribo una canción.

Me esforcé mucho al final de mi adolescencia y a inicio de mis veintes del 2009 al 2012, desarrollando sin saber, y luego sucumbiendo ante la red de engaños y paranoia creada por alucinaciones. El proceso fue tan envolvente y terrorífico como una pesadilla sin la liberación de despertar. Todo terminó conmigo esposado y en hospitalización.

Comencé a producir música a los veintitrés, en el otoño del 2012, en el camino de regreso de mi primer y único episodio psicótico importante. (Aún experimento síntomas intermitentes de sicosis). Escribo en el camino de regreso porque aún trabajo en ello; es el reto más grande que he enfrentado. El primer paso fue admitir que la tortura que había experimentado a lo largo de los meses previos era un producto de mi mente y no había bases en la realidad. No me estaban mandando mensajes en código. No me estaban mirando constantemente; nadie estaba gritando cuando necesitaba dormir. No había ellos. Cuando me di cuenta que había una vida de enfermedad que mirar atrás, la palabra suicida no es suficientemente fuerte para describir como me sentí.

Relacionado: Aprender música durante la niñez ayuda a evitar la depresión y ansiedad como adulto

El siguiente paso fue decidir que no estaba listo para morir. Pero si iba a continuar, iba a necesitar una razón. No pude pensar en nada mejor que enfocarme en la única cosa que hizo disminuir mi nueva miseria, incluso si fue sólo momentáneamente: la música y la comunidad alrededor de ella.

Comencé mi inducción a la música electrónica cuando mis síntomas comenzaban a empeorar, pero antes de que dieran el giro a lo peor. Vivía e iba a la escuela en la ciudad de Nueva York. Algunos buenos amigos y yo estábamos en la pista de baile tanto como podíamos, adorando el altar que era el sistema de sonido. Escuchamos a Boys Noize trabajar metódicamente en el Webster Hall, miramos a A-Trak hacer malabares con Robot Rock en Terminal Five y sentimos el muro de bajos en el primero de los eventos Reconstrvct en Bushwick (¡muy agradable!). Era el más feliz en la pista de baile. Estaba emocionado.

Comencé a hacer música porque me hizo sentir que seguía conectado con ese mundo, incluso si sólo estaba escuchando mis audífonos en el dormitorio de mi infancia o en un estudio de arto en el centro de Lowell, Massachusetts, donde vivo. Lowell es una pequeña ciudad a 45 minutos del noroeste de Boston, pero su historia y cultura se distinguen de otros suburbios de Boston. Somos hogar de la proporción más grande de camboyanos-americanos en los Estados Unidos, por la gente que escapó del genocidio de 1979. Lowell también sobrevivió una enorme epidemia en los 90s que fue documentada en el show de HBO, "High on Crack Street". La ciudad aún carga con el peso de la violencia, la adicción y la pobreza, pero a pesar de su historia de trauma, hay mucha vida aquí. La ciudad está llena de arte, con escritores brillantes, artistas visuales y músicos trabajando e interactuando. Atiendo la barra y sirvo comida en UnChArted, una galería en el meollo de la comunidad del arte. Subiendo las escaleras, la galería provee de espaciosos estudios para que los usen los artistas, que es donde escribo ahora mi música, donde trabajo en ideas con un viejo piano eléctrico.

La esquizofrenia es un desorden relativamente poco entendido. Los síntomas, que varían de persona a persona, están bien documentados. Pero los mecanismos que producen los síntomas, sólo son superficialmente comprendidos. La explicación que prevalece es llamada "La Hipótesis de la Dopamina" y mi entendimiento amateur es que la esquizofrenia es causada por la incapacidad del cerebro de regular la producción de dopamina y su recepción. La dopamina es tan necesaria como la sangre, pues sirve para muchas funciones en el cerebro. Los tratamientos actuales inhiben el flujo impreciso de dopamina, lo que me deja con sensación de ahogamiento y adormecimiento.

Personalmente, entiendo mi esquizofrenia como un racimo de desordenes. Están los ya reconocidos síntomas de sicosis: alucinaciones, ilusiones y paranoia. También hay síntomas de desorden del pensamiento—pensamientos desorganizados o rotos—así como síntomas que recuerdan el espectro de desordenes del autismo, como la hipersensibilidad y la ansiedad social. Tengo tics motores asociados con el síndrome de Tourette. Depresión,que es un desorden del estado de animo. También estoy consciente de los inquietantes rasgos como el OCD, BPD y el PTSD.

Mi esquizofrenia es un campo minado, pero escribir música lo sobrepasa. La música electrónica se presta a la tarea de forma ideal, porque es música que primero debe experimentarse, y en segundo debe ser intelectualizada. Es música para mover tu cuerpo, música para desatar un instinto. Cuando comencé a hacer música, era libre de sentir mi camino a través de ella, incluso si era ignorante casi por completo de la teoría detrás de ella. Era libre de expresarme sin consecuencias reales y era gratificado por mis esfuerzos con una canción. Podía compartir mis canciones con mis amigos, lo que me ayudó a estar conectado con el mundo a través de mi música cuando la mayor parte del tiempo no podía ver más allá de mis síntomas y sentía la necesidad de retirarme.

Relacionado: Ir de fiesta con depresión es diferente a lo que podrías pensar

Así que seguí produciendo y aún hago cosas musicales cada día, ya sea aprender algo de teoría o pasar el tiempo en el teclado, o escribiendo una canción. Produzco música electrónica porque me gusta la forma en que me hace sentir. Si amas la música, caerás de cabeza en el universo, porque la música es innata e infinita.

Enseñé mi primera clase de producción musical este verano en una preparatoria alternativa en el vecindario de Lower-Highlands en Lowell, para estudiantes que no encajan en salones de clase convencionales. Fue una de las experiencias más frustrantes pero gratificantes de mi vida. Supongo que de algún modo olvidé lo difícil que puede ser tener catorce años de edad, por no hablar de los desafíos socioeconómicos que estos niños enfrentan. Terminé formando mi primer proyecto grupal con dos jóvenes artistas muy brillantes que conocí en Lowell. Nos llamamos Arty $lang. También produzco música como solista bajo el nombre de Madhatter. Mi música reúne la música dance de mis primeros años con el amor de toda la vida que he tenido por el hip-hop y choca con las lecciones que aprendí bajo el tutelaje de los músicos locales de noise, jazz y punk.

Aún sueño con el día en que pueda volver a la ciudad de Nueva York y sentir los kicks de la batería resonando en mi pecho de nuevo, moviendo mis labios al ritmo del chasquido del snare. Pero siempre estaré agradecido de la humilde lección que he aprendido de la hermosa gente que he conocido, peleando con mi locura en la Ciudad de los Molinos.

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Depresión, soledad y drogadicción: cuando ser DJ se convierte en un asunto de salud mental

Erick Morillo se abre y habla de su adicción a la ketamina

¿Cómo detenemos las muertes por drogas en los festivales?

Comencé mi inducción a la música electrónica cuando mis síntomas comenzaban a empeorar, pero antes de que dieran el giro a lo peor. Vivía e iba a la escuela en la ciudad de Nueva York. Algunos buenos amigos y yo estábamos en la pista de baile tanto como podíamos, adorando el altar que era el sistema de sonido. Escuchamos a Boys Noize trabajar metódicamente en el Webster Hall, miramos a A-Trak hacer malabares con Robot Rock en Terminal Five y sentimos el muro de bajos en el primero de los eventos Reconstrvct en Bushwick (¡muy agradable!). Era el más feliz en la pista de baile. Estaba emocionado.

Comencé a hacer música porque me hizo sentir que seguía conectado con ese mundo, incluso si sólo estaba escuchando mis audífonos en el dormitorio de mi infancia o en un estudio de arto en el centro de Lowell, Massachusetts, donde vivo. Lowell es una pequeña ciudad a 45 minutos del noroeste de Boston, pero su historia y cultura se distinguen de otros suburbios de Boston. Somos hogar de la proporción más grande de camboyanos-americanos en los Estados Unidos, por la gente que escapó del genocidio de 1979. Lowell también sobrevivió una enorme epidemia en los 90s que fue documentada en el show de HBO, "High on Crack Street". La ciudad aún carga con el peso de la violencia, la adicción y la pobreza, pero a pesar de su historia de trauma, hay mucha vida aquí. La ciudad está llena de arte, con escritores brillantes, artistas visuales y músicos trabajando e interactuando. Atiendo la barra y sirvo comida en UnChArted, una galería en el meollo de la comunidad del arte. Subiendo las escaleras, la galería provee de espaciosos estudios para que los usen los artistas, que es donde escribo ahora mi música, donde trabajo en ideas con un viejo piano eléctrico.

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La esquizofrenia es un desorden relativamente poco entendido. Los síntomas, que varían de persona a persona, están bien documentados. Pero los mecanismos que producen los síntomas, sólo son superficialmente comprendidos. La explicación que prevalece es llamada "La Hipótesis de la Dopamina" y mi entendimiento amateur es que la esquizofrenia es causada por la incapacidad del cerebro de regular la producción de dopamina y su recepción. La dopamina es tan necesaria como la sangre, pues sirve para muchas funciones en el cerebro. Los tratamientos actuales inhiben el flujo impreciso de dopamina, lo que me deja con sensación de ahogamiento y adormecimiento.

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Este artículo se publicó originalmente en THUMP Canadá.

Ilustración por Howl

"UNO, dos, TRES, cuatro". El kick golpea en el uno; el snare chasquea en el tres. Hay un orden en la pista de baile: ritmos, repetición, estructura, fraseos. La esquizofrenia es la antítesis del orden—un desorden del desorden. Mis pensamientos se desmoronan: Mis ensaments es dosmrnan. Así que subo la intensidad del bajo y continúo. "UNO, dos, TRES, cuatro". Enrollo un porro y escribo una canción.

Me esforcé mucho al final de mi adolescencia y a inicio de mis veintes del 2009 al 2012, desarrollando sin saber, y luego sucumbiendo ante la red de engaños y paranoia creada por alucinaciones. El proceso fue tan envolvente y terrorífico como una pesadilla sin la liberación de despertar. Todo terminó conmigo esposado y en hospitalización.

Comencé a producir música a los veintitrés, en el otoño del 2012, en el camino de regreso de mi primer y único episodio psicótico importante. (Aún experimento síntomas intermitentes de sicosis). Escribo en el camino de regreso porque aún trabajo en ello; es el reto más grande que he enfrentado. El primer paso fue admitir que la tortura que había experimentado a lo largo de los meses previos era un producto de mi mente y no había bases en la realidad. No me estaban mandando mensajes en código. No me estaban mirando constantemente; nadie estaba gritando cuando necesitaba dormir. No había ellos. Cuando me di cuenta que había una vida de enfermedad que mirar atrás, la palabra suicida no es suficientemente fuerte para describir como me sentí.

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El siguiente paso fue decidir que no estaba listo para morir. Pero si iba a continuar, iba a necesitar una razón. No pude pensar en nada mejor que enfocarme en la única cosa que hizo disminuir mi nueva miseria, incluso si fue sólo momentáneamente: la música y la comunidad alrededor de ella.

Comencé mi inducción a la música electrónica cuando mis síntomas comenzaban a empeorar, pero antes de que dieran el giro a lo peor. Vivía e iba a la escuela en la ciudad de Nueva York. Algunos buenos amigos y yo estábamos en la pista de baile tanto como podíamos, adorando el altar que era el sistema de sonido. Escuchamos a Boys Noize trabajar metódicamente en el Webster Hall, miramos a A-Trak hacer malabares con Robot Rock en Terminal Five y sentimos el muro de bajos en el primero de los eventos Reconstrvct en Bushwick (¡muy agradable!). Era el más feliz en la pista de baile. Estaba emocionado.

Comencé a hacer música porque me hizo sentir que seguía conectado con ese mundo, incluso si sólo estaba escuchando mis audífonos en el dormitorio de mi infancia o en un estudio de arto en el centro de Lowell, Massachusetts, donde vivo. Lowell es una pequeña ciudad a 45 minutos del noroeste de Boston, pero su historia y cultura se distinguen de otros suburbios de Boston. Somos hogar de la proporción más grande de camboyanos-americanos en los Estados Unidos, por la gente que escapó del genocidio de 1979. Lowell también sobrevivió una enorme epidemia en los 90s que fue documentada en el show de HBO, "High on Crack Street". La ciudad aún carga con el peso de la violencia, la adicción y la pobreza, pero a pesar de su historia de trauma, hay mucha vida aquí. La ciudad está llena de arte, con escritores brillantes, artistas visuales y músicos trabajando e interactuando. Atiendo la barra y sirvo comida en UnChArted, una galería en el meollo de la comunidad del arte. Subiendo las escaleras, la galería provee de espaciosos estudios para que los usen los artistas, que es donde escribo ahora mi música, donde trabajo en ideas con un viejo piano eléctrico.

La esquizofrenia es un desorden relativamente poco entendido. Los síntomas, que varían de persona a persona, están bien documentados. Pero los mecanismos que producen los síntomas, sólo son superficialmente comprendidos. La explicación que prevalece es llamada "La Hipótesis de la Dopamina" y mi entendimiento amateur es que la esquizofrenia es causada por la incapacidad del cerebro de regular la producción de dopamina y su recepción. La dopamina es tan necesaria como la sangre, pues sirve para muchas funciones en el cerebro. Los tratamientos actuales inhiben el flujo impreciso de dopamina, lo que me deja con sensación de ahogamiento y adormecimiento.

Personalmente, entiendo mi esquizofrenia como un racimo de desordenes. Están los ya reconocidos síntomas de sicosis: alucinaciones, ilusiones y paranoia. También hay síntomas de desorden del pensamiento—pensamientos desorganizados o rotos—así como síntomas que recuerdan el espectro de desordenes del autismo, como la hipersensibilidad y la ansiedad social. Tengo tics motores asociados con el síndrome de Tourette. Depresión,que es un desorden del estado de animo. También estoy consciente de los inquietantes rasgos como el OCD, BPD y el PTSD.

Mi esquizofrenia es un campo minado, pero escribir música lo sobrepasa. La música electrónica se presta a la tarea de forma ideal, porque es música que primero debe experimentarse, y en segundo debe ser intelectualizada. Es música para mover tu cuerpo, música para desatar un instinto. Cuando comencé a hacer música, era libre de sentir mi camino a través de ella, incluso si era ignorante casi por completo de la teoría detrás de ella. Era libre de expresarme sin consecuencias reales y era gratificado por mis esfuerzos con una canción. Podía compartir mis canciones con mis amigos, lo que me ayudó a estar conectado con el mundo a través de mi música cuando la mayor parte del tiempo no podía ver más allá de mis síntomas y sentía la necesidad de retirarme.

Relacionado: Ir de fiesta con depresión es diferente a lo que podrías pensar

Así que seguí produciendo y aún hago cosas musicales cada día, ya sea aprender algo de teoría o pasar el tiempo en el teclado, o escribiendo una canción. Produzco música electrónica porque me gusta la forma en que me hace sentir. Si amas la música, caerás de cabeza en el universo, porque la música es innata e infinita.

Enseñé mi primera clase de producción musical este verano en una preparatoria alternativa en el vecindario de Lower-Highlands en Lowell, para estudiantes que no encajan en salones de clase convencionales. Fue una de las experiencias más frustrantes pero gratificantes de mi vida. Supongo que de algún modo olvidé lo difícil que puede ser tener catorce años de edad, por no hablar de los desafíos socioeconómicos que estos niños enfrentan. Terminé formando mi primer proyecto grupal con dos jóvenes artistas muy brillantes que conocí en Lowell. Nos llamamos Arty $lang. También produzco música como solista bajo el nombre de Madhatter. Mi música reúne la música dance de mis primeros años con el amor de toda la vida que he tenido por el hip-hop y choca con las lecciones que aprendí bajo el tutelaje de los músicos locales de noise, jazz y punk.

Aún sueño con el día en que pueda volver a la ciudad de Nueva York y sentir los kicks de la batería resonando en mi pecho de nuevo, moviendo mis labios al ritmo del chasquido del snare. Pero siempre estaré agradecido de la humilde lección que he aprendido de la hermosa gente que he conocido, peleando con mi locura en la Ciudad de los Molinos.

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Erick Morillo se abre y habla de su adicción a la ketamina

¿Cómo detenemos las muertes por drogas en los festivales?

Personalmente, entiendo mi esquizofrenia como un racimo de desordenes. Están los ya reconocidos síntomas de sicosis: alucinaciones, ilusiones y paranoia. También hay síntomas de desorden del pensamiento—pensamientos desorganizados o rotos—así como síntomas que recuerdan el espectro de desordenes del autismo, como la hipersensibilidad y la ansiedad social. Tengo tics motores asociados con el síndrome de Tourette. Depresión,que es un desorden del estado de animo. También estoy consciente de los inquietantes rasgos como el OCD, BPD y el PTSD.

Mi esquizofrenia es un campo minado, pero escribir música lo sobrepasa. La música electrónica se presta a la tarea de forma ideal, porque es música que primero debe experimentarse, y en segundo debe ser intelectualizada. Es música para mover tu cuerpo, música para desatar un instinto. Cuando comencé a hacer música, era libre de sentir mi camino a través de ella, incluso si era ignorante casi por completo de la teoría detrás de ella. Era libre de expresarme sin consecuencias reales y era gratificado por mis esfuerzos con una canción. Podía compartir mis canciones con mis amigos, lo que me ayudó a estar conectado con el mundo a través de mi música cuando la mayor parte del tiempo no podía ver más allá de mis síntomas y sentía la necesidad de retirarme.

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Así que seguí produciendo y aún hago cosas musicales cada día, ya sea aprender algo de teoría o pasar el tiempo en el teclado, o escribiendo una canción. Produzco música electrónica porque me gusta la forma en que me hace sentir. Si amas la música, caerás de cabeza en el universo, porque la música es innata e infinita.

Enseñé mi primera clase de producción musical este verano en una preparatoria alternativa en el vecindario de Lower-Highlands en Lowell, para estudiantes que no encajan en salones de clase convencionales. Fue una de las experiencias más frustrantes pero gratificantes de mi vida. Supongo que de algún modo olvidé lo difícil que puede ser tener catorce años de edad, por no hablar de los desafíos socioeconómicos que estos niños enfrentan. Terminé formando mi primer proyecto grupal con dos jóvenes artistas muy brillantes que conocí en Lowell. Nos llamamos Arty $lang. También produzco música como solista bajo el nombre de Madhatter. Mi música reúne la música dance de mis primeros años con el amor de toda la vida que he tenido por el hip-hop y choca con las lecciones que aprendí bajo el tutelaje de los músicos locales de noise, jazz y punk.

Aún sueño con el día en que pueda volver a la ciudad de Nueva York y sentir los kicks de la batería resonando en mi pecho de nuevo, moviendo mis labios al ritmo del chasquido del snare. Pero siempre estaré agradecido de la humilde lección que he aprendido de la hermosa gente que he conocido, peleando con mi locura en la Ciudad de los Molinos.

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